lunes, 25 de abril de 2005

Eros y Thanatos

Death & Life, de Gustav Klimt

Decía Freud que el hombre se ve atenazado por dos grandes fuerzas instintivas y opuestas, a las que dio el nombre de Eros y Thanatos. La primera simbolizaba la fuerza de Vida, el deseo, la atracción, la creación. Enfrente se encontraría irremediablemente de cara a Thanatos, o el instinto de muerte, de autodestrucción, de repulsión. Y así, navegando entre uno y otro tendría que encontrar el hombre su camino, eternamente a la deriva entre la Vida y la Muerte.

En la sociedad que hemos construido, la Muerte se teme, necesitamos verla de lejos, y de hecho alejamos ya lo que nos recuerda a ella. La enfermedad y la vejez tienen sitios donde estar sin mezclarse con nuestra cotidianeidad, porque nos recuerdan la muerte y lo inevitable de la misma. Pero nos da miedo, no se habla de ella, los funerales son actos solemnes y tristes donde se entienden la seriedad y el color negro como signos de respeto, no sabemos manejarnos con lo que no es sino una parte más de la vida. Aunque sea la última...

Ramón Sampedro, en su libro "Cartas desde el infierno", asocia repetidamente el temor a la muerte con la necesidad de control, tanto de nosotros mismos directamente como de estamentos sociales como la Iglesia. Un hombre a quien se le negó su derecho a morir dignamente según su deseo necesitó entender esa negativa como un acto de autoridad, de imposición de papá Estado, clero y magistrados en el mismo saco, velando por quienes ya no son ninyos como si continuaran siéndolo. Y el control es mucho más fácil ejercerlo desde el miedo, desde el tabú, desde el silencio. Tres características de la muerte.

En un viaje que hice a Marruecos hace un tiempo, vivimos una escena entranyable y que nos chocó. Una invitación a casa de un vendedor hospitalario al que habíamos visitado varias veces nos permitió conocer a su familia... y en el salón, tumbada, conocimos a su anciana abuela, más en el otro mundo que en éste, pero saludada por todos, respetada, querida e integrada en ese ciclo vital familiar pese a su cercanía a la muerte. Recuerdo a la pequenya de la casa, que tendría tres anyos, saltando y parloteando al lado de la abuela... y esa sensación de aceptación de la muerte, de cercanía a la vida, de cuadro de vida y muerte de la mano.

Eros y Thanatos.

Algunas personas tienen un instinto de vida debilitado, las causas pueden ser muchísimas... y el instinto de muerte, su Thanatos particular, está fortalecido, crecido, dominante y claro vencedor. Hay sufrimiento mientras hay lucha, y la lucha puede durar meses, anyos, porque Eros también resiste, también aguanta, porque hay una parte del ser humano que no se resigna a desaparecer. Y la calma sólo llega cuando la victoria cae de uno de los lados.

Necesito que acabe la pelea, gane quien gane.

(Imagen de Gustav Klimt: Vida y Muerte)

(Escuchando "La senda del tiempo", de Celtas Cortos)

Eros y Thanatos

Death & Life, de Gustav Klimt

Decía Freud que el hombre se ve atenazado por dos grandes fuerzas instintivas y opuestas, a las que dio el nombre de Eros y Thanatos. La primera simbolizaba la fuerza de Vida, el deseo, la atracción, la creación. Enfrente se encontraría irremediablemente de cara a Thanatos, o el instinto de muerte, de autodestrucción, de repulsión. Y así, navegando entre uno y otro tendría que encontrar el hombre su camino, eternamente a la deriva entre la Vida y la Muerte.

En la sociedad que hemos construido, la Muerte se teme, necesitamos verla de lejos, y de hecho alejamos ya lo que nos recuerda a ella. La enfermedad y la vejez tienen sitios donde estar sin mezclarse con nuestra cotidianeidad, porque nos recuerdan la muerte y lo inevitable de la misma. Pero nos da miedo, no se habla de ella, los funerales son actos solemnes y tristes donde se entienden la seriedad y el color negro como signos de respeto, no sabemos manejarnos con lo que no es sino una parte más de la vida. Aunque sea la última...

Ramón Sampedro, en su libro "Cartas desde el infierno", asocia repetidamente el temor a la muerte con la necesidad de control, tanto de nosotros mismos directamente como de estamentos sociales como la Iglesia. Un hombre a quien se le negó su derecho a morir dignamente según su deseo necesitó entender esa negativa como un acto de autoridad, de imposición de papá Estado, clero y magistrados en el mismo saco, velando por quienes ya no son ninyos como si continuaran siéndolo. Y el control es mucho más fácil ejercerlo desde el miedo, desde el tabú, desde el silencio. Tres características de la muerte.

En un viaje que hice a Marruecos hace un tiempo, vivimos una escena entranyable y que nos chocó. Una invitación a casa de un vendedor hospitalario al que habíamos visitado varias veces nos permitió conocer a su familia... y en el salón, tumbada, conocimos a su anciana abuela, más en el otro mundo que en éste, pero saludada por todos, respetada, querida e integrada en ese ciclo vital familiar pese a su cercanía a la muerte. Recuerdo a la pequenya de la casa, que tendría tres anyos, saltando y parloteando al lado de la abuela... y esa sensación de aceptación de la muerte, de cercanía a la vida, de cuadro de vida y muerte de la mano.

