En las Ramblas de Barcelona los turistas, en vez de llevarse lagartijas de Gaudí o pequeñas Sagradas Familias, compran sombreros mariachis en las tiendas de souvenirs.
Este fin de semana una pareja de alemanes que me acompañaban en mi ascensión por la Giralda de Sevilla, en vez de arrancarse con un "ooolé", no paraban de decir: "aaandale, aaandale".
O Méjico no se promociona como es debido o nosotros no nos explicamos bien.
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