Dejaros estar de puenting, ala delta, rafting ni parapente.
Un cubano con una cuchilla y un tic nervioso en la mano derecha.
Y tú, que sueñas con dejar de parecerte a Frida Khalo, vas a permitir que te depile las cejas.
En ese sillón de peluquería se descarga más adrenalina que en el asiento del Dragon Khan.
jueves, 27 de julio de 2006
miércoles, 26 de julio de 2006
Cajón Desastre (II)
- Te veo agotado, alterado, irascible, agobiado, cansado, malhumorado, nervioso, apagado,chafado...
- La culpa la tiene el tiempo.
- Tienes razón, este calor es insoportable.
- No, si yo me refería al tiempo que hace que no...
- La culpa la tiene el tiempo.
- Tienes razón, este calor es insoportable.
- No, si yo me refería al tiempo que hace que no...
lunes, 24 de julio de 2006
Descamándome
Me levanto a abrir la puerta del balcón.
A la cama.
Cuento ronquidos de la Perra-Foca.
Vuelta a la izquierda.
Me levanto a cerrar la puerta del armario. Por si los monstruos.
A la cama.
Me homenajeo con un poema táctil.
Vuelta a la derecha.
El ruidecillo del ventilador.
Me levanto a fumarme un cigarro en el balcón.
El vecino y yo nos miramos. Hermandad insomne.
A la cama.
Me levanto a beber un vaso de agua.
Luego al baño. Qué desperdicio.
A la cama.
Hay que ver que lentos pasan los siglos.
A la cama.
Cuento ronquidos de la Perra-Foca.
Vuelta a la izquierda.
Me levanto a cerrar la puerta del armario. Por si los monstruos.
A la cama.
Me homenajeo con un poema táctil.
Vuelta a la derecha.
El ruidecillo del ventilador.
Me levanto a fumarme un cigarro en el balcón.
El vecino y yo nos miramos. Hermandad insomne.
A la cama.
Me levanto a beber un vaso de agua.
Luego al baño. Qué desperdicio.
A la cama.
Hay que ver que lentos pasan los siglos.
Camino a Túnez
Me esperan otros caminos, unos por los que nunca he ido hasta ahora. Me esperan dunas en el desierto, y camellos, y el sol enorme y cálido en un cielo azul-azul, sin nubes, sólo azul. Me espera un lago seguramente seco en esta época, en el que la sal de sus aguas se acumula en montanyas que se elevan, blancas, en medio de la nada. Me esperan ruinas romanas, termas a imaginar entre las piedras que cuentan la historia de lo que fue para que pueda imaginarla, patricios y esclavos. Me espera el mar, siempre el mar, las gaviotas, las olas que te llaman para que saltes entre ellas y la espuma blanca acariciando todo el cuerpo en medio de ese olor a agua salada, arena y sol. Me esperan oasis con nombres de amigos, verdor entre el desierto. Me espera el té a la menta y la comida especiada, el recuerdo del tajine del pasado, del cuscús, de la kefta. Me esperan zocos cargados de olores y colores distintos, festival de los sentidos, caminos que se abren bajo tus pies para que los sigas sin importar qué dirección tomas, siempre sorprendiendo rincones nuevos, aquí las babuchas, allá la cerámica y más allá el cuero con su olor característico.
Me espera una semana de desconexión y descubrimiento, de relax y de ser más gazelle que nunca. Una semana de compartir ilusiones a cada paso, de juntar esos trocitos de nosotros que siempre nos esperan escondidos en otras ciudades, en tierras ajenas que hacemos propias al llegar a ellas y darnos, sorprendernos, empaparnos de lo que nos encontramos.
Me esperan unos días en Túnez, perdiéndome y encontrándome a la vez. Ya os contaré a la vuelta. Mientras, disfrutad y sonreíd todo lo que podáis, que yo intentaré hacer lo mismo entre desierto, playa, medina y zocos. Nos vemos enseguida...
[La foto que encabeza este post es de las dunas del desierto de Túnez, pertenece a la galería de ese país que tiene en flickr Jorge Orte Tudela. Encuentras la galería AQUÍ.]
Me espera una semana de desconexión y descubrimiento, de relax y de ser más gazelle que nunca. Una semana de compartir ilusiones a cada paso, de juntar esos trocitos de nosotros que siempre nos esperan escondidos en otras ciudades, en tierras ajenas que hacemos propias al llegar a ellas y darnos, sorprendernos, empaparnos de lo que nos encontramos.
Me esperan unos días en Túnez, perdiéndome y encontrándome a la vez. Ya os contaré a la vuelta. Mientras, disfrutad y sonreíd todo lo que podáis, que yo intentaré hacer lo mismo entre desierto, playa, medina y zocos. Nos vemos enseguida...
[La foto que encabeza este post es de las dunas del desierto de Túnez, pertenece a la galería de ese país que tiene en flickr Jorge Orte Tudela. Encuentras la galería AQUÍ.]
Camino a Túnez
Me esperan otros caminos, unos por los que nunca he ido hasta ahora. Me esperan dunas en el desierto, y camellos, y el sol enorme y cálido en un cielo azul-azul, sin nubes, sólo azul. Me espera un lago seguramente seco en esta época, en el que la sal de sus aguas se acumula en montanyas que se elevan, blancas, en medio de la nada. Me esperan ruinas romanas, termas a imaginar entre las piedras que cuentan la historia de lo que fue para que pueda imaginarla, patricios y esclavos. Me espera el mar, siempre el mar, las gaviotas, las olas que te llaman para que saltes entre ellas y la espuma blanca acariciando todo el cuerpo en medio de ese olor a agua salada, arena y sol. Me esperan oasis con nombres de amigos, verdor entre el desierto. Me espera el té a la menta y la comida especiada, el recuerdo del tajine del pasado, del cuscús, de la kefta. Me esperan zocos cargados de olores y colores distintos, festival de los sentidos, caminos que se abren bajo tus pies para que los sigas sin importar qué dirección tomas, siempre sorprendiendo rincones nuevos, aquí las babuchas, allá la cerámica y más allá el cuero con su olor característico.
Me espera una semana de desconexión y descubrimiento, de relax y de ser más gazelle que nunca. Una semana de compartir ilusiones a cada paso, de juntar esos trocitos de nosotros que siempre nos esperan escondidos en otras ciudades, en tierras ajenas que hacemos propias al llegar a ellas y darnos, sorprendernos, empaparnos de lo que nos encontramos.
Me esperan unos días en Túnez, perdiéndome y encontrándome a la vez. Ya os contaré a la vuelta. Mientras, disfrutad y sonreíd todo lo que podáis, que yo intentaré hacer lo mismo entre desierto, playa, medina y zocos. Nos vemos enseguida...
[La foto que encabeza este post es de las dunas del desierto de Túnez, pertenece a la galería de ese país que tiene en flickr Jorge Orte Tudela. Encuentras la galería AQUÍ.]
Me espera una semana de desconexión y descubrimiento, de relax y de ser más gazelle que nunca. Una semana de compartir ilusiones a cada paso, de juntar esos trocitos de nosotros que siempre nos esperan escondidos en otras ciudades, en tierras ajenas que hacemos propias al llegar a ellas y darnos, sorprendernos, empaparnos de lo que nos encontramos.
