Ya nos hemos encontrado, después de tanto tiempo ausentes, lejanas, seguramente sin que el carinyo disminuyera, pero sin encontrarnos en el camino. Yo sé que he sido carga demasiado pesada y que la distancia era una manera de poner las cosas en su sitio, que a veces hace falta separarse para protegerse del otro.
Ahora hay que construir de nuevo, desde el principio. Pero una relación distinta, más sana, más adulta. No de alguien que se sitúa en el papel de cuidadora y otra en el de cuidada, porque esas limitaciones anclan las relaciones -ya lo hemos visto, ya lo hemos vivido-, sino una relación más enriquecedora para ambas, una amistad de doble sentido, bidireccional, en la que ambas comparten y se apoyan, ambas crecen, ambas dan y reciben.
Yo estoy dispuesta a recomenzar a andar el camino. Sigo pensando que de los conflictos superados, las relaciones salen fortalecidas, como ya sucedió en el pasado. Y si lo conseguiremos esta vez o no... eso está por escribir.
Está en nuestras manos...
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