Estoy andando sin mojarme. Andando a medias, viviendo a medias. Sin implicarme, yo que me meto de lleno en lo que hago; sin ilusionarme, yo que necesito sonyar despierta para sentirme completa, sin una pizca de la intensidad que me caracteriza. No me siento completa, ni de lejos, y me parece que me vacío a cada paso. Que soy una sombra de mí, que mi mundo está lleno de una niebla densa que me impide ver las cosas tal como son. Sólo alcanzo a intuir cómo son las cosas tras las nubes, pero no las disfruto, no me contagio.
Y eso a pesar de la cantidad de cosas que objetivamente van bien. Pero es como si me pillaran entre plano y plano, incapaces de alcanzarme de todo. Por eso, estoy sin estar, sonrío sin ganas o hablo por hablar, por eso tampoco escribo, por eso me siento infinitamente lejos de todo.
Porque voy de puntillas por mi vida, sin hacer ruido, no sea que vaya a despertarme. Y sé que no soy yo, no del todo, pero no sé cómo recuperarme, reencontrarme.
Y eso a pesar de la cantidad de cosas que objetivamente van bien. Pero es como si me pillaran entre plano y plano, incapaces de alcanzarme de todo. Por eso, estoy sin estar, sonrío sin ganas o hablo por hablar, por eso tampoco escribo, por eso me siento infinitamente lejos de todo.
Porque voy de puntillas por mi vida, sin hacer ruido, no sea que vaya a despertarme. Y sé que no soy yo, no del todo, pero no sé cómo recuperarme, reencontrarme.
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