Me esperan unos días en Túnez, perdiéndome y encontrándome a la vez. Ya os contaré a la vuelta. Mientras, disfrutad y sonreíd todo lo que podáis, que yo intentaré hacer lo mismo entre desierto, playa, medina y zocos. Nos vemos enseguida...
[La foto que encabeza este post es de las dunas del desierto de Túnez, pertenece a la galería de ese país que tiene en flickr Jorge Orte Tudela. Encuentras la galería AQUÍ.]
viernes, 21 de julio de 2006
Por fin
El Pobre-Conejo ha sido adoptado.
Vivirá en una casa sin tener que soportar los ataques de celos de la Perra-Foca.
Ya no será el Pobre-Conejo.
Finaliza su martirio.
Al Sr. Castrado lo ha dejado la novia.
De momento no vivirá en la casa hipotecada, con jardín y niños.
El sí seguirá siendo el Sr. Castrado.
Finaliza su juego.
El mes de Julio va agonizando.
Viviré unos dias fuera, en el único lugar que quiero estar: contigo.
Seguiré siendo yo, pero también nosotros.
Finaliza mi espera.
Soy una chica tradicional.
Adoro los finales felices.
Vivirá en una casa sin tener que soportar los ataques de celos de la Perra-Foca.
Ya no será el Pobre-Conejo.
Finaliza su martirio.
Al Sr. Castrado lo ha dejado la novia.
De momento no vivirá en la casa hipotecada, con jardín y niños.
El sí seguirá siendo el Sr. Castrado.
Finaliza su juego.
El mes de Julio va agonizando.
Viviré unos dias fuera, en el único lugar que quiero estar: contigo.
Seguiré siendo yo, pero también nosotros.
Finaliza mi espera.
Soy una chica tradicional.
Adoro los finales felices.
jueves, 20 de julio de 2006
Ea estuvo allí
A todos os tiene enganchados a sus posts.
Muchos le comentais.
Algunos lo tenéis enlazado.
A unos pocos de vosotros ha tenido la gentileza de realizaros el diseño de vuestros blogs.
Pero decidme, decidme pequeños ¿cuantos de vosotros habéis estado en casa del Abuelo Cascarrabias?
Ea ha comido hoy un mini bocadillo de jamón.
Ea sueña con el 31 de Julio.
Ea escucha algo que tienen puesto de fondo los pesados de sus compañeros de oficina.
Ea no ha visitado nada hoy por primera vez porque hasta que Ultrasónica no se reincorpore al trabajo no tiene tiempo de esas cosas.
martes, 18 de julio de 2006
El viaje antes del Viaje
Fly me to the moon
let me sing among those stars,
let me see what spring is like
on Jupiter and Mars...
Una de las cosas que más me gusta hacer es viajar. Descubrir culturas diferentes a la mía, perderme -a veces literalmente- por ciudades desconocidas, callejear por ellas sorprendiéndome con sus rincones, encontrarme con trocitos nuevos de mí que parecen esperarme desperdigados en distintos países, construir recuerdos nuevos aquí y allá.
Viajo mucho menos de lo que me gustaría porque normalmente el dinero es mucho más problema que solución y mi bolsillo no da mucho de sí. Pero aún así he podido conocer varios países en mi vida, pude hacer un InterRail por un trocito de Europa -el mejor viaje que he hecho nunca- y he tenido la oportunidad de disfrutar de la Dama Roja del Desierto, la ciudad de Marrakech (que tendrá en algún momento un post aparte sólo para ella, porque tiene un algo mágico que siempre me hace volver y que tendré que explicar por aquí algún día).
Pero no me gusta sólo el hecho de viajar y de conocer algo distinto a lo que me rodea. Me encanta también el momento antes de cada viaje. Antes, sí, cuando estás buscando información sobre el destino, cuando te encuentras buscando recorridos posibles, lugares por ver, valorando si ir aquí o allí, leyendo guías en la FNAC, pidiendo folletos en Agencias de Viajes, viendo fotos en Internet... es como si el viaje empezara mucho antes de hacerlo, como si con imaginarlo estuvieras ya empezando a viajar sin necesidad de aviones. Y la tripa cosquillea en mariposas recordándote al enamoramiento, y la mente se te va a otros olores, otros colores que casi puedes ver ya, festival de sensaciones, la cabeza en la luna, los pies un poco por encima del suelo.
Algunos de los viajes que he hecho han sido sólo así, porque por alguna razón no han llegado a materializarse, son aviones que no cogí, trenes a los que no subí. Y claro, se quedan en pendientes, pero me alegro de haber podido disfrutar plenamente de esa fase previa, no me importa haberme hecho ilusones que no han llegado a cuajar, porque de esta manera en que funciono ha sido como estar un poquito allí, como acercarme en la distancia. Otra manera de viajar...
(Y sí, justo ahora estoy en esa fase, planeando un viaje cortito y no muy lejos, pero lo suficiente como para bullir con esa efervescencia del pre-viaje. Una gozada de sensación :-)
[La imagen que encabeza este post es de la galería que Kris Kros tiene en flickr, a la que puedes acceder AQUÍ. El primer párrafo es la primera estrofa de la canción de Frank Sinatra "Fly me to the moon"]
let me sing among those stars,
let me see what spring is like
on Jupiter and Mars...
Una de las cosas que más me gusta hacer es viajar. Descubrir culturas diferentes a la mía, perderme -a veces literalmente- por ciudades desconocidas, callejear por ellas sorprendiéndome con sus rincones, encontrarme con trocitos nuevos de mí que parecen esperarme desperdigados en distintos países, construir recuerdos nuevos aquí y allá.
Viajo mucho menos de lo que me gustaría porque normalmente el dinero es mucho más problema que solución y mi bolsillo no da mucho de sí. Pero aún así he podido conocer varios países en mi vida, pude hacer un InterRail por un trocito de Europa -el mejor viaje que he hecho nunca- y he tenido la oportunidad de disfrutar de la Dama Roja del Desierto, la ciudad de Marrakech (que tendrá en algún momento un post aparte sólo para ella, porque tiene un algo mágico que siempre me hace volver y que tendré que explicar por aquí algún día).
Pero no me gusta sólo el hecho de viajar y de conocer algo distinto a lo que me rodea. Me encanta también el momento antes de cada viaje. Antes, sí, cuando estás buscando información sobre el destino, cuando te encuentras buscando recorridos posibles, lugares por ver, valorando si ir aquí o allí, leyendo guías en la FNAC, pidiendo folletos en Agencias de Viajes, viendo fotos en Internet... es como si el viaje empezara mucho antes de hacerlo, como si con imaginarlo estuvieras ya empezando a viajar sin necesidad de aviones. Y la tripa cosquillea en mariposas recordándote al enamoramiento, y la mente se te va a otros olores, otros colores que casi puedes ver ya, festival de sensaciones, la cabeza en la luna, los pies un poco por encima del suelo.
Algunos de los viajes que he hecho han sido sólo así, porque por alguna razón no han llegado a materializarse, son aviones que no cogí, trenes a los que no subí. Y claro, se quedan en pendientes, pero me alegro de haber podido disfrutar plenamente de esa fase previa, no me importa haberme hecho ilusones que no han llegado a cuajar, porque de esta manera en que funciono ha sido como estar un poquito allí, como acercarme en la distancia. Otra manera de viajar...
