Tienes que darte otra oportunidad, las cosas pueden ser diferentes. Empiezan a serlo, si miras bien...
Estoy radicalmente de acuerdo con esa frase. Hay que darse nuevas oportunidades, hay que levantarse e intentarlo. Hay que seguir andando aunque no siempre veas la luz al final del camino, andar entre las sombras, a tientas si hace falta, andar y darse todas las oportunidades que seas capaz de darte.
Pero ahí está la segunda clave. Darse oportunidades, por supuesto, sin número, sin límite... mientras seas capaz. Mientras puedas. Todo lo que aguantes y el poquito más que se pueda cuando se ha acabado el aguante. Hasta ahí.
Y ese "hasta aquí" es forzosamente subjetivo, porque sólo uno mismo sabe cuándo las fuerzas dan para más y cuándo no. Desde fuera, puede verse una situación que mejora, pero si se han agotado las fuerzas, las ganas... será demasiado tarde. Desde fuera puede pensarse que siempre quedan fuerzas para un poco más (es un pensamiento con muchos adeptos, éste, y en él los que no encuentran esas fuerzas son reducidos a cobardes). Desde fuera pueden pensarse muchas cosas... pero una es la que carga con su vida diariamente como un fardo.
Siempre que puedas aguantar un poco más, hazlo. Siempre que puedas darte otra oportunidad, dátela, seguro que la mereces. Y cuando no puedas más... simplemente descansa, ninya. Deja que todo acabe, deja las lágrimas para otros, deja la angustia en este mundo y vete lejos, deja aquí la cabeza que no soportas, esa que va más rápido de lo que puedes escuchar, la que ha hecho cursos de tortura rápida con CCC... déjala, mi ninya, que son diez anyos. De venticuatro, diez anyos de lucha son muchos anyos. Y otros más fuertes o menos cobardes, ya no importa, podrán aguantar diez anyos y más, y decir que la vida es una batalla continua y que ahí está la gracia... pero tú estás rota y también tienes derecho a un descanso. Porque frente al deber de darse nuevas oportunidades, se alza también el derecho a descansar. Y llevas diez anyos de oportunidades, gacela, mi belle gazelle, has completado el círculo demasiadas veces, y si te has ganado ser feliz y no lo consigues, seguro que te has ganado también dejar de ser infeliz, y eso sí está en tu mano. Claro que querrías que las cosas fueran distintas, y ser más fuerte o tener más ganas o las dos cosas. Claro que querrías ir a la Feria del Libro este anyo y ser de nuevo la Robin Hood de los libros, allá en el Sherwood que es el Retiro. Y claro que querrías agarrarte a eso, y seguir en tu trabajo, transformando el mundo con la Utopía por bandera y patria; y conocer a esa pequenya forera que va a nacer en Granada; y volver a Marrakech, Dama Roja del desierto, siendo una vez más belle gazelle entre olores y colores luminosos, rojizos, madre tierra; y claro que querrías conocer tanto que hay por ahí, ciudades, personas, asomarte más al capitán de barco en el que se atisba un mundo interior mágico...
...pero cielo, tienes que dejar los ysis, los futuribles, las batallas perdidas. Porque dejando eso a un lado también se va la angustia, las lágrimas, la necesidad de hacerte danyo constantemente como único alivio, el aire que se escapa y se pierde, la casa asesina en la que te ahogas, el vacío que te come, las noches sin cenar porque para qué... Porque la única manera de acabar con los días negros que están por venir es cargarte los pequenyos momentos de luz que encontrarías también en el camino. Lo enfermo y lo sano, ya sabes. En algún momento hay que decidirse. Y esta es una batalla en la que, por una vez, juegas con ventaja.
[Escuchando... una cabeza que quiere amotinarse y coger el timón]
Estoy radicalmente de acuerdo con esa frase. Hay que darse nuevas oportunidades, hay que levantarse e intentarlo. Hay que seguir andando aunque no siempre veas la luz al final del camino, andar entre las sombras, a tientas si hace falta, andar y darse todas las oportunidades que seas capaz de darte.
Pero ahí está la segunda clave. Darse oportunidades, por supuesto, sin número, sin límite... mientras seas capaz. Mientras puedas. Todo lo que aguantes y el poquito más que se pueda cuando se ha acabado el aguante. Hasta ahí.
Y ese "hasta aquí" es forzosamente subjetivo, porque sólo uno mismo sabe cuándo las fuerzas dan para más y cuándo no. Desde fuera, puede verse una situación que mejora, pero si se han agotado las fuerzas, las ganas... será demasiado tarde. Desde fuera puede pensarse que siempre quedan fuerzas para un poco más (es un pensamiento con muchos adeptos, éste, y en él los que no encuentran esas fuerzas son reducidos a cobardes). Desde fuera pueden pensarse muchas cosas... pero una es la que carga con su vida diariamente como un fardo.
Siempre que puedas aguantar un poco más, hazlo. Siempre que puedas darte otra oportunidad, dátela, seguro que la mereces. Y cuando no puedas más... simplemente descansa, ninya. Deja que todo acabe, deja las lágrimas para otros, deja la angustia en este mundo y vete lejos, deja aquí la cabeza que no soportas, esa que va más rápido de lo que puedes escuchar, la que ha hecho cursos de tortura rápida con CCC... déjala, mi ninya, que son diez anyos. De venticuatro, diez anyos de lucha son muchos anyos. Y otros más fuertes o menos cobardes, ya no importa, podrán aguantar diez anyos y más, y decir que la vida es una batalla continua y que ahí está la gracia... pero tú estás rota y también tienes derecho a un descanso. Porque frente al deber de darse nuevas oportunidades, se alza también el derecho a descansar. Y llevas diez anyos de oportunidades, gacela, mi belle gazelle, has completado el círculo demasiadas veces, y si te has ganado ser feliz y no lo consigues, seguro que te has ganado también dejar de ser infeliz, y eso sí está en tu mano. Claro que querrías que las cosas fueran distintas, y ser más fuerte o tener más ganas o las dos cosas. Claro que querrías ir a la Feria del Libro este anyo y ser de nuevo la Robin Hood de los libros, allá en el Sherwood que es el Retiro. Y claro que querrías agarrarte a eso, y seguir en tu trabajo, transformando el mundo con la Utopía por bandera y patria; y conocer a esa pequenya forera que va a nacer en Granada; y volver a Marrakech, Dama Roja del desierto, siendo una vez más belle gazelle entre olores y colores luminosos, rojizos, madre tierra; y claro que querrías conocer tanto que hay por ahí, ciudades, personas, asomarte más al capitán de barco en el que se atisba un mundo interior mágico...
...pero cielo, tienes que dejar los ysis, los futuribles, las batallas perdidas. Porque dejando eso a un lado también se va la angustia, las lágrimas, la necesidad de hacerte danyo constantemente como único alivio, el aire que se escapa y se pierde, la casa asesina en la que te ahogas, el vacío que te come, las noches sin cenar porque para qué... Porque la única manera de acabar con los días negros que están por venir es cargarte los pequenyos momentos de luz que encontrarías también en el camino. Lo enfermo y lo sano, ya sabes. En algún momento hay que decidirse. Y esta es una batalla en la que, por una vez, juegas con ventaja.
[Escuchando... una cabeza que quiere amotinarse y coger el timón]
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