Hace anyos fui a ver la obra de teatro que más me ha gustado de todas las que he visto en mi vida. Era una obra chiquita, sin grandes aspiraciones, que hoy, tiempo después, quizás no recuerde casi nadie. Yo me sigo acordando a veces de ella.
Se llamaba ICARS, de la companyía mallorquina Res de Res. Esta companyía nace en el anyo 1997 y, dice su web -y desde luego así era en la obra Icars-, tiene como característica especial que integran elementos casi circenses en sus obras de teatro.
Icars contaba sin palabras, con música y gestos, una historia de amor como tantas que se viven, a través de sus fases. La ilusión del principio, el miedo, las dudas, la entrega, la pasión... hasta las primeras discusiones, la rutina, los reproches, la soledad dentro de la pareja... y de nuevo las ganas de recomponer la historia que se ha construido, las ganas de intentarlo de nuevo, de pelearse la relación...
La vi dos veces con mi pareja de entonces, a los dos nos gustó mucho y cuando vimos que teníamos la oportunidad de volver a verla unos meses después de la primera vez, repetimos. Era increíble lo expresivos que resultaban los actores, sólo dos -tres es multitud-, cómo valiéndose de pocas cosas, un despertador, una caja de cartón, unas cuerdas y un pequenyo trapecio, hacían llegar tantas sensaciones al espectador.
Desde entonces he intentado volver a ver algo de esta companyía, pero sólo me he enterado una vez de que hicieran algo por Madrid, y fue demasiado tarde. Por eso hoy miraba también la programación del festival Escena Contemporánea, que fue donde les vi por primera vez, no sea que vinieran y se me pasara ir a verles. Pero no vienen este anyo tampoco... habrá que seguir esperando, y mientras tanto, ir al teatro a ver a Yllana, por ejemplo, que siempre saben hacerme sonreír. Hay ganas, hay ganas...
Se llamaba ICARS, de la companyía mallorquina Res de Res. Esta companyía nace en el anyo 1997 y, dice su web -y desde luego así era en la obra Icars-, tiene como característica especial que integran elementos casi circenses en sus obras de teatro.
Icars contaba sin palabras, con música y gestos, una historia de amor como tantas que se viven, a través de sus fases. La ilusión del principio, el miedo, las dudas, la entrega, la pasión... hasta las primeras discusiones, la rutina, los reproches, la soledad dentro de la pareja... y de nuevo las ganas de recomponer la historia que se ha construido, las ganas de intentarlo de nuevo, de pelearse la relación...
La vi dos veces con mi pareja de entonces, a los dos nos gustó mucho y cuando vimos que teníamos la oportunidad de volver a verla unos meses después de la primera vez, repetimos. Era increíble lo expresivos que resultaban los actores, sólo dos -tres es multitud-, cómo valiéndose de pocas cosas, un despertador, una caja de cartón, unas cuerdas y un pequenyo trapecio, hacían llegar tantas sensaciones al espectador.
Desde entonces he intentado volver a ver algo de esta companyía, pero sólo me he enterado una vez de que hicieran algo por Madrid, y fue demasiado tarde. Por eso hoy miraba también la programación del festival Escena Contemporánea, que fue donde les vi por primera vez, no sea que vinieran y se me pasara ir a verles. Pero no vienen este anyo tampoco... habrá que seguir esperando, y mientras tanto, ir al teatro a ver a Yllana, por ejemplo, que siempre saben hacerme sonreír. Hay ganas, hay ganas...
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