Es curioso cómo llegamos a sentirnos cerca, a veces a sentirnos hasta cómplices, de gente a quien sólo llevamos anyos leyendo, pero no hemos visto nunca en persona. A veces ni siquiera hemos llegado a intercambiar un sólo correo, pero siempre hemos estado ahí para seguir descubriéndonos a través de las palabras, de párrafos (los suyos más cortos, los míos menos) que reflejan trocitos de nosotros.
He conocido a bastantes personas a través de sus blogs, y a un punyado les he puesto cara, voz y sonrisa. Pero siempre queda quien sigue encabezando la lista de pendientes.
Este post viene porque hoy he pensado poner esas cervezas en la lista de los Reyes Magos, que además en mi casa se adelantan al 25 de diciembre, porque creo que conocerte sería un buen regalo navidenyo.
Y si los Reyes se olvidan (a fuerza de ser republicana, sus Majestades acaban por no tenerme demasiado en cuenta), siempre quedará ponerlo en la lista de deseos para el próximo anyo. De ahí no pasa.
He conocido a bastantes personas a través de sus blogs, y a un punyado les he puesto cara, voz y sonrisa. Pero siempre queda quien sigue encabezando la lista de pendientes.
Este post viene porque hoy he pensado poner esas cervezas en la lista de los Reyes Magos, que además en mi casa se adelantan al 25 de diciembre, porque creo que conocerte sería un buen regalo navidenyo.
Y si los Reyes se olvidan (a fuerza de ser republicana, sus Majestades acaban por no tenerme demasiado en cuenta), siempre quedará ponerlo en la lista de deseos para el próximo anyo. De ahí no pasa.
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