Eros y Thanatos.

Algunas personas tienen un instinto de vida debilitado, las causas pueden ser muchísimas... y el instinto de muerte, su Thanatos particular, está fortalecido, crecido, dominante y claro vencedor. Hay sufrimiento mientras hay lucha, y la lucha puede durar meses, anyos, porque Eros también resiste, también aguanta, porque hay una parte del ser humano que no se resigna a desaparecer. Y la calma sólo llega cuando la victoria cae de uno de los lados.

Necesito que acabe la pelea, gane quien gane.

(Imagen de Gustav Klimt: Vida y Muerte)

(Escuchando "La senda del tiempo", de Celtas Cortos)

sábado, 23 de abril de 2005

Al límite

Constant Death, de Tuxedomoon

Superada.

Semana de angustias, lágrimas, cabeza descontrolada y fuerzas perdidas. No consigo escribir, el trabajo deja de ser refugio porque no hay lugar donde esconderme de mi mente, con más armas que nunca gracias a caníbales que disfrutan devorando mi hígado, como en la fábula. El castigo no cesa, no hay más lágrimas que llorar, y la certeza de que manyana llegará otro día se convierte en una losa mucho más pesada de lo que puedo cargar.

Estoy agotada.

No aguanto.

Me rompo.

[Imagen "Constant Death", de Tuxedomoon, en Deviantart]

[Escuchando a una cabeza que ha traspasado sus fronteras]

Al límite

Constant Death, de Tuxedomoon

Superada.

Semana de angustias, lágrimas, cabeza descontrolada y fuerzas perdidas. No consigo escribir, el trabajo deja de ser refugio porque no hay lugar donde esconderme de mi mente, con más armas que nunca gracias a caníbales que disfrutan devorando mi hígado, como en la fábula. El castigo no cesa, no hay más lágrimas que llorar, y la certeza de que manyana llegará otro día se convierte en una losa mucho más pesada de lo que puedo cargar.

Estoy agotada.

No aguanto.

Me rompo.

[Imagen "Constant Death", de Tuxedomoon, en Deviantart]

[Escuchando a una cabeza que ha traspasado sus fronteras]

martes, 12 de abril de 2005

Destierro

El principito

En los cuentos de ninyos es una situación que se da mucho... el personaje malvado es desterrado, y los personajes buenos pueden volver a vivir felices comiendo perdices, libres al fin de las argucias del astuto rufián. Además, allá en la época de los cuentos nadie entendía de juicios justos ni del defensor del pueblo, bastaba una revisión por parte del rey hasta que la palabra salía de su boca, y entonces, como si de un dios se tratase, sólo quedaba hacer su voluntad, o solicitar clemencia si nos encontrábamos ante un rey piadoso.

Uno pensaría que era necesario hacer algo realmente malo para ser desterrado, y sí... a veces. Una noche intentas asesinar a tu padre el rey, y te estás jugando un destierro. Envenenas al gran visir? El destierro planea sobre tu vida. Urdes una alianza con el reino vecino, tradicional enemigo de éste? Amigo, vas a tener que irte a vivir a ese reino, que aquí se te habrá acabado el chollo.

Pero, curiosidades de los cuentos, no siempre es así... a veces basta con incomodar los planes de alguien, con estorbar, con sobrar... y te encuentras de frente con la palabra temida. DESTERRADO, sin comerlo ni beberlo.

-
Pero oiga... si yo no he hecho nada!!

Nada excepto tener un hermano menor que quiere ascender al trono, claro. Nada excepto que hay un candidato mejor para tomar la mano de la princesa, enamorada en secreto de ti. Nada excepto incomodar los planes de alguien más poderoso.

Pero un Destierro lo soluciona todo. Se elimina el problema sin mancharse las manos. Hacía danyo al reino, dirán, era un peligro, ahora estamos todos más protegidos...

Y se irán el príncipe destronado, el fiel vasallo, el astrólogo demasiado hablador. Destierro. Que intenten encontrar una vida nueva partiendo de cero. Que busquen una tierra distinta y la hagan suya si son capaces, que creen vínculos nuevos si no están demasiado descorazonados, que tengan cuidado y no vuelvan a interponerse en nuestro camino... o el Destierro será poco.

Hoy, esta muchacha desterrada se encontró al anciano padre del rey en las fronteras de su antigua morada... y echó de menos su casa, su vida antes del destierro, tantas cosas en el camino. Hoy esta muchacha desterrada volvió a preguntarse las razones del exilio forzado. Hoy meneamos de nuevo la cabeza, el alma a los pies, el aliento perdido –tal vez él sí puede regresar a casa-.


[Escuchando "Out of Reach", de Gabrielle]

[PD: Hoy ha muerto la gatita de una amiga, y las lágrimas se suceden. No puedo evitar sentirme un poco miserable por la clase de cosas que hacen que pierda el aliento.]

