lunes, 25 de febrero de 2008
viernes, 22 de febrero de 2008
Cosas de casa
Padre entra a mi habitación para darme el beso de buenas noches a las 20:30
-¿Ya?¡Es muy pronto!
- Sí, pero es que mañana tengo que madrugar muchísimo
- ¿Y eso?
- Antes de irme a trabajar quiero pasar el aspirador, recoger la cocina, poner una lavadora y pasar el plumero.
- Pero si mañana viene la mujer de la limpieza...
- ¡Por eso mismo! ¡Me da vergüenza que se encuentre la casa hecha un desastre!
-...
-¿Ya?¡Es muy pronto!
- Sí, pero es que mañana tengo que madrugar muchísimo
- ¿Y eso?
- Antes de irme a trabajar quiero pasar el aspirador, recoger la cocina, poner una lavadora y pasar el plumero.
- Pero si mañana viene la mujer de la limpieza...
- ¡Por eso mismo! ¡Me da vergüenza que se encuentre la casa hecha un desastre!
-...
lunes, 18 de febrero de 2008
Hombres. Colección otoño-invierno '08 (II)
Buenchico es de esa clase de hombres que evitan tomar decisiones.
Yo creía que esto era un defecto mayúsculo hasta que, de entre todos los sofisticados platos de mil ingredientes existentes en la carta íntegramente en italiano de la trattoría más in de Barcelona, escogió unos spaghetti a la bolognesa.
Así que podemos decir que Buenchico es de esa clase de hombres que evitan tomar decisiones y que, en los casos excepcionales en que lo hace, son de esas que te empujan a ti a tomar otra...definitiva.
Yo creía que esto era un defecto mayúsculo hasta que, de entre todos los sofisticados platos de mil ingredientes existentes en la carta íntegramente en italiano de la trattoría más in de Barcelona, escogió unos spaghetti a la bolognesa.
Así que podemos decir que Buenchico es de esa clase de hombres que evitan tomar decisiones y que, en los casos excepcionales en que lo hace, son de esas que te empujan a ti a tomar otra...definitiva.
sábado, 16 de febrero de 2008
Catorce de febrero (tardío)
El primer recuerdo que tengo que tiene relación con el día de San Valentín es de cuando era pequenya, en clase de inglés. Hacíamos tarjetas sobre la amistad y luego cada uno íbamos repartiendo las tarjetas entre las mesas de los companyeros. Acabábamos todos con muchas tarjetas que metíamos en un sobre y nos llevábamos a casa, todo sonrisas, aunque al día siguiente quien te había escrito una tarjeta volvía a hacerte el día imposible. No significaban gran cosa...
Luego crecí -no demasiado, pero suficiente para que algunos ninyos me llamen de usted, horror!-, tuve mis parejas, y aunque nunca fui de grandes celebraciones por el catorce de febrero, sí que teníamos detalles, un dibujo, una nota, un e-mail especial... tonterías que dibujaban una sonrisa de más.
Hasta que hace unos anyos viví -vivimos- un momento especialmente duro, precisamente cuando se suponía que íbamos a tener un fin de semana de celebración y encuentro. En vez de eso, nos vimos con una relación rota entre las manos, a kilómetros de mi casa, con un fin de semana por delante para compartir con quien había decidido no ser más mi pareja. Dolió infinito y más. Cuesta arriba, más que cuesta arriba. Un trece, catorce y quince de febrero que pasaron, oscuros, a mi historia personal. El fin de semana más difícil del Universo Marvel. El fin de semana negro de la Tercera Edad, decíamos (ya lo he contado alguna vez por aquí).
Ahora eso ha quedado atrás, mi ex se ha convertido en mi amigo y tengo una relación distinta con él, pero enriquecedora también. Y hay otro ninyo de ojos brillantes que me acompanya en el camino... Pero también ha quedado atrás mi antigua capacidad de ilusionarme como una ninya chica, la inocencia del que vive las relaciones creyendo en los parasiempres... y los detalles del día de San Valentín, que es la más nimia de las cosas, pero me parece que es reflejo de lo anterior. Ahora apenas si celebro incluso los aniversarios... quizá por miedo a que esa fecha se marque demasiado en el calendario y se vuelva una trampa cuando ya no estemos juntos, como me pasó con el mes de marzo y sus fechas senyaladas.
