Si sales con un intelectual un día cualquiera descubrirás que tu rival es algún filosófo escandinavo del que: "¡dios mío, si ya resulta humanamente imposible escribir correctamente su nombre como puede alguien pretender que entienda una sola palabra de lo que dice!".
Y entonces te sorprenderás pensando con nostalgia en aquellos días en que sentías celos de la rubia explosiva de detrás de la barra.
¿Quién te iba a decir a ti que esa no era la batalla perdida?
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