Destierro

El principito

En los cuentos de ninyos es una situación que se da mucho... el personaje malvado es desterrado, y los personajes buenos pueden volver a vivir felices comiendo perdices, libres al fin de las argucias del astuto rufián. Además, allá en la época de los cuentos nadie entendía de juicios justos ni del defensor del pueblo, bastaba una revisión por parte del rey hasta que la palabra salía de su boca, y entonces, como si de un dios se tratase, sólo quedaba hacer su voluntad, o solicitar clemencia si nos encontrábamos ante un rey piadoso.

Uno pensaría que era necesario hacer algo realmente malo para ser desterrado, y sí... a veces. Una noche intentas asesinar a tu padre el rey, y te estás jugando un destierro. Envenenas al gran visir? El destierro planea sobre tu vida. Urdes una alianza con el reino vecino, tradicional enemigo de éste? Amigo, vas a tener que irte a vivir a ese reino, que aquí se te habrá acabado el chollo.

Pero, curiosidades de los cuentos, no siempre es así... a veces basta con incomodar los planes de alguien, con estorbar, con sobrar... y te encuentras de frente con la palabra temida. DESTERRADO, sin comerlo ni beberlo.

-
Pero oiga... si yo no he hecho nada!!

Nada excepto tener un hermano menor que quiere ascender al trono, claro. Nada excepto que hay un candidato mejor para tomar la mano de la princesa, enamorada en secreto de ti. Nada excepto incomodar los planes de alguien más poderoso.

Pero un Destierro lo soluciona todo. Se elimina el problema sin mancharse las manos. Hacía danyo al reino, dirán, era un peligro, ahora estamos todos más protegidos...

Y se irán el príncipe destronado, el fiel vasallo, el astrólogo demasiado hablador. Destierro. Que intenten encontrar una vida nueva partiendo de cero. Que busquen una tierra distinta y la hagan suya si son capaces, que creen vínculos nuevos si no están demasiado descorazonados, que tengan cuidado y no vuelvan a interponerse en nuestro camino... o el Destierro será poco.

Hoy, esta muchacha desterrada se encontró al anciano padre del rey en las fronteras de su antigua morada... y echó de menos su casa, su vida antes del destierro, tantas cosas en el camino. Hoy esta muchacha desterrada volvió a preguntarse las razones del exilio forzado. Hoy meneamos de nuevo la cabeza, el alma a los pies, el aliento perdido –tal vez él sí puede regresar a casa-.


[Escuchando "Out of Reach", de Gabrielle]

[PD: Hoy ha muerto la gatita de una amiga, y las lágrimas se suceden. No puedo evitar sentirme un poco miserable por la clase de cosas que hacen que pierda el aliento.]

domingo, 10 de abril de 2005

Canción en el Retiro

Todavía
quedan restos de humedad,
sus olores llenan ya mi soledad,
en la cama su silueta
se dibuja cual promesa
de llenar el breve espacio
en que no está...

Todavía
yo no sé si volverá,
nadie sabe, al día siguiente, lo que hará.
Rompe todos mis esquemas,
no confiesa ni una pena,
no me pide nada a cambio
de lo que da...

Suele ser violenta y tierna,
no habla de uniones eternas,
mas se entrega cual si hubiera
sólo un día para amar.

No comparte una reunión,
mas le gusta la canción
que comprometa su pensar.

Todavía no pregunté "¿te quedarás?".
Temo mucho a la respuesta de un "jamás".
La prefiero compartida
antes que vaciar mi vida,
no es perfecta, mas se acerca
a lo que yo

simplemente soñé...

(El breve espacio en que no estás - Pablo Milanés)

Canción en el Retiro

Todavía
quedan restos de humedad,
sus olores llenan ya mi soledad,
en la cama su silueta
se dibuja cual promesa
de llenar el breve espacio
en que no está...

Todavía
yo no sé si volverá,
nadie sabe, al día siguiente, lo que hará.
Rompe todos mis esquemas,
no confiesa ni una pena,
no me pide nada a cambio
de lo que da...

Suele ser violenta y tierna,
no habla de uniones eternas,
mas se entrega cual si hubiera
sólo un día para amar.

No comparte una reunión,
mas le gusta la canción
que comprometa su pensar.

Todavía no pregunté "¿te quedarás?".
Temo mucho a la respuesta de un "jamás".
La prefiero compartida
antes que vaciar mi vida,
no es perfecta, mas se acerca
a lo que yo

simplemente soñé...

(El breve espacio en que no estás - Pablo Milanés)

viernes, 8 de abril de 2005

Blindengarten

He aprendido tanto de él... por ejemplo, que casi todos los dolores se alejan cuando empiezas una historia, tres palabras mágicas que sustituyen al tradicional Abracadabra: Cuéntame un mito. Y las palabras fluyen en un chorro de calma, de mundos por descubrir, y el dolor se va y la cabeza cesa de dar vueltas.

Cuéntame una historia. Cuéntame un mito...

Hay una ciudad al oeste de Alemania, cerquita de la frontera con Holanda, que fue capital en el pasado y hoy recuerda más a un pueblo grande y tranquilo. Hace más frío del que me gusta y oscurece demasiado temprano, pero tiene algunos rincones que valen la pena. Sí, Bonn tiene algunos lugares especiales.

