Corazones de bombón, corazones de piruleta, corazones en los puntos de las íes.
Corazones de los que quisieron al cien por cien, con todo el alma, con todas las ganas... y se agotaron, y se agostaron, y se gastaron, incapaces de querer a nadie más.
Corazones que se nos multiplican dentro, uno para cada persona que se lo gana, todo para ella, companyero de las otras decenas de corazones que albergamos, sin pelearse nunca por su espacio, cada uno rey de su jardín.
Corazones que siguen sangrando por flechas clavadas hace tanto tiempo que quien la disparó ni siquiera lo recuerda, aunque el duenyo del corazón sea absolutamente incapaz de olvidar.
Corazones a los que le faltan todos los trocitos que eligieron entregar y jamás recuperaron, porque siempre que das un trozo del corazón es sin vuelta. Corazones como mantas a parches de colores, completados con trozos de otros corazones que también eligieron darse. Corazones que cuentan historias, corazones rotos que hablan de lunas que un día nos prometieron y temblamos cuando la vimos aparecer tullida en el cielo, rota ella como nuestro amor. Corazones acorazados que nadie atraviesa, a los que nadie llega, corazones con llaves secretas que guardamos bajo cien candados, llenos de miedo, llenos de ganas de que alguien nos pille dormidos y nos arranque la clave secreta en suenyos (aunque jamás admitiríamos un deseo del que tal vez ni siquiera somos conscientes). Corazones latiendo fuerte fuerte en el pecho, acelerados, nerviosos. Corazones que mandan por encima de las razones, por favor, siempre por encima, a un par de metros al menos del suelo. Corazones miedosos, fieles, entregados, indecisos, aventureros, dormidos, helados, en flor. Tantos como personas, y en una misma persona, tantos como Historias, como estaciones, como momentos.
[Hace (pocos) anyos yo era de esas que sí, horror y drama, celebraban esta fecha en el calendario. No porque veneráramos al Corte Inglés, ni porque necesitáramos fechas para recordarnos que nos queríamos ni para tener detalles especiales (nótese que especial no significa caro, ni comprado). Lo único es que no éramos del otro lado, de los que pueden tener detalles con su pareja cualquier día... siempre y cuando no sea 14 de febrero, puagh. Por eso, hace anyos hubo dibujos de los que inevitablemente hacían sonreír, o correos en el buzón que derramaban azúcar y ganas, o notas amarillas pegadas por la casa.
Hace dos anyos, en estas fechas, lo que iba a ser un reencuentro buscado en tierras germanas acabó turbio. El Fin de Semana Más Difícil del Universo Marvel. El Fin de Semana Negro de la Tercera Edad. Quizás Él no se acuerde de que, incluso entonces, le buscamos nombres que nos hicieran sonreír, buscando hacernos más fácil la cuesta arriba que empezaba, buscando maneras nuevas de construir sonrisas juntos aunque se tinyeran de melancolía en quince segundos. Desde hace dos anyos, estas fechas -porque yo soy muy de fechas-, me ponen triste. Me hacen pensar en esos corazones que no dejan nunca de sangrar, que no se reconstruyen jamás del todo, que siempre lucen sus agujeros o que se vuelven pétreos, incapaces de latir por nadie más. Y me da miedo que el mío sea uno de ellos.
Pero luego lo miro... y bueno, está ahí el pobre, rojo -como yo-, pequenyo, con mezcla de casi todos los que he descrito, porque tiene agujeros y zurcidos, y trozos que no son suyos, y una cerradura que debió de aislarle en el pasado, y sabe dulce, y tiene miedo, y no sabe - no contesta, y guarda trozos de hielo en un rincón y en otro asoma un tallo verde...
Y pienso que de alguna manera el corazón debe de ser como las lagartijas y sus rabos, que se regeneran. Aunque el 14 de febrero sólo pueda ponerme triste. Este anyo, el pasado, sí. Pero que me den (más) tiempo.]
[La imagen que encabeza el post está sacada de la galería AntiSanValentín -que es que me pone triste, hombre ya!- que encuentras AQUÍ. El título del post, "El deseo del hombre de hojalata", obviamente hace referencia a la película/libro (de la peli tengo recuerdo más claro) de "El mago de Oz". Y que (no) conste que me he tenido que contener para no ponerle de título al post "Hola corazones" como si fuera Anne Igartialgo. Cursi sí, pero dentro de un orden]
Corazones de los que quisieron al cien por cien, con todo el alma, con todas las ganas... y se agotaron, y se agostaron, y se gastaron, incapaces de querer a nadie más.