Así que hoy siento, claro que siento, porque el corazón tiene una capacidad de regeneración que haría palidecer de envidia a las estrellas de mar. Y lo hago intensamente, porque supongo que no sé hacerlo de otra manera. Pero a veces me pregunto dónde se ha quedado mi ilusión, mi inocencia, mi romanticismo... no por el catorce de febrero, claro, sino en general; yo tenía detalles que ahora no tengo, y vivía las relaciones con un espíritu distinto que a veces echo en falta, también porque creo que la persona con la que hoy comparto mi vida no ha llegado a conocer a la Gacela que fui ayer... y me gustaría poder ofrecérsela. Pero supongo que el tiempo, irremediablemente, nos va cambiando, e imagino que en algunas cosas lo hace para mejor, aunque hayan partes nuestras que nos gusten y que se quedan por el camino.
[La imagen que encabeza este post es de la web de Be My Anti-Valentine, también desencantados del catorce de febrero. La próxima vez enlazo ANTES de San Valentín y no después... ;-) ¡es que este post sale con retraso!]
Luego crecí -no demasiado, pero suficiente para que algunos ninyos me llamen de usted, horror!-, tuve mis parejas, y aunque nunca fui de grandes celebraciones por el catorce de febrero, sí que teníamos detalles, un dibujo, una nota, un e-mail especial... tonterías que dibujaban una sonrisa de más.
Hasta que hace unos anyos viví -vivimos- un momento especialmente duro, precisamente cuando se suponía que íbamos a tener un fin de semana de celebración y encuentro. En vez de eso, nos vimos con una relación rota entre las manos, a kilómetros de mi casa, con un fin de semana por delante para compartir con quien había decidido no ser más mi pareja. Dolió infinito y más. Cuesta arriba, más que cuesta arriba. Un trece, catorce y quince de febrero que pasaron, oscuros, a mi historia personal. El fin de semana más difícil del Universo Marvel. El fin de semana negro de la Tercera Edad, decíamos (ya lo he contado alguna vez por aquí).
Ahora eso ha quedado atrás, mi ex se ha convertido en mi amigo y tengo una relación distinta con él, pero enriquecedora también. Y hay otro ninyo de ojos brillantes que me acompanya en el camino... Pero también ha quedado atrás mi antigua capacidad de ilusionarme como una ninya chica, la inocencia del que vive las relaciones creyendo en los parasiempres... y los detalles del día de San Valentín, que es la más nimia de las cosas, pero me parece que es reflejo de lo anterior. Ahora apenas si celebro incluso los aniversarios... quizá por miedo a que esa fecha se marque demasiado en el calendario y se vuelva una trampa cuando ya no estemos juntos, como me pasó con el mes de marzo y sus fechas senyaladas.
Así que hoy siento, claro que siento, porque el corazón tiene una capacidad de regeneración que haría palidecer de envidia a las estrellas de mar. Y lo hago intensamente, porque supongo que no sé hacerlo de otra manera. Pero a veces me pregunto dónde se ha quedado mi ilusión, mi inocencia, mi romanticismo... no por el catorce de febrero, claro, sino en general; yo tenía detalles que ahora no tengo, y vivía las relaciones con un espíritu distinto que a veces echo en falta, también porque creo que la persona con la que hoy comparto mi vida no ha llegado a conocer a la Gacela que fui ayer... y me gustaría poder ofrecérsela. Pero supongo que el tiempo, irremediablemente, nos va cambiando, e imagino que en algunas cosas lo hace para mejor, aunque hayan partes nuestras que nos gusten y que se quedan por el camino.
[La imagen que encabeza este post es de la web de Be My Anti-Valentine, también desencantados del catorce de febrero. La próxima vez enlazo ANTES de San Valentín y no después... ;-) ¡es que este post sale con retraso!]
Catorce de febrero (tardío)
El primer recuerdo que tengo que tiene relación con el día de San Valentín es de cuando era pequenya, en clase de inglés. Hacíamos tarjetas sobre la amistad y luego cada uno íbamos repartiendo las tarjetas entre las mesas de los companyeros. Acabábamos todos con muchas tarjetas que metíamos en un sobre y nos llevábamos a casa, todo sonrisas, aunque al día siguiente quien te había escrito una tarjeta volvía a hacerte el día imposible. No significaban gran cosa...