Tiene, por ejemplo, un gran parque al que se llega por un paseo a orillas del Rhin en el que vas encontrándote planetas a su distancia proporcional. Y en este gran parque, el Rheinaue, hay varios más pequenyos: un delicioso jardín japonés... y el jardín de los ciegos. Blindengarten.

En ese jardín hay carteles al lado de las plantas explicando en Braille datos sobre su especie. Y hay una escultura en el centro. Esta figura, como tantas, guarda una historia...

Blindengarten, Bonn

Una historia que empieza como la mayoría. Hace muchos anyos, en un lugar lejano... aunque hubiera podido ser hoy, hubiera podido ser aquí. Y tal vez también lo sea...

Un grupo de ancianos monjes afectados de ceguera se reunieron, una vez más, para discutir sobre Dios. Cada cual quería quedar por encima del monje vecino, cada cual se creía en posesión de la Verdad, ingenuos pensadores que querían hacer de las múltiples verdades Una Sola, la que ellos conocían y defendían. La conversación, que ya habían tenido más de una vez, repetía las mismas argumentaciones que en el pasado: "Dios es bueno y comprensivo", "No, Dios ha de ser justo y por lo mismo, severo", "Dios nos espera en su reino en los cielos", "Dios está en todas partes, no nos espera en ninguna de ellas"... ni siquiera ellos podían ponerse de acuerdo, aun siendo viejos amigos.

El más anciano de todos sacudió la cabeza y suspiró.

- Os dais cuenta de que en todos estos anyos no hemos sido capaz de acordar cómo es nuestro Dios? Cómo, si ni siquiera nosotros conseguimos escucharnos, lograrán dejar de competir los creyentes del mundo, defendiendo unos al Dios de los cristianos, otros a Alá, otros más a todo el panteón indio... no, no... pero esto no puede seguir así, y anoche tuve un suenyo... reunámonos de nuevo aquí la semana próxima, y espero que avancemos algo entonces.

A la semana sguiente se reunieron de nuevo y, antes de que pudieran empezar su eterno debate, el anciano monje hizo que pasaran a un cuarto que desconocían. Allí, les dijo, cada uno tendría que tocar lo que tenían delante, en silencio y sin moverse del sitio adjudicado. Así lo hicieron, y cuando hubieron terminado, se sentaron en círculo.

- Y bien? Qué había en la habitación?

- Era algo inmenso, apenas podía abarcarlo con mis dos manos. Era duro, rugoso casi, cálido... -comenzó el primer monje.

- Te equivocas, hermano. Lo que había en la habitación era pequenyo y peludo... y ligero -le corrigió el segundo.

- Qué decís? Lo que había en el cuarto era duro, sí, pero frío, y liso, muy suave... no sé dónde habéis estado! -refunfunyaba otro.

- No, no... no era tan duro, y podía moverse, era cilíndrico y húmedo al final...

El anciano monje les dejó seguir un poco más antes de revelarles lo que se resistían a ver: que todos estaban hablando del mismo ser, que no era otro que un elefante. Cada uno había llegado a conocer una sola parte del mismo: cola, lomo, colmillo, trompa... y su cerrazón a ver más allá de la propia pequenya experiencia les impedía apreciar el Todo. El Elefante. Un solo ser con múltiples apreciaciones. Como su Dios de Dioses?

Blindengarten en Bonn


Me gusta esa historia, la conocía antes de llegar al Blindengarten, y fue una agradable sorpresa encontrarme la escultura de los cinco monjes ciegos descubriendo su particular visión del elefante. Desde luego, es curiosa aplicada a las religiones (no confundir con Iglesias, o su institucionalización, mercantilización), pero se puede aplicar a muchas más cosas: cuántas veces defendemos algo con unyas y dientes y a lo mejor bastaría con que abriéramos la mirada para entender al de al lado...

Y estos días de filosofía de mercadillo sobre la Vida, lo que es y debe ser... lo que la historia me hace pensar es cuán a menudo reducimos la vida a dos aspectos básicos, cómo la hacemos girar alrededor de una circunstancia, o dos personas, o tres situaciones... y cómo la vida se fortalece si la apuntalamos sobre muchos pilares, más de los que podamos contar con los dedos de una man. Así, cuando uno, o dos, o con mala suerte tres... se vienen abajo en tiempo de tormentas, el edificio resiste porque le quedan varias vigas maestras aún.

Sigue habiendo elefante incluso si algún desalmado le ha arrancado los colmillos para vender su marfil.

[Fotografías del Blindengarten de Bonn, segunda imagen de la web www.eutropia.com]

[Escuchando "Rosas", de La Oreja de Van Gogh: cursi que es una]

Blindengarten

He aprendido tanto de él... por ejemplo, que casi todos los dolores se alejan cuando empiezas una historia, tres palabras mágicas que sustituyen al tradicional Abracadabra: Cuéntame un mito. Y las palabras fluyen en un chorro de calma, de mundos por descubrir, y el dolor se va y la cabeza cesa de dar vueltas.

Cuéntame una historia. Cuéntame un mito...

Hay una ciudad al oeste de Alemania, cerquita de la frontera con Holanda, que fue capital en el pasado y hoy recuerda más a un pueblo grande y tranquilo. Hace más frío del que me gusta y oscurece demasiado temprano, pero tiene algunos rincones que valen la pena. Sí, Bonn tiene algunos lugares especiales.