(Y sí, justo ahora estoy en esa fase, planeando un viaje cortito y no muy lejos, pero lo suficiente como para bullir con esa efervescencia del pre-viaje. Una gozada de sensación :-)
[La imagen que encabeza este post es de la galería que Kris Kros tiene en flickr, a la que puedes acceder AQUÍ. El primer párrafo es la primera estrofa de la canción de Frank Sinatra "Fly me to the moon"]
El viaje antes del Viaje
Fly me to the moon
let me sing among those stars,
let me see what spring is like
on Jupiter and Mars...
Una de las cosas que más me gusta hacer es viajar. Descubrir culturas diferentes a la mía, perderme -a veces literalmente- por ciudades desconocidas, callejear por ellas sorprendiéndome con sus rincones, encontrarme con trocitos nuevos de mí que parecen esperarme desperdigados en distintos países, construir recuerdos nuevos aquí y allá.
Viajo mucho menos de lo que me gustaría porque normalmente el dinero es mucho más problema que solución y mi bolsillo no da mucho de sí. Pero aún así he podido conocer varios países en mi vida, pude hacer un InterRail por un trocito de Europa -el mejor viaje que he hecho nunca- y he tenido la oportunidad de disfrutar de la Dama Roja del Desierto, la ciudad de Marrakech (que tendrá en algún momento un post aparte sólo para ella, porque tiene un algo mágico que siempre me hace volver y que tendré que explicar por aquí algún día).
Pero no me gusta sólo el hecho de viajar y de conocer algo distinto a lo que me rodea. Me encanta también el momento antes de cada viaje. Antes, sí, cuando estás buscando información sobre el destino, cuando te encuentras buscando recorridos posibles, lugares por ver, valorando si ir aquí o allí, leyendo guías en la FNAC, pidiendo folletos en Agencias de Viajes, viendo fotos en Internet... es como si el viaje empezara mucho antes de hacerlo, como si con imaginarlo estuvieras ya empezando a viajar sin necesidad de aviones. Y la tripa cosquillea en mariposas recordándote al enamoramiento, y la mente se te va a otros olores, otros colores que casi puedes ver ya, festival de sensaciones, la cabeza en la luna, los pies un poco por encima del suelo.
Algunos de los viajes que he hecho han sido sólo así, porque por alguna razón no han llegado a materializarse, son aviones que no cogí, trenes a los que no subí. Y claro, se quedan en pendientes, pero me alegro de haber podido disfrutar plenamente de esa fase previa, no me importa haberme hecho ilusones que no han llegado a cuajar, porque de esta manera en que funciono ha sido como estar un poquito allí, como acercarme en la distancia. Otra manera de viajar...
(Y sí, justo ahora estoy en esa fase, planeando un viaje cortito y no muy lejos, pero lo suficiente como para bullir con esa efervescencia del pre-viaje. Una gozada de sensación :-)
[La imagen que encabeza este post es de la galería que Kris Kros tiene en flickr, a la que puedes acceder AQUÍ. El primer párrafo es la primera estrofa de la canción de Frank Sinatra "Fly me to the moon"]
let me sing among those stars,
let me see what spring is like
on Jupiter and Mars...
Una de las cosas que más me gusta hacer es viajar. Descubrir culturas diferentes a la mía, perderme -a veces literalmente- por ciudades desconocidas, callejear por ellas sorprendiéndome con sus rincones, encontrarme con trocitos nuevos de mí que parecen esperarme desperdigados en distintos países, construir recuerdos nuevos aquí y allá.
Viajo mucho menos de lo que me gustaría porque normalmente el dinero es mucho más problema que solución y mi bolsillo no da mucho de sí. Pero aún así he podido conocer varios países en mi vida, pude hacer un InterRail por un trocito de Europa -el mejor viaje que he hecho nunca- y he tenido la oportunidad de disfrutar de la Dama Roja del Desierto, la ciudad de Marrakech (que tendrá en algún momento un post aparte sólo para ella, porque tiene un algo mágico que siempre me hace volver y que tendré que explicar por aquí algún día).
Pero no me gusta sólo el hecho de viajar y de conocer algo distinto a lo que me rodea. Me encanta también el momento antes de cada viaje. Antes, sí, cuando estás buscando información sobre el destino, cuando te encuentras buscando recorridos posibles, lugares por ver, valorando si ir aquí o allí, leyendo guías en la FNAC, pidiendo folletos en Agencias de Viajes, viendo fotos en Internet... es como si el viaje empezara mucho antes de hacerlo, como si con imaginarlo estuvieras ya empezando a viajar sin necesidad de aviones. Y la tripa cosquillea en mariposas recordándote al enamoramiento, y la mente se te va a otros olores, otros colores que casi puedes ver ya, festival de sensaciones, la cabeza en la luna, los pies un poco por encima del suelo.
Algunos de los viajes que he hecho han sido sólo así, porque por alguna razón no han llegado a materializarse, son aviones que no cogí, trenes a los que no subí. Y claro, se quedan en pendientes, pero me alegro de haber podido disfrutar plenamente de esa fase previa, no me importa haberme hecho ilusones que no han llegado a cuajar, porque de esta manera en que funciono ha sido como estar un poquito allí, como acercarme en la distancia. Otra manera de viajar...
(Y sí, justo ahora estoy en esa fase, planeando un viaje cortito y no muy lejos, pero lo suficiente como para bullir con esa efervescencia del pre-viaje. Una gozada de sensación :-)
[La imagen que encabeza este post es de la galería que Kris Kros tiene en flickr, a la que puedes acceder AQUÍ. El primer párrafo es la primera estrofa de la canción de Frank Sinatra "Fly me to the moon"]
Oasis mentales
Jefe, secándose el sudor de la frente, dice:
- Si es que en este tiempo sólo apetece tumbarse en la arena de la playa.
De forma repentina recuerda que tiene una reunión y se marcha. Ya.
Si el puede yo también.
Me evado pensando en gotitas resbalando por los cristales, hojas que caen, bufandas y gorritos de lana a juego, alfombras ante la chimenea,ruido del vapor a presión calentando el cacaolat, mi abrigo verde, niños que llevan botas de agua y chapotean en charcos fangosos, calcetines de lana gruesa, acogedoras cafeterías donde refugiarse del frío, ropa que se empapa en el tendero,olor a libros y libretas nuevos, goteras en el metro.
Me evado, sobretodo, pensando en ti, en mi y en el espacio que crearemos bajo esa manta compartida.
- Si es que en este tiempo sólo apetece tumbarse en la arena de la playa.
De forma repentina recuerda que tiene una reunión y se marcha. Ya.
Si el puede yo también.
Me evado pensando en gotitas resbalando por los cristales, hojas que caen, bufandas y gorritos de lana a juego, alfombras ante la chimenea,ruido del vapor a presión calentando el cacaolat, mi abrigo verde, niños que llevan botas de agua y chapotean en charcos fangosos, calcetines de lana gruesa, acogedoras cafeterías donde refugiarse del frío, ropa que se empapa en el tendero,olor a libros y libretas nuevos, goteras en el metro.
Me evado, sobretodo, pensando en ti, en mi y en el espacio que crearemos bajo esa manta compartida.
lunes, 10 de julio de 2006
No mames, güey
Dos mariachis, manteles de lana de colores, lamparitas antiguas alumbrando las mesas, guacamole, nachos y burritos.
