Sentimiento crónico de vacío y desesperanza.
Seis palabras sólo y se quedan tan anchos. Habrá épocas en las que te sientas mejor y otras en las que te sientas peor, pero toma ya, sentimiento crónico de vacío y desesperanza.
Y lo malo es que tienen razón. Que algo te pasa por lo que nunca te sientes completa. Tú lo achacas a ese echar de menos que te caracteriza, pero seguramente siempre encontrarías algo distinto que echar en falta, algo que te traiga lágrimas a los ojos, algo por lo que dolerte y reotrcerte en un cuarto oscuro cuando cae el sol. Y no puedes evitarlo, aun a pesar de tu inmensa capacidad de disfrutar, de sonreír a la mínima, de reírte como una ninya pequenya, ojos brillantes y pincitas en el pelo.
Pero nunca estás completa, pese a lo que te den, que en este momento es bastante, pese a lo que tú misma te des, que hoy te cuidas más y mejor que ayer. Pero el vacío que llevas dentro no se llena, a veces parece que eres una esponja con capacidad ilimitada de absorber, y tomas y tomas y siempre falta más, siempre más... y te asustas porque sabes que la gente que te rodea acaba frustrada, cansada de dar y que siempre siga faltando, cansada de que pidas y de que incluso cuando estás en silencio sin pedir nada... en el fondo sigues pidiendo, sigues necesitando y hay un clamor mudo que ellos siguen escuchando.
Sentimiento crónico de vacío y desesperanza. Y se espera que convivas con ello, los diez anyos que ya llevas y los que se tercien, que en algún momento, allá por los cuarenta y cinco quizás, pesará menos... y mientras, total, son sólo seis palabras tristes, deberías poder con ellas. Pero pesan, ahí en lo profundo de ese estómago que traga sin saciarse, ahí en esos pies cansados de andar sin saber dónde se dirigen (y conscientes de la necesidad de seguir andando, de no pararse), ahí en las noches en que duermes sola, acompanyada de tu peluche favorito y del vacío y la desesperanza que son tan companyeros tuyos como las que más.
Y no es cuestión de ver el vaso medio lleno o medio vacío, que ya sabes que estás en buena racha, que está medio lleno. Es cuestión de sentirlo, es cuestión de que la angustia no se agarre a las entranyas, de que el futuro no se vea siempre tan borroso, de que no nos dé miedo cada paso a lo desconocido. Es cuestión de creerse capaz. Y de que las dichosas seis palabras, sentimiento crónico de blablablá, puedan ser eso, un blablablá que no marque los días. Una realidad que esté ahí de fondo si quiere, pero que no mediatice permanentemente tu vida.
Que duela un poco menos, vamos. Que tampoco me parece pedir la luna.
(Tenía que hacer este post o el de "Gacela en Granada". Hoy ha ganado éste la partida, pero el otro encontrará su hueco, seguro, porque ya digo siempre que soy dos, con muchas caras, y no voy a renunciar a la que mejor me hace sentir)
Seis palabras sólo y se quedan tan anchos. Habrá épocas en las que te sientas mejor y otras en las que te sientas peor, pero toma ya, sentimiento crónico de vacío y desesperanza.
Y lo malo es que tienen razón. Que algo te pasa por lo que nunca te sientes completa. Tú lo achacas a ese echar de menos que te caracteriza, pero seguramente siempre encontrarías algo distinto que echar en falta, algo que te traiga lágrimas a los ojos, algo por lo que dolerte y reotrcerte en un cuarto oscuro cuando cae el sol. Y no puedes evitarlo, aun a pesar de tu inmensa capacidad de disfrutar, de sonreír a la mínima, de reírte como una ninya pequenya, ojos brillantes y pincitas en el pelo.
Pero nunca estás completa, pese a lo que te den, que en este momento es bastante, pese a lo que tú misma te des, que hoy te cuidas más y mejor que ayer. Pero el vacío que llevas dentro no se llena, a veces parece que eres una esponja con capacidad ilimitada de absorber, y tomas y tomas y siempre falta más, siempre más... y te asustas porque sabes que la gente que te rodea acaba frustrada, cansada de dar y que siempre siga faltando, cansada de que pidas y de que incluso cuando estás en silencio sin pedir nada... en el fondo sigues pidiendo, sigues necesitando y hay un clamor mudo que ellos siguen escuchando.
Sentimiento crónico de vacío y desesperanza. Y se espera que convivas con ello, los diez anyos que ya llevas y los que se tercien, que en algún momento, allá por los cuarenta y cinco quizás, pesará menos... y mientras, total, son sólo seis palabras tristes, deberías poder con ellas. Pero pesan, ahí en lo profundo de ese estómago que traga sin saciarse, ahí en esos pies cansados de andar sin saber dónde se dirigen (y conscientes de la necesidad de seguir andando, de no pararse), ahí en las noches en que duermes sola, acompanyada de tu peluche favorito y del vacío y la desesperanza que son tan companyeros tuyos como las que más.
Y no es cuestión de ver el vaso medio lleno o medio vacío, que ya sabes que estás en buena racha, que está medio lleno. Es cuestión de sentirlo, es cuestión de que la angustia no se agarre a las entranyas, de que el futuro no se vea siempre tan borroso, de que no nos dé miedo cada paso a lo desconocido. Es cuestión de creerse capaz. Y de que las dichosas seis palabras, sentimiento crónico de blablablá, puedan ser eso, un blablablá que no marque los días. Una realidad que esté ahí de fondo si quiere, pero que no mediatice permanentemente tu vida.
Que duela un poco menos, vamos. Que tampoco me parece pedir la luna.
(Tenía que hacer este post o el de "Gacela en Granada". Hoy ha ganado éste la partida, pero el otro encontrará su hueco, seguro, porque ya digo siempre que soy dos, con muchas caras, y no voy a renunciar a la que mejor me hace sentir)
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