Tiene, por ejemplo, un gran parque al que se llega por un paseo a orillas del Rhin en el que vas encontrándote planetas a su distancia proporcional. Y en este gran parque, el Rheinaue, hay varios más pequenyos: un delicioso jardín japonés... y el jardín de los ciegos. Blindengarten.

En ese jardín hay carteles al lado de las plantas explicando en Braille datos sobre su especie. Y hay una escultura en el centro. Esta figura, como tantas, guarda una historia...

Blindengarten, Bonn

Una historia que empieza como la mayoría. Hace muchos anyos, en un lugar lejano... aunque hubiera podido ser hoy, hubiera podido ser aquí. Y tal vez también lo sea...

Un grupo de ancianos monjes afectados de ceguera se reunieron, una vez más, para discutir sobre Dios. Cada cual quería quedar por encima del monje vecino, cada cual se creía en posesión de la Verdad, ingenuos pensadores que querían hacer de las múltiples verdades Una Sola, la que ellos conocían y defendían. La conversación, que ya habían tenido más de una vez, repetía las mismas argumentaciones que en el pasado: "Dios es bueno y comprensivo", "No, Dios ha de ser justo y por lo mismo, severo", "Dios nos espera en su reino en los cielos", "Dios está en todas partes, no nos espera en ninguna de ellas"... ni siquiera ellos podían ponerse de acuerdo, aun siendo viejos amigos.

El más anciano de todos sacudió la cabeza y suspiró.

- Os dais cuenta de que en todos estos anyos no hemos sido capaz de acordar cómo es nuestro Dios? Cómo, si ni siquiera nosotros conseguimos escucharnos, lograrán dejar de competir los creyentes del mundo, defendiendo unos al Dios de los cristianos, otros a Alá, otros más a todo el panteón indio... no, no... pero esto no puede seguir así, y anoche tuve un suenyo... reunámonos de nuevo aquí la semana próxima, y espero que avancemos algo entonces.

A la semana sguiente se reunieron de nuevo y, antes de que pudieran empezar su eterno debate, el anciano monje hizo que pasaran a un cuarto que desconocían. Allí, les dijo, cada uno tendría que tocar lo que tenían delante, en silencio y sin moverse del sitio adjudicado. Así lo hicieron, y cuando hubieron terminado, se sentaron en círculo.

- Y bien? Qué había en la habitación?

- Era algo inmenso, apenas podía abarcarlo con mis dos manos. Era duro, rugoso casi, cálido... -comenzó el primer monje.

- Te equivocas, hermano. Lo que había en la habitación era pequenyo y peludo... y ligero -le corrigió el segundo.

- Qué decís? Lo que había en el cuarto era duro, sí, pero frío, y liso, muy suave... no sé dónde habéis estado! -refunfunyaba otro.

- No, no... no era tan duro, y podía moverse, era cilíndrico y húmedo al final...

El anciano monje les dejó seguir un poco más antes de revelarles lo que se resistían a ver: que todos estaban hablando del mismo ser, que no era otro que un elefante. Cada uno había llegado a conocer una sola parte del mismo: cola, lomo, colmillo, trompa... y su cerrazón a ver más allá de la propia pequenya experiencia les impedía apreciar el Todo. El Elefante. Un solo ser con múltiples apreciaciones. Como su Dios de Dioses?

Blindengarten en Bonn


Me gusta esa historia, la conocía antes de llegar al Blindengarten, y fue una agradable sorpresa encontrarme la escultura de los cinco monjes ciegos descubriendo su particular visión del elefante. Desde luego, es curiosa aplicada a las religiones (no confundir con Iglesias, o su institucionalización, mercantilización), pero se puede aplicar a muchas más cosas: cuántas veces defendemos algo con unyas y dientes y a lo mejor bastaría con que abriéramos la mirada para entender al de al lado...

Y estos días de filosofía de mercadillo sobre la Vida, lo que es y debe ser... lo que la historia me hace pensar es cuán a menudo reducimos la vida a dos aspectos básicos, cómo la hacemos girar alrededor de una circunstancia, o dos personas, o tres situaciones... y cómo la vida se fortalece si la apuntalamos sobre muchos pilares, más de los que podamos contar con los dedos de una man. Así, cuando uno, o dos, o con mala suerte tres... se vienen abajo en tiempo de tormentas, el edificio resiste porque le quedan varias vigas maestras aún.

Sigue habiendo elefante incluso si algún desalmado le ha arrancado los colmillos para vender su marfil.

[Fotografías del Blindengarten de Bonn, segunda imagen de la web www.eutropia.com]

[Escuchando "Rosas", de La Oreja de Van Gogh: cursi que es una]

jueves, 7 de abril de 2005

Ni cuándos ni por qués

Cuándo he hecho algo que merezca este castigo?

Cuándo he humillado a otros y me he regocijado con ello, cuándo he seguido atacando mientras el otro yacía inconsciente, cuándo me he hecho fuerte a partir de su hundimiento?

