La realidad es una mera ilusión, aunque se trata de una muy persistente.Hace tiempo aprendí que no debo fiarme de mis impresiones acerca de lo que los demás piensan de mí. A veces veo enfados donde no los hay, o miradas danyinas que no pretendían serlo, o gestos de rechazo que sólo están en mi cabeza, o me siento el objeto de unas risas totalmente inocentes...(Albert Einstein)
No es agradable, y no es un victimismo voluntario ni un ego demasiado grande. Racionalmente sé que es el típico producto de una inseguridad más grande que mi metro y medio de estatura, y por eso simplemente intento no hacer caso de mis percepciones, y esperar que si alguien tiene algo que decirme, lo haga. Y muchas veces funciona... pero a veces se me escapa.
Y entonces me siento muy chiquita, muy ninya, muy pequenya. Porque cada mirada parece afilada, y las risas a la espalda siempre las provoco yo y se clavan desgarrándome, y siento la lástima o el desprecio, reales o no. Y me recuerdo que no debo fiarme, que mi percepción demasiadas veces es enganyosa y no coincide con la realidad... pero no es fácil, porque al fin y al cabo, nuestra realidad está hecha de nuestras percepciones.
Como me conozco, intento pasar por el tamiz de la racionalidad lo que percibo, esas miradas esquivas o el tono siempre cortante e hiriente, las preguntas maliciosas al aire que siento que están destinadas a mí o las voces insidiosas que me quieren decir lo (mal) que otros están pensando de mí por lo que hago o digo.
Lo intento una y mil veces, controlar esa imaginación (o no, de nuevo) que echa a volar a la mínima y que acaba convenciéndome de que es tan real como un pellizco doloroso en el brazo, pero muchas veces me supera, y callo porque, como en las películas, cualquier cosa que dijera podría utilizarse en mi contra, o ser nuevo motivo de burla, insuficiente para defenderme de un ataque que quizás sea real, quizás no. Y acabo cerrando los ojos también, para no ver gestos que no sé interpretar, perdida temporalmente en la maranya de mi inseguridad. Y me taparía los oídos si tuviera más manos, para no tener que oír el tono áspero que se dirige a mí hundiéndome aún más en mi barro.
No oír, no ver, no hablar. Callada, ciega y sorda. Perdida en un mundo de Ilusiones Fuertes y Feroces que se han comido a la pequenya realidad para instaurar una Realidad que muerde.
No mires
No oigas
No hables
Sssssshhhhh
No oigas
No hables
Sssssshhhhh
[La imagen que encabeza el post está sacada de la Galería de art.com. Puedes ir haciendo click AQUÍ.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario