El problema no es pasajero, el problema no es algo que se pueda arreglar en un tiempo, porque el problema no es la ausencia, o la estación, o las goteras, o la búsqueda de casa... el problema soy yo, está dentro de mí, en mi cabeza que se pierde, en mis ganas que se escapan entre los dedos como arena.
Ahí esta una de las claves. En que se pierden las ganas. Las ganas de seguir luchando eternamente, las ganas de recomponer los pedazos que se rompen una y otra vez y tú sigues pegando como en un puzzle eterno. Y eres plenamente consciente de que ese romperse y pegar, romperse y pegar... es algo que te va a acompanyar de por vida, que tu vida es eso, unas semanas arriba hasta que sopla el viento y desmorona el castillo de naipes del que estás hecha. Y vuelta al pozo que conoces de memoria, vuelta a trepar por sus paredes hasta que te sangran los dedos descarnados, vuelta a resbalar y caer, dando con todos tus huesos contra el suelo y, dolorida, vuelta a incorporarse y seguir trepando...
Y ya sabes que sí, que los buenos momentos tienen que compensarte y que tiene que valer la pena, y que la lucha es la única opción porque el resto ni se deberían considerar, y que sólo nos queda vivir, aunque sea en minúsculas y aunque muchas veces sea más sobrevivir que vivir en sí, lo que haces.
Pero hay que tener ganas. Hay que ser mucho más fuerte de lo que tú eres. Hay que ser una luchadora nata y tú lo eres por imposición, no está en tu naturaleza.
Y te quemas, te agotas, te rindes, y la gente que está a tu alrededor se frustra, se llena de impotencia, se quema contigo y acaba alejándose para salvaguardar su propia piel, porque pueden echarte cuerdas desde arriba del pozo, pero no pueden bajar y sacarte en sus brazos, y vivir ellos tu vida enfrentándose a tus problemas por ti. No pueden salvarte de quien eres...
...y tú tampoco puedes salvarte, o quizá sí pero sólo a través de esa batalla permanente que te deja sin fuerzas, juego al que no quieres, no puedes jugar siempre, aunque no haya de otra, aunque sea la única vía.
Acabas este post como acabaste el anterior, como acaban últimamente todos tus días, exhausta en la cama, con el cojín mojado por las lágrimas y los ojos rojos, hinchados. Mientras piensas que estás muy cansada, demasiado cansada... otra vez. Como ayer, como manyana.
(Gritos para nadie, para nada. Comopuedesdecireso's)
Ahí esta una de las claves. En que se pierden las ganas. Las ganas de seguir luchando eternamente, las ganas de recomponer los pedazos que se rompen una y otra vez y tú sigues pegando como en un puzzle eterno. Y eres plenamente consciente de que ese romperse y pegar, romperse y pegar... es algo que te va a acompanyar de por vida, que tu vida es eso, unas semanas arriba hasta que sopla el viento y desmorona el castillo de naipes del que estás hecha. Y vuelta al pozo que conoces de memoria, vuelta a trepar por sus paredes hasta que te sangran los dedos descarnados, vuelta a resbalar y caer, dando con todos tus huesos contra el suelo y, dolorida, vuelta a incorporarse y seguir trepando...
Y ya sabes que sí, que los buenos momentos tienen que compensarte y que tiene que valer la pena, y que la lucha es la única opción porque el resto ni se deberían considerar, y que sólo nos queda vivir, aunque sea en minúsculas y aunque muchas veces sea más sobrevivir que vivir en sí, lo que haces.
Pero hay que tener ganas. Hay que ser mucho más fuerte de lo que tú eres. Hay que ser una luchadora nata y tú lo eres por imposición, no está en tu naturaleza.
Y te quemas, te agotas, te rindes, y la gente que está a tu alrededor se frustra, se llena de impotencia, se quema contigo y acaba alejándose para salvaguardar su propia piel, porque pueden echarte cuerdas desde arriba del pozo, pero no pueden bajar y sacarte en sus brazos, y vivir ellos tu vida enfrentándose a tus problemas por ti. No pueden salvarte de quien eres...
...y tú tampoco puedes salvarte, o quizá sí pero sólo a través de esa batalla permanente que te deja sin fuerzas, juego al que no quieres, no puedes jugar siempre, aunque no haya de otra, aunque sea la única vía.
Acabas este post como acabaste el anterior, como acaban últimamente todos tus días, exhausta en la cama, con el cojín mojado por las lágrimas y los ojos rojos, hinchados. Mientras piensas que estás muy cansada, demasiado cansada... otra vez. Como ayer, como manyana.
(Gritos para nadie, para nada. Comopuedesdecireso's)
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