- Le he dado la vida entera ¿que más quiere?
- Déjalo. Si eso se lo hubieras entregado envuelto ella te hubiera pedido el tiquet para ir a descambiarlo por algo que le sentara mejor.
- Para que luego digáis que os gustan románticos...
- Lo tuyo no es romanticismo. Ni amor. Es una pulsión de muerte.
Luego le pregunto si volvería a hacerlo. Sabiendo de antemano la respuesta.
Le doy otro trago a la Coronita y de lo que tengo ganas en realidad es de estampársela en la cabeza.
- Le he dado la vida entera ¿que más quiere?
- Déjalo. Si eso se lo hubieras entregado envuelto ella te hubiera pedido el tiquet para ir a descambiarlo por algo que le sentara mejor.
- Para que luego digáis que os gustan románticos...
- Lo tuyo no es romanticismo. Ni amor. Es una pulsión de muerte.
Luego le pregunto si volvería a hacerlo. Sabiendo de antemano la respuesta.
Le doy otro trago a la Coronita y de lo que tengo ganas en realidad es de estampársela en la cabeza.
sábado, 8 de julio de 2006
Visa para un suenyo
Buscando visa, la necesidad,
buscando visa, qué rabia me da,
buscando visa, golpe de poder,
buscando visa, qué más puedo hacer,
buscando visa para naufragar,
buscando visa, carne de la mar,
buscando visa, la razón de ser,
buscando visa para no volver...
Buscando visa para un suenyo...
Demasiadas veces tenemos mala memoria. Olvidamos que ayer nosotros éramos los que buscábamos construirnos un futuro más allá de donde se nos negaba. Olvidamos que hubo tierras más allá de la propia (¿qué tierra puede sernos ajena y por qué? ¿cómo nos atrevemos a dividirla y ponerle duenyos?) donde encontramos refugio, o trabajo, o suenyos por alcanzar. Y empecinados en nuestro olvido, construimos vallas cada vez más altas, alambres cada vez más afilados y danyinos, ponemos más seguridad, mil ojos velando porque nuestro territorio permanezca a salvo como si habláramos de la amenaza de depredadores en vez de personas como nosotros, y mandamos al Ejército cuando la marea humana de desesperanza parece desbordar nuestras fronteras, nuestras rayas en el mapa, aquí eres legal, aquí te conviertes en ilegal.
Pero quieres ver dónde estábamos ayer? Estábamos aquí. En el barco que zarpa entre miedos y esperanzas, estómagos vacíos, madres que buscan un futuro, algún futuro, para sus hijos, incluso a veces haciéndoles viajar en sus vientres. Qué hay que sentir para lanzarse a un mar bravo a bordo de tres maderas mal unidas? Yo no lo sé, tú no lo sabes, pero ayer lo sabíamos. Ayer lo sentíamos en nuestras carnes, ayer perseguíamos un manyana distinto y unas veces lo encontrábamos, otras veces nuestras ganas chocaban contra los que decidían que la tierra era más suya que nuestra.
Nuestros abuelos, nuestros padres, también se fueron a buscar un futuro diferente dejando todo lo conocido, abandonando sus ciudades, jugando a una partida de todo o nada. Y en algunos sitios les abrazaron y les dieron oportunidades, esas que hoy nos negamos a dar a tanta gente que busca una esperanza. Hoy que la suerte nos viene de cara, se la negamos a quien la necesita de su lado...
Hace unos días me enviaron esta foto recordatorio. Mayo de 1949, 160 inmigrantes canarios apresados en Venezuela a bordo de La Elvira. Suenyos rotos en el camino. Hoy el Estrecho está alfombrado de suenyos perdidos, ahogados en un mar que es nuestro primer policía. Las alambradas se elevan tocando el cielo para que otros se queden en sus infiernos. Ayer fuimos Ellos. Hoy tenemos que elegir qué queremos que ellos lleguen a ser, si les damos la oportunidad buscada o se la negamos. Está en nuestras manos. Pero no podemos hacerlo desde el olvido.
[El comienzo de este post es parte de la canción "Visa para un suenyo", de Juan Luis Guerra. La foto y el titular está rescatada de una hemeroteca que deberíamos tener presente.]
buscando visa, qué rabia me da,
buscando visa, golpe de poder,
buscando visa, qué más puedo hacer,
buscando visa para naufragar,
buscando visa, carne de la mar,
buscando visa, la razón de ser,
buscando visa para no volver...
Buscando visa para un suenyo...
Demasiadas veces tenemos mala memoria. Olvidamos que ayer nosotros éramos los que buscábamos construirnos un futuro más allá de donde se nos negaba. Olvidamos que hubo tierras más allá de la propia (¿qué tierra puede sernos ajena y por qué? ¿cómo nos atrevemos a dividirla y ponerle duenyos?) donde encontramos refugio, o trabajo, o suenyos por alcanzar. Y empecinados en nuestro olvido, construimos vallas cada vez más altas, alambres cada vez más afilados y danyinos, ponemos más seguridad, mil ojos velando porque nuestro territorio permanezca a salvo como si habláramos de la amenaza de depredadores en vez de personas como nosotros, y mandamos al Ejército cuando la marea humana de desesperanza parece desbordar nuestras fronteras, nuestras rayas en el mapa, aquí eres legal, aquí te conviertes en ilegal.
Pero quieres ver dónde estábamos ayer? Estábamos aquí. En el barco que zarpa entre miedos y esperanzas, estómagos vacíos, madres que buscan un futuro, algún futuro, para sus hijos, incluso a veces haciéndoles viajar en sus vientres. Qué hay que sentir para lanzarse a un mar bravo a bordo de tres maderas mal unidas? Yo no lo sé, tú no lo sabes, pero ayer lo sabíamos. Ayer lo sentíamos en nuestras carnes, ayer perseguíamos un manyana distinto y unas veces lo encontrábamos, otras veces nuestras ganas chocaban contra los que decidían que la tierra era más suya que nuestra.
Nuestros abuelos, nuestros padres, también se fueron a buscar un futuro diferente dejando todo lo conocido, abandonando sus ciudades, jugando a una partida de todo o nada. Y en algunos sitios les abrazaron y les dieron oportunidades, esas que hoy nos negamos a dar a tanta gente que busca una esperanza. Hoy que la suerte nos viene de cara, se la negamos a quien la necesita de su lado...
Hace unos días me enviaron esta foto recordatorio. Mayo de 1949, 160 inmigrantes canarios apresados en Venezuela a bordo de La Elvira. Suenyos rotos en el camino. Hoy el Estrecho está alfombrado de suenyos perdidos, ahogados en un mar que es nuestro primer policía. Las alambradas se elevan tocando el cielo para que otros se queden en sus infiernos. Ayer fuimos Ellos. Hoy tenemos que elegir qué queremos que ellos lleguen a ser, si les damos la oportunidad buscada o se la negamos. Está en nuestras manos. Pero no podemos hacerlo desde el olvido.
[El comienzo de este post es parte de la canción "Visa para un suenyo", de Juan Luis Guerra. La foto y el titular está rescatada de una hemeroteca que deberíamos tener presente.]
Visa para un suenyo
Buscando visa, la necesidad,
buscando visa, qué rabia me da,
buscando visa, golpe de poder,
buscando visa, qué más puedo hacer,
buscando visa para naufragar,
buscando visa, carne de la mar,
buscando visa, la razón de ser,
buscando visa para no volver...
