Los taxistas nunca me han inspirado confianza.
La salud mental de una persona que se pasa el día al volante soportando motoristas kamikazes, bozinazos, obras y demás elementos desquiciadores del tránsito urbano cotidiano me parece, como mínimo, cuestionable.
Un par de experiencias personales reafirmaban mis suposiciones.
Un día cualquiera, Plaza Universidad, Barcelona,3:oo a.m:
- A Aribau con Avenida Diagonal, por favor.
- ¿Vas de fiesta, guapa?
- Sí
- Claro, si es que hay que disfrutar. A mi me lo dicen cada día unos angelitos que vienen a visitarme por la mañana. Nada más abrir los ojos ellos están ahí, a los pies de mi cama y siempre me dicen: "Hay que vivir la vida, hay que vivir la vida..."
- Déjeme aquí mismo que ya me va bien. Gracias.
Otro día cualquiera, Plaza España, Barcelona, 8:30 a.m:
- A Carretera de Sants con Rambla Badal, por favor.
- ¿Hay que ver como está el tráfico,eh? Yo es que me pongo negro...
- Ya
- ¿Sabes lo que me gustaría realmente?
- Pues no...
- Yo lo que quisiera en días como este es tener una recortada y poder ir disparando por la ventanilla...
-Puede dejarme aquí mismo, ya me va bien. Gracias.
En fin, a pesar de todo y después de haberme encontrado con esto por la blogosfera quizá cambie de opinión, quizá...
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