Cuándo he aprovechado sus debilidades, que las tiene, cuándo he desvelado sus secretos, que los hay, cuándo he hecho públicos sus ataques gigantes, desmedidos, que no acaban?

Por qué no para, por qué sigue crecida, por qué ataca y ataca cuando yo me he retirado, por qué sigue compitiendo cuando ya ha ganado, por qué nadie le frena, por qué sigue colgándose medallas, por qué nadie para sus pies, por qué es sacerdotisa con corro de fieles alrededor si sus manos están llenas de mi sangre, por qué?

Por qué quien una vez me quiso permite todos los ataques, los tolera, consiente y acaba premiando? Por qué nadie dice "hasta aquí"? Por qué soy yo quien debe retirarse uno a uno de todos sus espacios? Por qué el silencio es la respuesta, cuando no el aplauso?

Y lo que no entiendo, no voy a entender... qué he hecho yo que genere esa inmensa capacidad de odiar y de hacer danyo? Por qué tanto odio, por qué las coces una tras otra, por qué la etiqueta de monstruo?

Por qué acabo llorando en mi casa, por qué lágrimas rojas de nuevo, por qué la historia nunca acaba? Qué más quieren de mí?

No entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo...


Ni cuándos ni por qués

Cuándo he hecho algo que merezca este castigo?

Cuándo he humillado a otros y me he regocijado con ello, cuándo he seguido atacando mientras el otro yacía inconsciente, cuándo me he hecho fuerte a partir de su hundimiento?

Cuándo he aprovechado sus debilidades, que las tiene, cuándo he desvelado sus secretos, que los hay, cuándo he hecho públicos sus ataques gigantes, desmedidos, que no acaban?

Por qué no para, por qué sigue crecida, por qué ataca y ataca cuando yo me he retirado, por qué sigue compitiendo cuando ya ha ganado, por qué nadie le frena, por qué sigue colgándose medallas, por qué nadie para sus pies, por qué es sacerdotisa con corro de fieles alrededor si sus manos están llenas de mi sangre, por qué?

Por qué quien una vez me quiso permite todos los ataques, los tolera, consiente y acaba premiando? Por qué nadie dice "hasta aquí"? Por qué soy yo quien debe retirarse uno a uno de todos sus espacios? Por qué el silencio es la respuesta, cuando no el aplauso?

Y lo que no entiendo, no voy a entender... qué he hecho yo que genere esa inmensa capacidad de odiar y de hacer danyo? Por qué tanto odio, por qué las coces una tras otra, por qué la etiqueta de monstruo?

Por qué acabo llorando en mi casa, por qué lágrimas rojas de nuevo, por qué la historia nunca acaba? Qué más quieren de mí?

No entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo-no entiendo...


El cielo está llorando...

Awwww, de Azuzephre

...y yo con él.

[Imagen de Azuzephre]

El cielo está llorando...

Awwww, de Azuzephre

...y yo con él.

[Imagen de Azuzephre]

martes, 5 de abril de 2005

Aprendiendo olores...

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Desearía tener nariz...

Sé que me pierdo cosas, que los momentos buenos, las noticias agradables, pasan por un filtro y llegan a mí tamizadas, desvirtuadas. Las escribo muchas veces, para poder recordarlas, para saber que han existido... pero se van como arena que no puedo retener en mis manos. Como si no tuviera nariz que captara el olor de la flor.

Vamos a intentar saber a qué huele...

Me encanta aprender. Sé pocas cosas, lo que significa que me quedan trillones por descubrir, y me gusta esa sensación y la de que hoy me quedan trillones menos un par que me he encontrado en el día. Dejé de estudiar hace tiempo por causas ajenas a mi voluntad (qué gran frase cuando no quieres entrar en detalles!), y hasta hace poco no me había atrevido a volver a estar en algo que se pudiera confundir con un aula. Pero me encanta aprender, y he seguido haciéndolo: leyendo, escuchando, investigando... y este mes, de nuevo en una clase, con gente conocida y de manera poco formal, pero rompiendo una barrera que llevaba demasiado tiempo ahí.

Inspira, llénate de aire...

Me encanta mi trabajo. Ya sé que no vende mucho esta frase, y que debería decir que soy una mujer explotada en un curro con unos jefes incompetentes en el que intento escaquearme el mayor tiempo posible... pero es que me encanta mi trabajo, la organización donde paso la mayor parte del día, el ambiente que hay, mis jefes -algunos amigos también-. Me encanta saber que lo que hacemos sirve de algo, que tenemos una función social, que entendemos la economía de otra manera y que apoyamos un cambio económico y social entre todos, pasito a pasito, democratizando las empresas. Me podría extender -y caerá, caerá-, pero hoy dejo este aperitivo.

Suelta... poco a poco...

Éste... y la conversación que he tenido hoy con el director, agradeciéndome mi esfuerzo, reconociendo mi labor, alabando mi capacidad... y finalmente ofreciéndome un contrato indefinido en vez de la renovación prevista, y comprometiéndose a revisar la categoría de aquí al verano. Una se siente bien con estas cosas. Se siente reconocida, y es agradable ese reconocimiento, aunque no trabaje por él, sino por hacer bien las cosas. Pero cuando además estás implicada en la organización, estas cosas hacen sentir que tu aportación sirve de algo, es un granito de arena más para la pequenya montanyita que somos... Me siento un poco satisfecha y otro poco orgullosa.