Buscando visa para un suenyo...
Demasiadas veces tenemos mala memoria. Olvidamos que ayer nosotros éramos los que buscábamos construirnos un futuro más allá de donde se nos negaba. Olvidamos que hubo tierras más allá de la propia (¿qué tierra puede sernos ajena y por qué? ¿cómo nos atrevemos a dividirla y ponerle duenyos?) donde encontramos refugio, o trabajo, o suenyos por alcanzar. Y empecinados en nuestro olvido, construimos vallas cada vez más altas, alambres cada vez más afilados y danyinos, ponemos más seguridad, mil ojos velando porque nuestro territorio permanezca a salvo como si habláramos de la amenaza de depredadores en vez de personas como nosotros, y mandamos al Ejército cuando la marea humana de desesperanza parece desbordar nuestras fronteras, nuestras rayas en el mapa, aquí eres legal, aquí te conviertes en ilegal.
Pero quieres ver dónde estábamos ayer? Estábamos aquí. En el barco que zarpa entre miedos y esperanzas, estómagos vacíos, madres que buscan un futuro, algún futuro, para sus hijos, incluso a veces haciéndoles viajar en sus vientres. Qué hay que sentir para lanzarse a un mar bravo a bordo de tres maderas mal unidas? Yo no lo sé, tú no lo sabes, pero ayer lo sabíamos. Ayer lo sentíamos en nuestras carnes, ayer perseguíamos un manyana distinto y unas veces lo encontrábamos, otras veces nuestras ganas chocaban contra los que decidían que la tierra era más suya que nuestra.
Nuestros abuelos, nuestros padres, también se fueron a buscar un futuro diferente dejando todo lo conocido, abandonando sus ciudades, jugando a una partida de todo o nada. Y en algunos sitios les abrazaron y les dieron oportunidades, esas que hoy nos negamos a dar a tanta gente que busca una esperanza. Hoy que la suerte nos viene de cara, se la negamos a quien la necesita de su lado...
Hace unos días me enviaron esta foto recordatorio. Mayo de 1949, 160 inmigrantes canarios apresados en Venezuela a bordo de La Elvira. Suenyos rotos en el camino. Hoy el Estrecho está alfombrado de suenyos perdidos, ahogados en un mar que es nuestro primer policía. Las alambradas se elevan tocando el cielo para que otros se queden en sus infiernos. Ayer fuimos Ellos. Hoy tenemos que elegir qué queremos que ellos lleguen a ser, si les damos la oportunidad buscada o se la negamos. Está en nuestras manos. Pero no podemos hacerlo desde el olvido.
[El comienzo de este post es parte de la canción "Visa para un suenyo", de Juan Luis Guerra. La foto y el titular está rescatada de una hemeroteca que deberíamos tener presente.]
buscando visa, qué rabia me da,
buscando visa, golpe de poder,
buscando visa, qué más puedo hacer,
buscando visa para naufragar,
buscando visa, carne de la mar,
buscando visa, la razón de ser,
buscando visa para no volver...
Buscando visa para un suenyo...
Demasiadas veces tenemos mala memoria. Olvidamos que ayer nosotros éramos los que buscábamos construirnos un futuro más allá de donde se nos negaba. Olvidamos que hubo tierras más allá de la propia (¿qué tierra puede sernos ajena y por qué? ¿cómo nos atrevemos a dividirla y ponerle duenyos?) donde encontramos refugio, o trabajo, o suenyos por alcanzar. Y empecinados en nuestro olvido, construimos vallas cada vez más altas, alambres cada vez más afilados y danyinos, ponemos más seguridad, mil ojos velando porque nuestro territorio permanezca a salvo como si habláramos de la amenaza de depredadores en vez de personas como nosotros, y mandamos al Ejército cuando la marea humana de desesperanza parece desbordar nuestras fronteras, nuestras rayas en el mapa, aquí eres legal, aquí te conviertes en ilegal.
Pero quieres ver dónde estábamos ayer? Estábamos aquí. En el barco que zarpa entre miedos y esperanzas, estómagos vacíos, madres que buscan un futuro, algún futuro, para sus hijos, incluso a veces haciéndoles viajar en sus vientres. Qué hay que sentir para lanzarse a un mar bravo a bordo de tres maderas mal unidas? Yo no lo sé, tú no lo sabes, pero ayer lo sabíamos. Ayer lo sentíamos en nuestras carnes, ayer perseguíamos un manyana distinto y unas veces lo encontrábamos, otras veces nuestras ganas chocaban contra los que decidían que la tierra era más suya que nuestra.
Nuestros abuelos, nuestros padres, también se fueron a buscar un futuro diferente dejando todo lo conocido, abandonando sus ciudades, jugando a una partida de todo o nada. Y en algunos sitios les abrazaron y les dieron oportunidades, esas que hoy nos negamos a dar a tanta gente que busca una esperanza. Hoy que la suerte nos viene de cara, se la negamos a quien la necesita de su lado...
Hace unos días me enviaron esta foto recordatorio. Mayo de 1949, 160 inmigrantes canarios apresados en Venezuela a bordo de La Elvira. Suenyos rotos en el camino. Hoy el Estrecho está alfombrado de suenyos perdidos, ahogados en un mar que es nuestro primer policía. Las alambradas se elevan tocando el cielo para que otros se queden en sus infiernos. Ayer fuimos Ellos. Hoy tenemos que elegir qué queremos que ellos lleguen a ser, si les damos la oportunidad buscada o se la negamos. Está en nuestras manos. Pero no podemos hacerlo desde el olvido.
[El comienzo de este post es parte de la canción "Visa para un suenyo", de Juan Luis Guerra. La foto y el titular está rescatada de una hemeroteca que deberíamos tener presente.]
viernes, 7 de julio de 2006
La familia no se escoge
9:00 a.m. Hermano a Servidora:
- Es el cumpleaños de mi novia.No quiere regalos y sobretodo no quiere que nadie la felicite.
- ¿Y eso?
- Yo que sé. Algo sobre la insoportable levedad del ser, imagino. Ocúpate de decírselo a todo el mundo.
- ¿A qué debo el honor?
- Me están poniendo el aire acondicionado. Tengo que concentrar mis energias en que los perros no muerdan a los técnicos y en que estos no hagan más agujeros en las paredes de lo estrictamente necesarios.
10:30 a.m Servidora a Padre:
- No llames a Cuñada para su cumpleaños, no le compres nada.
- Yo había pensado en algo bonito como un vestido...
- Nono. No quiere nada.
- Bueno ya la llamaré para felicitarla.
- No la llames.
- ¿Cómo no la voy a llamar? ¿!Tendré que preguntarle que talla usa!?
11:12 a.m Servidora a Madre:
- No llames a Cuñada para su cumpleaños, no le compres nada.
- ¿Tienes ya el equipaje hecho? Tengo un pareo que tendrías que llevarte.
- Falta un mes para que me vaya de vacaciones.¿Has oido lo que te he dicho antes?
- Sísí. Nada de felicitarla. Bueno, deberías venir a buscar el pareo. No te imaginas lo prácticos que resultan.
- Está bien. Ya iré...
