Construcción. Destrucción. Arriba, abajo. Nacimiento, muerte. De nuevo, los opuestos que se cruzan y descruzan.
Es desolador ver que puedes construir las cosas con toda la ilusión del mundo, construirlas hacia arriba, haciéndolas crecer, alimentándolas día a día... para encontrarte en un manyana inesperado con cuanto construiste roto.
Demasiadas promesas rotas. Esas promesas que me hicieron lanzarme a tus brazos con los ojos cerrados, confiada, sin cordón de seguridad. Porque no se repetiría, porque siempre estaríamos cerca de una u otra manera, porque construiríamos un vínculo que nos iba a unir siempre. Inocente o ingenua por creer en ese siempre? No lo creo. Una relación puede no durar siempre, pero el vínculo no tiene por qué perderse, sólo aprender a transformarse en otro tipo de relación.
Y yo lo creí, lo creí después de que me hubieran roto otros vínculos en la cara, y de haberme despedido de ellos con más lágrimas de las que creí ser capaz de dejarme en el camino. Contigo no haría falta, dijiste. Y era cierto, tú arrastrabas tus vínculos del pasado hasta el presente, tú eras más sabio, tú incluías en tu vida los amores del ayer sin perder la ternura del hoy. Lo vi, confié, se fueron miedos y dudas...
...hasta que las promesas se rompieron. Y sigo creyéndote, sigo creyendo -a duras penas- en un futuro donde sabremos reencontrarnos sin hacernos danyo, sabremos construir una amistad en medio de este vacío, sabremos estar cerca el uno del otro, de alguna manera. Pero me desgarran los días de ausencia entre medias, y me temo cuando mi fe en ti, en nosotros, flaquea.
No voy a olvidarte, pese a los consejos. No voy a acostumbrarme a tu ausencia, al silencio. Voy a sufrirte mientras me refugio en un futuro que hoy no es, pero por fuerza será. Si no confío, estoy perdida.
Es desolador ver que puedes construir las cosas con toda la ilusión del mundo, construirlas hacia arriba, haciéndolas crecer, alimentándolas día a día... para encontrarte en un manyana inesperado con cuanto construiste roto.
Demasiadas promesas rotas. Esas promesas que me hicieron lanzarme a tus brazos con los ojos cerrados, confiada, sin cordón de seguridad. Porque no se repetiría, porque siempre estaríamos cerca de una u otra manera, porque construiríamos un vínculo que nos iba a unir siempre. Inocente o ingenua por creer en ese siempre? No lo creo. Una relación puede no durar siempre, pero el vínculo no tiene por qué perderse, sólo aprender a transformarse en otro tipo de relación.
Y yo lo creí, lo creí después de que me hubieran roto otros vínculos en la cara, y de haberme despedido de ellos con más lágrimas de las que creí ser capaz de dejarme en el camino. Contigo no haría falta, dijiste. Y era cierto, tú arrastrabas tus vínculos del pasado hasta el presente, tú eras más sabio, tú incluías en tu vida los amores del ayer sin perder la ternura del hoy. Lo vi, confié, se fueron miedos y dudas...
...hasta que las promesas se rompieron. Y sigo creyéndote, sigo creyendo -a duras penas- en un futuro donde sabremos reencontrarnos sin hacernos danyo, sabremos construir una amistad en medio de este vacío, sabremos estar cerca el uno del otro, de alguna manera. Pero me desgarran los días de ausencia entre medias, y me temo cuando mi fe en ti, en nosotros, flaquea.
No voy a olvidarte, pese a los consejos. No voy a acostumbrarme a tu ausencia, al silencio. Voy a sufrirte mientras me refugio en un futuro que hoy no es, pero por fuerza será. Si no confío, estoy perdida.
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