Ese olor...

Y dando vueltas sobre esto, volvía a pensar hoy en lo mucho que me gusta mi trabajo lo mucho que me gusta aprender... y en la posibilidad de apuntarme en la UNED. Educación Social, Pedagogía, Psicopedagogía... sería cuestión de revisar planes de estudio, no dejan de ser opciones. Primero estaría aprobar el Acceso para mayores de 25, claro, pero y si me lanzara? Y si?

Ese olor...

No quiero ilusionarme con flores porque sé demasiado bien que éstas no soportan las tormentas, y en mí puede desatarse una nueva en cualquier momento. Pero hoy dejo flotar el "y si?", y aunque sé que me da demasiado miedo, es un paso sólo planteárselo, así en abstracto.

PD: Me encantaría compartir estos logros, estas victorias, con quien me dijo que acabaría haciendo mío mi puesto, y más allá, acabaría pintando la empresa de colores pastel :-) Porque sonreirías, te conozco... y porque estas victorias también son tuyas. Ojalá tuvieras nariz...

[Imagen de DarkJak, basada en personajes de Azuzephre]

[Escuchando "Say what you want", de Texas]

Aprendiendo olores...

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Desearía tener nariz...

Sé que me pierdo cosas, que los momentos buenos, las noticias agradables, pasan por un filtro y llegan a mí tamizadas, desvirtuadas. Las escribo muchas veces, para poder recordarlas, para saber que han existido... pero se van como arena que no puedo retener en mis manos. Como si no tuviera nariz que captara el olor de la flor.

Vamos a intentar saber a qué huele...

Me encanta aprender. Sé pocas cosas, lo que significa que me quedan trillones por descubrir, y me gusta esa sensación y la de que hoy me quedan trillones menos un par que me he encontrado en el día. Dejé de estudiar hace tiempo por causas ajenas a mi voluntad (qué gran frase cuando no quieres entrar en detalles!), y hasta hace poco no me había atrevido a volver a estar en algo que se pudiera confundir con un aula. Pero me encanta aprender, y he seguido haciéndolo: leyendo, escuchando, investigando... y este mes, de nuevo en una clase, con gente conocida y de manera poco formal, pero rompiendo una barrera que llevaba demasiado tiempo ahí.

Inspira, llénate de aire...

Me encanta mi trabajo. Ya sé que no vende mucho esta frase, y que debería decir que soy una mujer explotada en un curro con unos jefes incompetentes en el que intento escaquearme el mayor tiempo posible... pero es que me encanta mi trabajo, la organización donde paso la mayor parte del día, el ambiente que hay, mis jefes -algunos amigos también-. Me encanta saber que lo que hacemos sirve de algo, que tenemos una función social, que entendemos la economía de otra manera y que apoyamos un cambio económico y social entre todos, pasito a pasito, democratizando las empresas. Me podría extender -y caerá, caerá-, pero hoy dejo este aperitivo.

Suelta... poco a poco...

Éste... y la conversación que he tenido hoy con el director, agradeciéndome mi esfuerzo, reconociendo mi labor, alabando mi capacidad... y finalmente ofreciéndome un contrato indefinido en vez de la renovación prevista, y comprometiéndose a revisar la categoría de aquí al verano. Una se siente bien con estas cosas. Se siente reconocida, y es agradable ese reconocimiento, aunque no trabaje por él, sino por hacer bien las cosas. Pero cuando además estás implicada en la organización, estas cosas hacen sentir que tu aportación sirve de algo, es un granito de arena más para la pequenya montanyita que somos... Me siento un poco satisfecha y otro poco orgullosa.

Ese olor...

Y dando vueltas sobre esto, volvía a pensar hoy en lo mucho que me gusta mi trabajo lo mucho que me gusta aprender... y en la posibilidad de apuntarme en la UNED. Educación Social, Pedagogía, Psicopedagogía... sería cuestión de revisar planes de estudio, no dejan de ser opciones. Primero estaría aprobar el Acceso para mayores de 25, claro, pero y si me lanzara? Y si?

Ese olor...

No quiero ilusionarme con flores porque sé demasiado bien que éstas no soportan las tormentas, y en mí puede desatarse una nueva en cualquier momento. Pero hoy dejo flotar el "y si?", y aunque sé que me da demasiado miedo, es un paso sólo planteárselo, así en abstracto.

PD: Me encantaría compartir estos logros, estas victorias, con quien me dijo que acabaría haciendo mío mi puesto, y más allá, acabaría pintando la empresa de colores pastel :-) Porque sonreirías, te conozco... y porque estas victorias también son tuyas. Ojalá tuvieras nariz...

[Imagen de DarkJak, basada en personajes de Azuzephre]

[Escuchando "Say what you want", de Texas]

domingo, 3 de abril de 2005

Cómo puedes decir eso (II)

Delirium, de Sue Anna Joe

No dejo de hacer planes insanos, es mi vía de escape, la salida que da descanso a mi cabeza demasiado activa. Hoy como ayer se pierde mi mente contando píldoras de colores, haciendo cálculos, sonyando con dormirse, sonyando con dejar de sonyar. Descanso, paz.