- ¿Tienes maletas? Yo tengo una aquí pequeña que también deberías llevarte. Bueno, dime el teléfono de tu cuñada que lo he perdido.
13:45 p.m Hermano a Servidora:
- ¿Ya se lo has dicho a todos?
- Sí, bueno...
- Mi casa es un enorme queso gruyere. Necesito saber que hay algo bajo control.
- No te preocupes. Todo saldrá bien.
16:00 p.m Servidora a Cuñada:
- ¿Qué tal?
- ¿Tú tampoco lo recuerdas?
- El qué.
- Es mi cumpleaños.Y nadie me ha felicitado. Que deprimente.
- Es el cumpleaños de mi novia.No quiere regalos y sobretodo no quiere que nadie la felicite.
- ¿Y eso?
- Yo que sé. Algo sobre la insoportable levedad del ser, imagino. Ocúpate de decírselo a todo el mundo.
- ¿A qué debo el honor?
- Me están poniendo el aire acondicionado. Tengo que concentrar mis energias en que los perros no muerdan a los técnicos y en que estos no hagan más agujeros en las paredes de lo estrictamente necesarios.
10:30 a.m Servidora a Padre:
- No llames a Cuñada para su cumpleaños, no le compres nada.
- Yo había pensado en algo bonito como un vestido...
- Nono. No quiere nada.
- Bueno ya la llamaré para felicitarla.
- No la llames.
- ¿Cómo no la voy a llamar? ¿!Tendré que preguntarle que talla usa!?
11:12 a.m Servidora a Madre:
- No llames a Cuñada para su cumpleaños, no le compres nada.
- ¿Tienes ya el equipaje hecho? Tengo un pareo que tendrías que llevarte.
- Falta un mes para que me vaya de vacaciones.¿Has oido lo que te he dicho antes?
- Sísí. Nada de felicitarla. Bueno, deberías venir a buscar el pareo. No te imaginas lo prácticos que resultan.
- Está bien. Ya iré...
- ¿Tienes maletas? Yo tengo una aquí pequeña que también deberías llevarte. Bueno, dime el teléfono de tu cuñada que lo he perdido.
13:45 p.m Hermano a Servidora:
- ¿Ya se lo has dicho a todos?
- Sí, bueno...
- Mi casa es un enorme queso gruyere. Necesito saber que hay algo bajo control.
- No te preocupes. Todo saldrá bien.
16:00 p.m Servidora a Cuñada:
- ¿Qué tal?
- ¿Tú tampoco lo recuerdas?
- El qué.
- Es mi cumpleaños.Y nadie me ha felicitado. Que deprimente.
jueves, 6 de julio de 2006
Invisible
Hay días en los que te vuelves invisible. No una invisibilidad ligera y elegida, como la que sonyabas de ninya, que te permitiera hacer travesuras y desconcertar a la gente, no... es una invisibilidad impuesta, seca, pesada, a la que no te acostumbras y que vuelve a arrancarte las lágrimas de ayer.
Te sientas en tu silla y te vas fundiendo en ella, deshaciéndote en transparencias hasta que te vuelves de sus colores, cuerpo azul, mano gris sobre la mesa de idéntico tono. Y nadie te ve, las miradas te atraviesan sin pararse en ti, demasiado pequenya, insignificante. Las conversaciones no te incluyen, te rebota algún buenos días dirigido a otro y te haces perfectamente consciente de lo ajena que eres a todo, lo lejos que estás, lo poco que te toca la realidad.
De vez en cuando vas al banyo para comprobar que, como pensabas, no te reflejas en los espejos, y que no es su culpa: no hay enfados, no hay reproches, no hay intencionalidad; simplemente no pueden verte. Camaleón mimetizado con su entorno, vas desapareciendo, engullida por una soledad asfixiante contra la que poco puede hacer el Ventolín que llevas siempre en el bolso.
Y ves pasar los minutos y las horas, tecleando pero sabiendo que ni siquiera así te haces notar. Te repites que siempre te ha gustado pasar desapercibida, pero ser esta mujer camaleón que nadie ve duele. Porque hasta a los camaleones acabas encontrándolos entre las hojas si buscas con atención... pero quizá ya tampoco buscan. O quizá estás demasiado escondida en ti.
Y ves pasar los días que llegarán a ser semanas, pensando si pintarte de blanco como el hombre invisible cuando quería aparecer en el mundo de los vivos, anyorando sentirte parte de algo más que tu mundo interior que conoces de memoria y del que además una parte importante te da miedo. Proponiéndote hablar manyana hasta que reparen en tu voz sin saber que hablas en otra escala a la que el oído humano no alcanza.
Y lloras como ayer, ninya invisible, mujer condenada a ser camaleón que nadie ve.
Te sientas en tu silla y te vas fundiendo en ella, deshaciéndote en transparencias hasta que te vuelves de sus colores, cuerpo azul, mano gris sobre la mesa de idéntico tono. Y nadie te ve, las miradas te atraviesan sin pararse en ti, demasiado pequenya, insignificante. Las conversaciones no te incluyen, te rebota algún buenos días dirigido a otro y te haces perfectamente consciente de lo ajena que eres a todo, lo lejos que estás, lo poco que te toca la realidad.
De vez en cuando vas al banyo para comprobar que, como pensabas, no te reflejas en los espejos, y que no es su culpa: no hay enfados, no hay reproches, no hay intencionalidad; simplemente no pueden verte. Camaleón mimetizado con su entorno, vas desapareciendo, engullida por una soledad asfixiante contra la que poco puede hacer el Ventolín que llevas siempre en el bolso.
Y ves pasar los minutos y las horas, tecleando pero sabiendo que ni siquiera así te haces notar. Te repites que siempre te ha gustado pasar desapercibida, pero ser esta mujer camaleón que nadie ve duele. Porque hasta a los camaleones acabas encontrándolos entre las hojas si buscas con atención... pero quizá ya tampoco buscan. O quizá estás demasiado escondida en ti.
Y ves pasar los días que llegarán a ser semanas, pensando si pintarte de blanco como el hombre invisible cuando quería aparecer en el mundo de los vivos, anyorando sentirte parte de algo más que tu mundo interior que conoces de memoria y del que además una parte importante te da miedo. Proponiéndote hablar manyana hasta que reparen en tu voz sin saber que hablas en otra escala a la que el oído humano no alcanza.
Y lloras como ayer, ninya invisible, mujer condenada a ser camaleón que nadie ve.
Invisible
Hay días en los que te vuelves invisible. No una invisibilidad ligera y elegida, como la que sonyabas de ninya, que te permitiera hacer travesuras y desconcertar a la gente, no... es una invisibilidad impuesta, seca, pesada, a la que no te acostumbras y que vuelve a arrancarte las lágrimas de ayer.
Te sientas en tu silla y te vas fundiendo en ella, deshaciéndote en transparencias hasta que te vuelves de sus colores, cuerpo azul, mano gris sobre la mesa de idéntico tono. Y nadie te ve, las miradas te atraviesan sin pararse en ti, demasiado pequenya, insignificante. Las conversaciones no te incluyen, te rebota algún buenos días dirigido a otro y te haces perfectamente consciente de lo ajena que eres a todo, lo lejos que estás, lo poco que te toca la realidad.
