domingo, 16 de octubre de 2005

Despedidas

No sé despedirme. La mayoría de las veces no entiendo siquiera la razón de las despedidas, la razón de prescindir de aquellos que han sido tan importantes en tu vida. Lo que más me duele, me desgarra, son los adioses. Me hacen pequenya, indefensa, desnuda en medio de la tormenta. Me hacen dudar de todo.

Qué nos lleva a acercarnos, compartirnos... para luego cerrar la puerta con candado y mil cerrojos, olvidar y dejar todo en un pasado al que no queremos volver, al que ni siquiera miramos a la cara para no recordar?

Si el mundo es una sucesión de despedidas, me resulta ajeno, lejano. Si las relaciones humanas son un camino que se descubre de la mano para luego descubrir caminos separados y no saber nada más de quien un día te acompanyó, no soy capaz de entenderlas.

Caminos nuevos, sí... pero sin prescindir de los antiguos vínculos. Los vínculos no han de estar siempre bajo la misma forma, puede ser un vínculo cambiante según las necesidades también cambiantes... pero no entiendo que deba perderse.

El dolor no va a cesar. No mientras me resista a entender, y no entiendo. Y me desangro en esa incomprensión...

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