Después de terminar mi anterior libro, empecé con éste del que os hablaba en el post un poco más abajo, Kafka en la orilla, de Haruki Murakami. A la hora de comprarlo, me llamó muchísimo la atención la portada -esos ojos de gato-, y en la contraportada, lo que contaban del hombre que se comunicaba mejor con los gatos que con las personas. Lo compré sin muchos más datos y lo puse al principio de mi lista de pendientes (para enojo del resto de libros, que tenían que esperar más aún ;-)
Al poco de comenzar me encontré con los párrafos que cité en el último post, Tempestad de arena. Lo leí y me sentí muy identificada, ya entonces pensé que acabaría trayéndolo al blog, y no he tardado mucho en hacerlo. Y luego fueron pasando las hojas y al final acabé el libro en una semana exacta, que teniendo en cuenta mi velocidad habitual y que el libro pasa de las setecientas páginas, es casi mejor marca personal.
Algunas partes del libro me han gustado mucho, me han hecho pensar, se me han quedado dentro. Alguna otra -bueno, una escena en particular, y en mi opinión, prescindible- me encogió el corazón y me revolvió el estómago a partes iguales, casi provocando que tirara el libro lejos, al más puro estilo ¡Libro vaaaa! Pero seguí leyendo. Aunque las reacciones de los personajes me fueran tan ajenas a veces, aunque en más de una ocasión y de dos y de tres me preguntara "pero por qué hace esto este muchacho????". Sigo preguntándome si es el estilo del autor o es la literatura (¿o cultura?) japonesa la que hace que sienta tan lejos a los personajes, que me cueste seguirles, que su manera de actuar choque tanto con la mía.
Al poco de comenzar me encontré con los párrafos que cité en el último post, Tempestad de arena. Lo leí y me sentí muy identificada, ya entonces pensé que acabaría trayéndolo al blog, y no he tardado mucho en hacerlo. Y luego fueron pasando las hojas y al final acabé el libro en una semana exacta, que teniendo en cuenta mi velocidad habitual y que el libro pasa de las setecientas páginas, es casi mejor marca personal.
Algunas partes del libro me han gustado mucho, me han hecho pensar, se me han quedado dentro. Alguna otra -bueno, una escena en particular, y en mi opinión, prescindible- me encogió el corazón y me revolvió el estómago a partes iguales, casi provocando que tirara el libro lejos, al más puro estilo ¡Libro vaaaa! Pero seguí leyendo. Aunque las reacciones de los personajes me fueran tan ajenas a veces, aunque en más de una ocasión y de dos y de tres me preguntara "pero por qué hace esto este muchacho????". Sigo preguntándome si es el estilo del autor o es la literatura (¿o cultura?) japonesa la que hace que sienta tan lejos a los personajes, que me cueste seguirles, que su manera de actuar choque tanto con la mía.
Pero lo que es innegable es que la lectura me enganchó, que el libro me tenía atrapada. Quizás por eso mismo, por lo poco predecible que me resultaba el camino que iban tomando los protagonistas. Supongo que leeré algo más de este autor (ya leí en su día Tokio Blues), porque me acerca realidades (y fantasías) lejanas, y eso me gusta.
Y tenía yo una pequenya recopilación de citas sacadas de este libro que también quería dejar puestas aquí en el blog, pero eso ya será manyana o al otro. Próximamente en sus pantallas.
Y tenía yo una pequenya recopilación de citas sacadas de este libro que también quería dejar puestas aquí en el blog, pero eso ya será manyana o al otro. Próximamente en sus pantallas.
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