Muy lejos. No es buen momento ahora para irse a Tanzania, para ir a hacer de genio loco por algún lugar lejano? Ojalá lo fuera...
Me has quitado mucho más que a ti, me lo quitas cada día. Vale el incumplimiento de pactos, vale hacer una de las cosas a las que más temo, romper vínculos, dejarme sola. Vale resquebrajar mi esquema de valores, vale hacerme perder la confianza en sentimientos, en esfuerzos, en nosotros, en ti. Pero ah... tenías que quitarme más cosas, sin querer, oh pobre, sin pretenderlo, oh vaya.
Has estado lejos dos anyos enteros. Kilómetros y kilómetros. Dos anyos en los que me vinculé a un grupo de gente a la que ahora quiero, son cosas que pasan. Tus amigos, cielo, que pasaron a ser nuestros amigos. Tus amigos, a los que yo empecé a ver casi para servirte de enlace, para que mantuvieras contacto, para hablarles de ti y a ti de ellos. Alguna vez me diste las gracias, aunque no había por qué... Yo te quería -te quiero-, y a ti eso te hacía bien. Pero además descubrí un grupo de gente fantástica, has sabido elegir bien de quiénes te rodeabas.
El segundo anyo ya no era por ti, aunque seguí pendiente de vuestro vínculo a la vez que tejía el mío propio. Mientras saltaba las trampas que había por el camino, les explicaba algunas de tus actuaciones para que no te juzgaran, les animaba a llamar, les pedía que estuvieran cerca de ti.
Hoy se te ha acabado la vena viajera, la racha aventurera, ya no eres más Willy Fogg. Hoy recuperas el vínculo que yo te entrego, protegido, le mantuve cálido, vivo mientras estuviste lejos, mientras no le prestabas atención apenas -no por tu culpa, eso lo sé... pero yo cuidé de él mientras tú no sabías hacerlo, mientras te encontrabas-.
Hoy te reencuentras con ellos, pero con condiciones nuevas conmigo: ahora que estás cerca, yo debo alejarme. Y duele perderte, no vas a saber cuánto nunca... pero además te los llevas, y yo rabio. Para qué tenía que vincularme? Para qué si ibas a llevártelo? Por qué das y quitas tan alegremente? No puedo entenderlo.
Pero tú impones las condiciones, no puedo verte, no puedo estar cerca tuyo... y ellos son tus amigos. Sólo días robados al calendario, como hoy, en los que viajas a otras tierras, me permiten acercarme a lo que hice mi casa también. Sonreír con ellos, bromear, saber cómo están, ser una más. Eso que también me has quitado, como si no tuvieras bastante. Es la primera vez que lo hago en lo que va de anyo, reunirme con todos, charlar alegremente. No es justo, no eres justo, creas situaciones absurdas.
Ojalá te fueras lejos, más lejos de lo que has estado nunca. Ojalá te fueras a seguir persiguiendo eso que te falta y que no encuentras porque el agujero está dentro y no se puede rellenar con idiomas nuevos en capitales impronunciables. Pero ojalá te fueras a perseguirlo, y si al menos tengo que estar lejos de ti, no me obligaras a prescindir también de aquellos que han sido mi gente estos dos anyos.
Vete lejos, vete a buscarte, vete y no vuelvas si no quieres. Volver así no tiene sentido, volver a estar a quince minutos pero con carteles de prohibido pasar, no-llames no-escribas no-te-acerques. Volver para hacer que te pierda y que les pierda, después de hacer que te tuviera y les tuviera... qué ruin.
Ojalá estuvieras lejos, muy lejos. Tan lejos como me obligas a estar...
(Escuchando "Total Eclipse of the Heart", de Bonnie Tyler)