Hace poco estuve en una conversación en la que aseguraban que los suicidas siempre se arrepienten justo antes de morir. Yo me he quedado dormida pensando que no despertaría más, y lo que recuerdo es una sensación de paz que no he vuelto a tener desde entonces, una paz intensa, un "ya pasó, mi ninya" que no he vuelto a encontrar. Han pasado nueve anyos y dos intentos más -pero siempre pillo a la Dama ocupada, una es torpe hasta para esto-, y ni en los brazos más protectores, ni en los días más luminosos he encontrado esa sensación de calma, que nada tenía que ver con el arrepentimiento.

Cuando llegas a este punto, te encuentras con un problema. No estás muerta, porque los muertos no teclean en el portátil de su ex, eso seguro. Pero no acabas de estar viva, porque vives atenuado. Estás en una especie de limbo, y desde él no puedes reengancharte a la Vida, los días pasan y llegan a ti tamizados, no estás del todo presente en ningún sitio, te ves desde fuera en las conversaciones y no te centras en una vida que sientes ajena. Mi mundo ajeno, una vez más...

Pero no estás muerta. Aunque te sientas así muchas veces, aunque lo desees tantas otras.

Cómo puedes decir eso.

Es que es mi blog y digo lo que me da la gana, va a ser por eso, lo que tiene mi espacio de desahogo. Además viene bien clarito arriba: "palabras que nadie quiere oír, gritos en silencio, para nadie, para nada". Reclamaciones al maestro armero, por favor. Y sigo...

Diazepam: 1200 mg (240 círculos amarillos)
Zolpidem: 1800 mg (180 palitos blancos)
Lormetazepam: 120 mg (120 círculos blancos)
Cloracepato dipotásico: 750 mg (110 rosablancas, rosazules)
Doxilamina: 400 mg (16 cielos azules)
666 entre unos y otros (esto fue irónicamente casual, no se pretendía ser especialmente satánica). Su leche, su Primperán-no-vomites-ninya. No peso 50 kilos. Una no debería estar aquí.

No debería estar aquí.

Y sin poder quitarse esa idea de la cabeza, la idea y la sensación, es realmente difícil reengancharse al tren de la vida. Pues va a ser que no, que dirían los anuncios.

[Imagen: "Delirium", de Sue Anna Joe]

[Escuchando "Baby, can I hold you tonight", de Tracy Chapman]

Cómo puedes decir eso (II)

Delirium, de Sue Anna Joe

No dejo de hacer planes insanos, es mi vía de escape, la salida que da descanso a mi cabeza demasiado activa. Hoy como ayer se pierde mi mente contando píldoras de colores, haciendo cálculos, sonyando con dormirse, sonyando con dejar de sonyar. Descanso, paz.

Hace poco estuve en una conversación en la que aseguraban que los suicidas siempre se arrepienten justo antes de morir. Yo me he quedado dormida pensando que no despertaría más, y lo que recuerdo es una sensación de paz que no he vuelto a tener desde entonces, una paz intensa, un "ya pasó, mi ninya" que no he vuelto a encontrar. Han pasado nueve anyos y dos intentos más -pero siempre pillo a la Dama ocupada, una es torpe hasta para esto-, y ni en los brazos más protectores, ni en los días más luminosos he encontrado esa sensación de calma, que nada tenía que ver con el arrepentimiento.

Cuando llegas a este punto, te encuentras con un problema. No estás muerta, porque los muertos no teclean en el portátil de su ex, eso seguro. Pero no acabas de estar viva, porque vives atenuado. Estás en una especie de limbo, y desde él no puedes reengancharte a la Vida, los días pasan y llegan a ti tamizados, no estás del todo presente en ningún sitio, te ves desde fuera en las conversaciones y no te centras en una vida que sientes ajena. Mi mundo ajeno, una vez más...

Pero no estás muerta. Aunque te sientas así muchas veces, aunque lo desees tantas otras.

Cómo puedes decir eso.

Es que es mi blog y digo lo que me da la gana, va a ser por eso, lo que tiene mi espacio de desahogo. Además viene bien clarito arriba: "palabras que nadie quiere oír, gritos en silencio, para nadie, para nada". Reclamaciones al maestro armero, por favor. Y sigo...

Diazepam: 1200 mg (240 círculos amarillos)
Zolpidem: 1800 mg (180 palitos blancos)
Lormetazepam: 120 mg (120 círculos blancos)
Cloracepato dipotásico: 750 mg (110 rosablancas, rosazules)
Doxilamina: 400 mg (16 cielos azules)
666 entre unos y otros (esto fue irónicamente casual, no se pretendía ser especialmente satánica). Su leche, su Primperán-no-vomites-ninya. No peso 50 kilos. Una no debería estar aquí.

No debería estar aquí.

Y sin poder quitarse esa idea de la cabeza, la idea y la sensación, es realmente difícil reengancharse al tren de la vida. Pues va a ser que no, que dirían los anuncios.

[Imagen: "Delirium", de Sue Anna Joe]

[Escuchando "Baby, can I hold you tonight", de Tracy Chapman]