martes, 3 de febrero de 2009

A la intemperie

Me cuesta decir adiós, siempre me ha costado, más aún a alguien que me ha entendido, me ha acompanyado y me ha apoyado estos últimos meses. Reconozco yo sola lo absurdo de mis palabras y de la situación entera, porque no hablo de una relación de igual a igual, ni de una relación de amistad, ni de una relación siquiera. Pero de todas maneras me duele esta despedida, y hoy me siento un poco más sola, un poco más abandonada, un poco más vulnerable. Como si uno de los escudos que manejaba me hubiera sido arrebatado, como si el vendaval de estos días se hubiera llevado por delante el tejado de mi casa. A la intemperie. Escarcha en los huesos.

Y no por conocida esta sensación se hace más llevadera...

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