De vez en cuando vas al banyo para comprobar que, como pensabas, no te reflejas en los espejos, y que no es su culpa: no hay enfados, no hay reproches, no hay intencionalidad; simplemente no pueden verte. Camaleón mimetizado con su entorno, vas desapareciendo, engullida por una soledad asfixiante contra la que poco puede hacer el Ventolín que llevas siempre en el bolso.
Y ves pasar los minutos y las horas, tecleando pero sabiendo que ni siquiera así te haces notar. Te repites que siempre te ha gustado pasar desapercibida, pero ser esta mujer camaleón que nadie ve duele. Porque hasta a los camaleones acabas encontrándolos entre las hojas si buscas con atención... pero quizá ya tampoco buscan. O quizá estás demasiado escondida en ti.
Y ves pasar los días que llegarán a ser semanas, pensando si pintarte de blanco como el hombre invisible cuando quería aparecer en el mundo de los vivos, anyorando sentirte parte de algo más que tu mundo interior que conoces de memoria y del que además una parte importante te da miedo. Proponiéndote hablar manyana hasta que reparen en tu voz sin saber que hablas en otra escala a la que el oído humano no alcanza.
Y lloras como ayer, ninya invisible, mujer condenada a ser camaleón que nadie ve.
Te sientas en tu silla y te vas fundiendo en ella, deshaciéndote en transparencias hasta que te vuelves de sus colores, cuerpo azul, mano gris sobre la mesa de idéntico tono. Y nadie te ve, las miradas te atraviesan sin pararse en ti, demasiado pequenya, insignificante. Las conversaciones no te incluyen, te rebota algún buenos días dirigido a otro y te haces perfectamente consciente de lo ajena que eres a todo, lo lejos que estás, lo poco que te toca la realidad.
De vez en cuando vas al banyo para comprobar que, como pensabas, no te reflejas en los espejos, y que no es su culpa: no hay enfados, no hay reproches, no hay intencionalidad; simplemente no pueden verte. Camaleón mimetizado con su entorno, vas desapareciendo, engullida por una soledad asfixiante contra la que poco puede hacer el Ventolín que llevas siempre en el bolso.
Y ves pasar los minutos y las horas, tecleando pero sabiendo que ni siquiera así te haces notar. Te repites que siempre te ha gustado pasar desapercibida, pero ser esta mujer camaleón que nadie ve duele. Porque hasta a los camaleones acabas encontrándolos entre las hojas si buscas con atención... pero quizá ya tampoco buscan. O quizá estás demasiado escondida en ti.
Y ves pasar los días que llegarán a ser semanas, pensando si pintarte de blanco como el hombre invisible cuando quería aparecer en el mundo de los vivos, anyorando sentirte parte de algo más que tu mundo interior que conoces de memoria y del que además una parte importante te da miedo. Proponiéndote hablar manyana hasta que reparen en tu voz sin saber que hablas en otra escala a la que el oído humano no alcanza.
Y lloras como ayer, ninya invisible, mujer condenada a ser camaleón que nadie ve.
Confesiones
Confesaré.
Esta noche otro ha ocupado tu lugar en la cama.
Es tan larga la noche y tan grande mi colchón...
Es tanto el calor y tanto el fuego en mi cuerpo...
Es tanta la humedad y tanta sed en mi piel...
Confesaré, sí.
Esta noche el ventilador ha ocupado tu lugar en la cama.
PD: No consigue hacerme gemir como tú.
Sin embargo me he despertado con la garganta igual de irritada.
Esta noche otro ha ocupado tu lugar en la cama.
Es tan larga la noche y tan grande mi colchón...
Es tanto el calor y tanto el fuego en mi cuerpo...
Es tanta la humedad y tanta sed en mi piel...
Confesaré, sí.
Esta noche el ventilador ha ocupado tu lugar en la cama.
PD: No consigue hacerme gemir como tú.
Sin embargo me he despertado con la garganta igual de irritada.
miércoles, 5 de julio de 2006
Energúmeno
Ibas en tu coche blanco esta mañana.
Supongo que al trabajo, supongo que medio dormido.
Era demasiado pronto y pisabas demasiado el acelerador.
De repente has escuchado un grito.
Imaginas que de una madre llamando a su hija.
De repente un golpe seco en el coche.
Imaginas que le has dado a la niña.
No has tenido tiempo de imaginar más porque has seguido pisando el acelerador.
La madre no era una madre, soy yo.
La niña no era un niña, es la Perra-Foca.
Ambas estamos bien.
Pero tú eso no lo sabes.
Que mi grito y la incertidumbre te acompañen durante mucho tiempo.
Supongo que al trabajo, supongo que medio dormido.
Era demasiado pronto y pisabas demasiado el acelerador.
De repente has escuchado un grito.
Imaginas que de una madre llamando a su hija.
De repente un golpe seco en el coche.
Imaginas que le has dado a la niña.
No has tenido tiempo de imaginar más porque has seguido pisando el acelerador.
La madre no era una madre, soy yo.
La niña no era un niña, es la Perra-Foca.
Ambas estamos bien.
Pero tú eso no lo sabes.
Que mi grito y la incertidumbre te acompañen durante mucho tiempo.
lunes, 3 de julio de 2006
Libros subrayados
Hace poco he recuperado un libro que había prestado tiempo atrás y que, la verdad, no esperaba ver devuelto. Hay algunos libros que no me importa que no me devuelvan, simplemente me los vuelvo a comprar... incluso hay algunos que ni siquiera pedí una vez prestado, porque me parecen tan buenos que creo que está bien que se los queden, es un hogar más que encuentran, y yo ya me lo compraré de nuevo.
Pero también hay libros que casi nunca dejo, porque están muy personalizados... libros que además de contar su propia historia cuentan un poco de la mía, porque están subrayados y anotados. Ya sé que hay gente que jamás subrayaría un libro, pero yo suelo hacerlo con cierta frecuencia: escribo en los márgenes, subrayo aquello con lo que me identifico, lo hago un poco mío. Y esos sólo los presto avisando de que están así y a gente que considero muy cercana, porque es una forma de desnudarme un poco delante de ellos.
El libro que me han devuelto es uno de esos que he hecho muy míos. El lobo estepario, de Herman Hesse. Me lo recomendó una buena amiga hace tiempo, ella se había visto muy reflejada en muchas cosas, y cuando lo leí no me extranyó encontrarme yo también en múltiples párrafos, al fin y al cabo esta amiga y yo tenemos muchísimas cosas en común, y la recomendación fue todo un acierto.
Quería dejar aquí algún fragmento del libro, y me cuesta bastante decidirme por uno solo entre tantas palabras que vale la pena leer, entre tanto como subrayé en su día. Pero voy a escoger éste:
...y que haya quien es capaz de ver eso en ti, el brillo más allá del gris del que te cubres tantas veces.
(Ya está en la estantería, al lado de otros dos libros subrayados también... :-)
Pero también hay libros que casi nunca dejo, porque están muy personalizados... libros que además de contar su propia historia cuentan un poco de la mía, porque están subrayados y anotados. Ya sé que hay gente que jamás subrayaría un libro, pero yo suelo hacerlo con cierta frecuencia: escribo en los márgenes, subrayo aquello con lo que me identifico, lo hago un poco mío. Y esos sólo los presto avisando de que están así y a gente que considero muy cercana, porque es una forma de desnudarme un poco delante de ellos.