Corazones que se nos multiplican dentro, uno para cada persona que se lo gana, todo para ella, companyero de las otras decenas de corazones que albergamos, sin pelearse nunca por su espacio, cada uno rey de su jardín.
Corazones que siguen sangrando por flechas clavadas hace tanto tiempo que quien la disparó ni siquiera lo recuerda, aunque el duenyo del corazón sea absolutamente incapaz de olvidar.
Corazones a los que le faltan todos los trocitos que eligieron entregar y jamás recuperaron, porque siempre que das un trozo del corazón es sin vuelta. Corazones como mantas a parches de colores, completados con trozos de otros corazones que también eligieron darse. Corazones que cuentan historias, corazones rotos que hablan de lunas que un día nos prometieron y temblamos cuando la vimos aparecer tullida en el cielo, rota ella como nuestro amor. Corazones acorazados que nadie atraviesa, a los que nadie llega, corazones con llaves secretas que guardamos bajo cien candados, llenos de miedo, llenos de ganas de que alguien nos pille dormidos y nos arranque la clave secreta en suenyos (aunque jamás admitiríamos un deseo del que tal vez ni siquiera somos conscientes). Corazones latiendo fuerte fuerte en el pecho, acelerados, nerviosos. Corazones que mandan por encima de las razones, por favor, siempre por encima, a un par de metros al menos del suelo. Corazones miedosos, fieles, entregados, indecisos, aventureros, dormidos, helados, en flor. Tantos como personas, y en una misma persona, tantos como Historias, como estaciones, como momentos.
[Hace (pocos) anyos yo era de esas que sí, horror y drama, celebraban esta fecha en el calendario. No porque veneráramos al Corte Inglés, ni porque necesitáramos fechas para recordarnos que nos queríamos ni para tener detalles especiales (nótese que especial no significa caro, ni comprado). Lo único es que no éramos del otro lado, de los que pueden tener detalles con su pareja cualquier día... siempre y cuando no sea 14 de febrero, puagh. Por eso, hace anyos hubo dibujos de los que inevitablemente hacían sonreír, o correos en el buzón que derramaban azúcar y ganas, o notas amarillas pegadas por la casa.
Hace dos anyos, en estas fechas, lo que iba a ser un reencuentro buscado en tierras germanas acabó turbio. El Fin de Semana Más Difícil del Universo Marvel. El Fin de Semana Negro de la Tercera Edad. Quizás Él no se acuerde de que, incluso entonces, le buscamos nombres que nos hicieran sonreír, buscando hacernos más fácil la cuesta arriba que empezaba, buscando maneras nuevas de construir sonrisas juntos aunque se tinyeran de melancolía en quince segundos. Desde hace dos anyos, estas fechas -porque yo soy muy de fechas-, me ponen triste. Me hacen pensar en esos corazones que no dejan nunca de sangrar, que no se reconstruyen jamás del todo, que siempre lucen sus agujeros o que se vuelven pétreos, incapaces de latir por nadie más. Y me da miedo que el mío sea uno de ellos.
Pero luego lo miro... y bueno, está ahí el pobre, rojo -como yo-, pequenyo, con mezcla de casi todos los que he descrito, porque tiene agujeros y zurcidos, y trozos que no son suyos, y una cerradura que debió de aislarle en el pasado, y sabe dulce, y tiene miedo, y no sabe - no contesta, y guarda trozos de hielo en un rincón y en otro asoma un tallo verde...
Y pienso que de alguna manera el corazón debe de ser como las lagartijas y sus rabos, que se regeneran. Aunque el 14 de febrero sólo pueda ponerme triste. Este anyo, el pasado, sí. Pero que me den (más) tiempo.]
[La imagen que encabeza el post está sacada de la galería AntiSanValentín -que es que me pone triste, hombre ya!- que encuentras AQUÍ. El título del post, "El deseo del hombre de hojalata", obviamente hace referencia a la película/libro (de la peli tengo recuerdo más claro) de "El mago de Oz". Y que (no) conste que me he tenido que contener para no ponerle de título al post "Hola corazones" como si fuera Anne Igartialgo. Cursi sí, pero dentro de un orden]
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