Te faltan las palabras. En tus espacios, cada vez te das menos, cada vez hay más huecos entre huella y huella. Cada vez tus dedos danzan menos sobre el teclado, como si no encontraras cosas que compartir, como si te encerraras de nuevo en tu caparazón.
Y fuera del mundo de la Red, haces un poco lo mismo. En las conversaciones tu voz pasa desapercibida las pocas veces que la dejas salir a flote. Cada vez te son más ajenas las palabras, te sitúas lejos cuando otros hablan y no encuentras ocasión de que se te escuche. No tienes nada que decir, que aportar, que compartir. Te sientes lejos, distante.
Tu própósito del anyo, si es que tenías alguno, era ser más social/sociable, ser más atenta con los tuyos, llamar más, estar más presente, tener un sitio. Ja. Te diluyes en la niebla y tus palabras son vaho, aire que nadie oye. Y al final, decides poner un dedo sobre los labios y hacer un ssshhh bajito, muy bajito, previo al silencio. Un silencio sin gritos, esta vez, sin nada, sólo vacío.
Y fuera del mundo de la Red, haces un poco lo mismo. En las conversaciones tu voz pasa desapercibida las pocas veces que la dejas salir a flote. Cada vez te son más ajenas las palabras, te sitúas lejos cuando otros hablan y no encuentras ocasión de que se te escuche. No tienes nada que decir, que aportar, que compartir. Te sientes lejos, distante.
Tu própósito del anyo, si es que tenías alguno, era ser más social/sociable, ser más atenta con los tuyos, llamar más, estar más presente, tener un sitio. Ja. Te diluyes en la niebla y tus palabras son vaho, aire que nadie oye. Y al final, decides poner un dedo sobre los labios y hacer un ssshhh bajito, muy bajito, previo al silencio. Un silencio sin gritos, esta vez, sin nada, sólo vacío.
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