Elegir recordar, elegir olvidar. Todo es cuestión de elecciones.
Yo, ya sabéis, siempre elijo recordar. Y ahora que mi memoria es tan pésima, apunto frases, encierro momentos en hojas de papel, guardo detalles que hablen del pasado y que estimulen los recuerdos, escribo, veo fotos de ayer, escucho canciones... Porque sin ellos, sin mis recuerdos, no sería yo.
Yo, ya sabéis, siempre elijo recordar. Y ahora que mi memoria es tan pésima, apunto frases, encierro momentos en hojas de papel, guardo detalles que hablen del pasado y que estimulen los recuerdos, escribo, veo fotos de ayer, escucho canciones... Porque sin ellos, sin mis recuerdos, no sería yo.
- Si lo deseas, Ragüel, puedes olvidar todo lo que ha sucedido hoy. (...)
- Lo recordaré.
- Es tu elección. Pero a veces te parecerá mucho más fácil no recordar. En ocasiones, el olvido puede traer una especie de libertad.
Supongo que Gaiman tiene razón: a veces el olvido te da la posibilidad de empezar de cero, puede dar libertad. Puede que en ocasiones me haya llegado a encadenar a mis recuerdos, de forma que el pasado estaba tan presente que no había oportunidad de mirar al manyana, de construirme un futuro. Pero ahora lo vivo de manera diferente. Tengo mis recuerdos en un lugar importante, acompanyándome, pero sin cerrarme caminos. Aunque a veces los use, como hoy, para protegerme del frío, no son pesada armadura que impide andar.
No quiero la libertad del que no recuerda, no quiero que venga el Haitiano a borrarme la memoria. Quiero reconocerme en el pasado y abrigarme con él este sábado de otonyo. Y quiero construir nuevos recuerdos con los que me abrigaré manyana.
[El párrafo citado es un extracto más de Humo y Espejos, de Neil Gaiman. En concreto, del cuento Misterios de un asesinato]
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