Los cuentos de hadas, como dijo una vez G. K. Chesterton, son más que verídicos. No porque digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que a los dragones se les puede vencer.
Hay un dragón allá en el horizonte, quizás un par de ellos. El otonyo no ayuda, el que el cielo se derrame a cada rato no hace sino animarme a derramarme en lágrimas yo con él. De momento resisto y no me dejo llevar por la estación, pero el dragón avanzando hacia mí me da miedo.
Pero a los dragones también se les puede vencer. Tengo que grabarme esa frase en mi cabecita loca y saber que puedo pelear, no dejarme caer abatida en la oscuridad sino luchar, mantenerme firme, ajustar la armadura y disparar allá donde no lleguen las escamas de su piel. Aun sin creerme capaz, disparar igual y esperar que la flecha tome el rumbo que yo no habré sabido darle.
Porque incluso a los dragones que se esconden en nuestro interior, los más peligrosos, los más temidos... también se les puede vencer.
[La frase que encabeza este post vuelve a ser una cita de Humo y Espejos, de Neil Gaiman. La última, creo... ya sé que estoy repetitiva, pero es que el libro me ha gustado un montón!]
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