Hablan de amores eternos, de medias naranjas, de almas gemelas que se encuentran en algún lugar a lo largo y ancho del planeta. De nuestra mitad desgajada antes de nacer y esperando que la reencontremos en lo que dura la vida. De príncipes azules de películas de Disney que nos despertarán de nuestro plácido suenyo con un beso en los labios, descubriéndonos así el Amor con mayúsculas.
Frente a la promesa del alma gemela perdida y reencontrada, está la frustración del que busca y deshecha relaciones que seguramente serían hermosas, enriquecedoras, cálidas... pero falta ese algo. Ese algo que tendrá su príncipe azul a la vuelta de la esquina, o a veinte mil kilómetros de distancia. Su media naranja, su alma gemela.
Pero la teoría de los amores cortados a pares significaría que sólo hay un Amor verdadero, ese que no entiende de minúsculas, ese que nos llevaría a una nube de perfección, ese que estaría por encima de tantos pequenyos amores que en realidad no lo fueron, que sólo eran una mentira disfrazada de algo grande. Y yo, como ya dije entonces, no acepto que me digan que mis Amores -todos ellos- no son tan reales como mis manos, como mis labios, como mi voz.
No quiero sentarme ansiando un amor que me complete, mitad anhelante, consumida en una espera que quién sabe cuánto puede durar. Quiero saber ciertos múltiples amores, el de ayer, el de hoy, el de manyana... y reconocerme en todos ellos. Saber que todos fueron reales, que todos me ayudaron a volar por el cielo con mis propias alas, saber que todos multiplicaron sonrisas aunque dejaran también lágrimas a su paso... y saber que yo fui amada y amante, Amante y Amada... sin cítricos de por medio.
[La imagen que encabeza este post es de la galería que Jakama tiene en Flickr, a la que puedes acceder haciendo click en su nombre. La idea que hizo que este post naciera se encuentra en este otro de Nébula, gracias desde aquí a los dos.]
Frente a la promesa del alma gemela perdida y reencontrada, está la frustración del que busca y deshecha relaciones que seguramente serían hermosas, enriquecedoras, cálidas... pero falta ese algo. Ese algo que tendrá su príncipe azul a la vuelta de la esquina, o a veinte mil kilómetros de distancia. Su media naranja, su alma gemela.
Pero la teoría de los amores cortados a pares significaría que sólo hay un Amor verdadero, ese que no entiende de minúsculas, ese que nos llevaría a una nube de perfección, ese que estaría por encima de tantos pequenyos amores que en realidad no lo fueron, que sólo eran una mentira disfrazada de algo grande. Y yo, como ya dije entonces, no acepto que me digan que mis Amores -todos ellos- no son tan reales como mis manos, como mis labios, como mi voz.
No quiero sentarme ansiando un amor que me complete, mitad anhelante, consumida en una espera que quién sabe cuánto puede durar. Quiero saber ciertos múltiples amores, el de ayer, el de hoy, el de manyana... y reconocerme en todos ellos. Saber que todos fueron reales, que todos me ayudaron a volar por el cielo con mis propias alas, saber que todos multiplicaron sonrisas aunque dejaran también lágrimas a su paso... y saber que yo fui amada y amante, Amante y Amada... sin cítricos de por medio.
[La imagen que encabeza este post es de la galería que Jakama tiene en Flickr, a la que puedes acceder haciendo click en su nombre. La idea que hizo que este post naciera se encuentra en este otro de Nébula, gracias desde aquí a los dos.]
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