Luego crecí -no demasiado, pero suficiente para que algunos ninyos me llamen de usted, horror!-, tuve mis parejas, y aunque nunca fui de grandes celebraciones por el catorce de febrero, sí que teníamos detalles, un dibujo, una nota, un e-mail especial... tonterías que dibujaban una sonrisa de más.
Hasta que hace unos anyos viví -vivimos- un momento especialmente duro, precisamente cuando se suponía que íbamos a tener un fin de semana de celebración y encuentro. En vez de eso, nos vimos con una relación rota entre las manos, a kilómetros de mi casa, con un fin de semana por delante para compartir con quien había decidido no ser más mi pareja. Dolió infinito y más. Cuesta arriba, más que cuesta arriba. Un trece, catorce y quince de febrero que pasaron, oscuros, a mi historia personal. El fin de semana más difícil del Universo Marvel. El fin de semana negro de la Tercera Edad, decíamos (ya lo he contado alguna vez por aquí).
Ahora eso ha quedado atrás, mi ex se ha convertido en mi amigo y tengo una relación distinta con él, pero enriquecedora también. Y hay otro ninyo de ojos brillantes que me acompanya en el camino... Pero también ha quedado atrás mi antigua capacidad de ilusionarme como una ninya chica, la inocencia del que vive las relaciones creyendo en los parasiempres... y los detalles del día de San Valentín, que es la más nimia de las cosas, pero me parece que es reflejo de lo anterior. Ahora apenas si celebro incluso los aniversarios... quizá por miedo a que esa fecha se marque demasiado en el calendario y se vuelva una trampa cuando ya no estemos juntos, como me pasó con el mes de marzo y sus fechas senyaladas.
Así que hoy siento, claro que siento, porque el corazón tiene una capacidad de regeneración que haría palidecer de envidia a las estrellas de mar. Y lo hago intensamente, porque supongo que no sé hacerlo de otra manera. Pero a veces me pregunto dónde se ha quedado mi ilusión, mi inocencia, mi romanticismo... no por el catorce de febrero, claro, sino en general; yo tenía detalles que ahora no tengo, y vivía las relaciones con un espíritu distinto que a veces echo en falta, también porque creo que la persona con la que hoy comparto mi vida no ha llegado a conocer a la Gacela que fui ayer... y me gustaría poder ofrecérsela. Pero supongo que el tiempo, irremediablemente, nos va cambiando, e imagino que en algunas cosas lo hace para mejor, aunque hayan partes nuestras que nos gusten y que se quedan por el camino.
[La imagen que encabeza este post es de la web de Be My Anti-Valentine, también desencantados del catorce de febrero. La próxima vez enlazo ANTES de San Valentín y no después... ;-) ¡es que este post sale con retraso!]
Luego crecí -no demasiado, pero suficiente para que algunos ninyos me llamen de usted, horror!-, tuve mis parejas, y aunque nunca fui de grandes celebraciones por el catorce de febrero, sí que teníamos detalles, un dibujo, una nota, un e-mail especial... tonterías que dibujaban una sonrisa de más.
Hasta que hace unos anyos viví -vivimos- un momento especialmente duro, precisamente cuando se suponía que íbamos a tener un fin de semana de celebración y encuentro. En vez de eso, nos vimos con una relación rota entre las manos, a kilómetros de mi casa, con un fin de semana por delante para compartir con quien había decidido no ser más mi pareja. Dolió infinito y más. Cuesta arriba, más que cuesta arriba. Un trece, catorce y quince de febrero que pasaron, oscuros, a mi historia personal. El fin de semana más difícil del Universo Marvel. El fin de semana negro de la Tercera Edad, decíamos (ya lo he contado alguna vez por aquí).
Ahora eso ha quedado atrás, mi ex se ha convertido en mi amigo y tengo una relación distinta con él, pero enriquecedora también. Y hay otro ninyo de ojos brillantes que me acompanya en el camino... Pero también ha quedado atrás mi antigua capacidad de ilusionarme como una ninya chica, la inocencia del que vive las relaciones creyendo en los parasiempres... y los detalles del día de San Valentín, que es la más nimia de las cosas, pero me parece que es reflejo de lo anterior. Ahora apenas si celebro incluso los aniversarios... quizá por miedo a que esa fecha se marque demasiado en el calendario y se vuelva una trampa cuando ya no estemos juntos, como me pasó con el mes de marzo y sus fechas senyaladas.
