Soy una muchacha de lágrima fácil, es verdad, y las cosas que me duelen, me duelen mucho, y cuando lo paso mal, lo paso muy mal...
...pero también tengo la otra cara de la moneda. Me ilusiono fácilmente, cojo carinyo a los demás fácilmente también, y enseguida me sacan una sonrisa. Sincera, de las que salen de dentro y llenan de luz una habitación.
Me gusta cuando eso pasa, que en realidad es bastante a menudo aunque no suela venir aquí a decirlo -reservo este blog para lo que no puedo exteriorizar, mis momentos más grises, aunque seguramente no sea buena idea, ya me lo dicen de cuando en cuando-. Y la red de redes es un buen lugar para recoger muchos de esos buenos momentos.
Algunos de ellos pasan en un foro en el que escribo y comparto muchas cosas. Pero no es en él donde he encontrado la sonrisa -amplia, cálida- que me llevo a la cama esta noche. No. La de esta noche le pertenece a Ariel Nepomuk, un ninyo rubio, brillante, ingenioso, cálido, buena gente, duenyo de uno de los mejores blogs que he tenido ocasión de encontrar en Internet (hermano de ese otro que merece cada minuto invertido en él, el del mejor cuentacuentos y narrador de historias que me he encontrado por estos lares, Lord Jim).
Hace anyos que me conecto a Internet y en este tiempo he tenido ocasión de conocer a mucha gente, muchos en persona, que se han convertido en grandes amigos, hasta alguna pareja. A Nepo no le conozco en persona, pero no me hace falta para haberle cogido carinyo... y a él no le hace falta para haberme regalado muchas de mis sonrisas, las que han hecho más llevadero el tiempo tormentoso que me acompanya demasiado a menudo.
No soy una persona importante en su vida, no he charlado con él en el messenger ni en el chat donde se junta con varios de los que leen su blog, pero tampoco eso ha hecho falta para crear el hábito de pasarme por su página, para desearle suerte ante una entrevista o una enfermedad, para sentirme cerca en algunos momentos. O para que su risa, contagiosa, cercana, cálida... contagie a la mía. Fuera preocupaciones, fuera el frío, sólo lugar para la risa del ninyo luminoso y la risa de un bicho suave que se siente acompanyada en la noche.
Muchas noches me cuesta conciliar el suenyo y mi mente divaga por caminos que haría mejor en no visitar, lo que aleja aún más el suenyo. Esta noche voy a dormir arrebujadita entre la risa de Nepo y las historias de Jim. Y en suenyos voy a pasar de Gacela a Águila, volando por encima de todo, descubriendo universos, riendo en cascada.
Gracias, Nepo.
[No te pierdas su risa... aquí]
...pero también tengo la otra cara de la moneda. Me ilusiono fácilmente, cojo carinyo a los demás fácilmente también, y enseguida me sacan una sonrisa. Sincera, de las que salen de dentro y llenan de luz una habitación.
Me gusta cuando eso pasa, que en realidad es bastante a menudo aunque no suela venir aquí a decirlo -reservo este blog para lo que no puedo exteriorizar, mis momentos más grises, aunque seguramente no sea buena idea, ya me lo dicen de cuando en cuando-. Y la red de redes es un buen lugar para recoger muchos de esos buenos momentos.
Algunos de ellos pasan en un foro en el que escribo y comparto muchas cosas. Pero no es en él donde he encontrado la sonrisa -amplia, cálida- que me llevo a la cama esta noche. No. La de esta noche le pertenece a Ariel Nepomuk, un ninyo rubio, brillante, ingenioso, cálido, buena gente, duenyo de uno de los mejores blogs que he tenido ocasión de encontrar en Internet (hermano de ese otro que merece cada minuto invertido en él, el del mejor cuentacuentos y narrador de historias que me he encontrado por estos lares, Lord Jim).
Hace anyos que me conecto a Internet y en este tiempo he tenido ocasión de conocer a mucha gente, muchos en persona, que se han convertido en grandes amigos, hasta alguna pareja. A Nepo no le conozco en persona, pero no me hace falta para haberle cogido carinyo... y a él no le hace falta para haberme regalado muchas de mis sonrisas, las que han hecho más llevadero el tiempo tormentoso que me acompanya demasiado a menudo.
No soy una persona importante en su vida, no he charlado con él en el messenger ni en el chat donde se junta con varios de los que leen su blog, pero tampoco eso ha hecho falta para crear el hábito de pasarme por su página, para desearle suerte ante una entrevista o una enfermedad, para sentirme cerca en algunos momentos. O para que su risa, contagiosa, cercana, cálida... contagie a la mía. Fuera preocupaciones, fuera el frío, sólo lugar para la risa del ninyo luminoso y la risa de un bicho suave que se siente acompanyada en la noche.
Muchas noches me cuesta conciliar el suenyo y mi mente divaga por caminos que haría mejor en no visitar, lo que aleja aún más el suenyo. Esta noche voy a dormir arrebujadita entre la risa de Nepo y las historias de Jim. Y en suenyos voy a pasar de Gacela a Águila, volando por encima de todo, descubriendo universos, riendo en cascada.
Gracias, Nepo.
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