Así que hoy siento, claro que siento, porque el corazón tiene una capacidad de regeneración que haría palidecer de envidia a las estrellas de mar. Y lo hago intensamente, porque supongo que no sé hacerlo de otra manera. Pero a veces me pregunto dónde se ha quedado mi ilusión, mi inocencia, mi romanticismo... no por el catorce de febrero, claro, sino en general; yo tenía detalles que ahora no tengo, y vivía las relaciones con un espíritu distinto que a veces echo en falta, también porque creo que la persona con la que hoy comparto mi vida no ha llegado a conocer a la Gacela que fui ayer... y me gustaría poder ofrecérsela. Pero supongo que el tiempo, irremediablemente, nos va cambiando, e imagino que en algunas cosas lo hace para mejor, aunque hayan partes nuestras que nos gusten y que se quedan por el camino.
[La imagen que encabeza este post es de la web de Be My Anti-Valentine, también desencantados del catorce de febrero. La próxima vez enlazo ANTES de San Valentín y no después... ;-) ¡es que este post sale con retraso!]
martes, 12 de febrero de 2008
Esa anti-sistema concienciada
Azafata, mi compañera de trabajo, cogía esta mañana de su bolso Gucci un pequeño estuchito Luis Vuitton, donde guarda un bolígrafo a juego con su agenda Guess y, mientras anotaba algo y se ajustaba debidamente las gafas Prada, me suelta:
- Uff, qué poco queda para San Valentín. ¡Me repatean estas fiestas taaan consumistas!
- Uff, qué poco queda para San Valentín. ¡Me repatean estas fiestas taaan consumistas!
domingo, 10 de febrero de 2008
44. Plantas
"Aves sobrevolando diversas plantas acuáticas", hacia 1350 a.C.
XVIII Dinastía.
Pintura sobre estuco. Palacio Real. Tell el-Amarna.
Museo Egipcio. El Cairo.
- Mira el vecino de enfrente ¡Que buen hijo!. Le está regando las plantas a su madre.
- Mamá, esas plantas no son de su madre. Son suyas.
-¿Cómo que no? ¿Y tú cómo lo sabes?
-Porque está regando plantas de marihuana.
-Ahhh. ¿Así son las plantas de marihuana? Anda pues son bonitas.
- ...
PD: Cómo veis he colocado una pecera mu' mona. Bueno, podéis pinchar en ella, los peces no "se me" asustan y así jugáis con las burbujas.
Eso sí, al cerdo que hay más abajo, no me lo pinchéis mucho, que le da por saltar y revolcarse en el barro. Luego me toca meterlo en la bañera.
miércoles, 6 de febrero de 2008
Hombres. Colección otoño-invierno '08
Si sales con un intelectual un día cualquiera descubrirás que tu rival es algún filosófo escandinavo del que: "¡dios mío, si ya resulta humanamente imposible escribir correctamente su nombre como puede alguien pretender que entienda una sola palabra de lo que dice!".
Y entonces te sorprenderás pensando con nostalgia en aquellos días en que sentías celos de la rubia explosiva de detrás de la barra.
¿Quién te iba a decir a ti que esa no era la batalla perdida?
Y entonces te sorprenderás pensando con nostalgia en aquellos días en que sentías celos de la rubia explosiva de detrás de la barra.
¿Quién te iba a decir a ti que esa no era la batalla perdida?
domingo, 3 de febrero de 2008
Bidibi badibi bu
Os voy a contar un cuento.
Nunca os lo dije pero la Perra-Foca se llama Corina y el Pobre-Conejo Chichi.
Cuando me mudé la Perra-Foca fue adoptada por una amiga de Madre y el Pobre-Conejo por El Abuelo y Ultrasónica que, no alcanzo a comprender por qué, decidieron rebautizarlo.
Y así fue, como si de una versión erótico-morfinómana de la Cenicienta se tratara, en un abrir y cerrar de ojos mi chichi se transformó en un albaricoque.
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