El libro que me han devuelto es uno de esos que he hecho muy míos. El lobo estepario, de Herman Hesse. Me lo recomendó una buena amiga hace tiempo, ella se había visto muy reflejada en muchas cosas, y cuando lo leí no me extranyó encontrarme yo también en múltiples párrafos, al fin y al cabo esta amiga y yo tenemos muchísimas cosas en común, y la recomendación fue todo un acierto.
Quería dejar aquí algún fragmento del libro, y me cuesta bastante decidirme por uno solo entre tantas palabras que vale la pena leer, entre tanto como subrayé en su día. Pero voy a escoger éste:
Estos hombres tienen todos dentro de sí dos almas, dos naturalezas; en ellos existe lo divino y lo demoníaco, la capacidad de ventura y la capacidad de sufrimiento, tan hostiles y confusos lo uno junto y dentro de lo otro, como estaban en Harry el lobo y el hombre. Y estas personas, cuya existencia es muy agitada, viven a veces en sus raros momentos de felicidad algo tan fuerte y tan indeciblemente hermoso, la espuma de la dicha momentánea salta con frecuencia tan alta y deslumbrante por encima del mar del sufrimiento, que este breve relámpago de ventura alcanza y encanta radiante también a otras personas.Y lo escojo, supongo, porque habla de esa intensidad que siento tan propia. Sufrir con intensidad pero brillar con más intensidad aún cuando la balanza se gira, aunque sean unos instantes, unos momentos que tendrán fin en el calendario, quizás en el mismo reloj, sólo unos minutos más allá. Pero mientras dura, brillar, saber que tienes esa capacidad de elevarte más allá de ti y reír en cascada, ojos sonrientes, ingenio veloz, ironía que vuela...
...y que haya quien es capaz de ver eso en ti, el brillo más allá del gris del que te cubres tantas veces.
(Ya está en la estantería, al lado de otros dos libros subrayados también... :-)
Libros subrayados
Hace poco he recuperado un libro que había prestado tiempo atrás y que, la verdad, no esperaba ver devuelto. Hay algunos libros que no me importa que no me devuelvan, simplemente me los vuelvo a comprar... incluso hay algunos que ni siquiera pedí una vez prestado, porque me parecen tan buenos que creo que está bien que se los queden, es un hogar más que encuentran, y yo ya me lo compraré de nuevo.
Pero también hay libros que casi nunca dejo, porque están muy personalizados... libros que además de contar su propia historia cuentan un poco de la mía, porque están subrayados y anotados. Ya sé que hay gente que jamás subrayaría un libro, pero yo suelo hacerlo con cierta frecuencia: escribo en los márgenes, subrayo aquello con lo que me identifico, lo hago un poco mío. Y esos sólo los presto avisando de que están así y a gente que considero muy cercana, porque es una forma de desnudarme un poco delante de ellos.
El libro que me han devuelto es uno de esos que he hecho muy míos. El lobo estepario, de Herman Hesse. Me lo recomendó una buena amiga hace tiempo, ella se había visto muy reflejada en muchas cosas, y cuando lo leí no me extranyó encontrarme yo también en múltiples párrafos, al fin y al cabo esta amiga y yo tenemos muchísimas cosas en común, y la recomendación fue todo un acierto.
Quería dejar aquí algún fragmento del libro, y me cuesta bastante decidirme por uno solo entre tantas palabras que vale la pena leer, entre tanto como subrayé en su día. Pero voy a escoger éste:
...y que haya quien es capaz de ver eso en ti, el brillo más allá del gris del que te cubres tantas veces.
(Ya está en la estantería, al lado de otros dos libros subrayados también... :-)
Pero también hay libros que casi nunca dejo, porque están muy personalizados... libros que además de contar su propia historia cuentan un poco de la mía, porque están subrayados y anotados. Ya sé que hay gente que jamás subrayaría un libro, pero yo suelo hacerlo con cierta frecuencia: escribo en los márgenes, subrayo aquello con lo que me identifico, lo hago un poco mío. Y esos sólo los presto avisando de que están así y a gente que considero muy cercana, porque es una forma de desnudarme un poco delante de ellos.
El libro que me han devuelto es uno de esos que he hecho muy míos. El lobo estepario, de Herman Hesse. Me lo recomendó una buena amiga hace tiempo, ella se había visto muy reflejada en muchas cosas, y cuando lo leí no me extranyó encontrarme yo también en múltiples párrafos, al fin y al cabo esta amiga y yo tenemos muchísimas cosas en común, y la recomendación fue todo un acierto.
Quería dejar aquí algún fragmento del libro, y me cuesta bastante decidirme por uno solo entre tantas palabras que vale la pena leer, entre tanto como subrayé en su día. Pero voy a escoger éste:
Estos hombres tienen todos dentro de sí dos almas, dos naturalezas; en ellos existe lo divino y lo demoníaco, la capacidad de ventura y la capacidad de sufrimiento, tan hostiles y confusos lo uno junto y dentro de lo otro, como estaban en Harry el lobo y el hombre. Y estas personas, cuya existencia es muy agitada, viven a veces en sus raros momentos de felicidad algo tan fuerte y tan indeciblemente hermoso, la espuma de la dicha momentánea salta con frecuencia tan alta y deslumbrante por encima del mar del sufrimiento, que este breve relámpago de ventura alcanza y encanta radiante también a otras personas.Y lo escojo, supongo, porque habla de esa intensidad que siento tan propia. Sufrir con intensidad pero brillar con más intensidad aún cuando la balanza se gira, aunque sean unos instantes, unos momentos que tendrán fin en el calendario, quizás en el mismo reloj, sólo unos minutos más allá. Pero mientras dura, brillar, saber que tienes esa capacidad de elevarte más allá de ti y reír en cascada, ojos sonrientes, ingenio veloz, ironía que vuela...
...y que haya quien es capaz de ver eso en ti, el brillo más allá del gris del que te cubres tantas veces.
(Ya está en la estantería, al lado de otros dos libros subrayados también... :-)
Cosas en la nevera
- Leche. Desayuno, despertar, tus caracolillos revueltos.
- Naranjas. Bogart dejando escapar a Bergman.
- Petit Suisse. Besitos en el cuello delante del refrigerador del hiper. Carcajadas.
- Pastitas. Caprichos murmurados entre risas, de tu mano.
- Cuatro cebollas. Ensalada para dos y la frutera que no hace concesiones a cenas románticas...o el manojo entero o nada.
- Manzanas. Sabina. Nuestra historia.
- Martini sin empezar. Tantos brindis pendientes.
- Agua. Compartiendo una botella en la cama, tanta calor, tanta noche, tanta sed...
Ni mi nevera ni yo nos sentimos nunca tan llenas.
Todo es culpa de Judit.
- Naranjas. Bogart dejando escapar a Bergman.
- Petit Suisse. Besitos en el cuello delante del refrigerador del hiper. Carcajadas.
- Pastitas. Caprichos murmurados entre risas, de tu mano.
- Cuatro cebollas. Ensalada para dos y la frutera que no hace concesiones a cenas románticas...o el manojo entero o nada.
- Manzanas. Sabina. Nuestra historia.
- Martini sin empezar. Tantos brindis pendientes.
- Agua. Compartiendo una botella en la cama, tanta calor, tanta noche, tanta sed...
Ni mi nevera ni yo nos sentimos nunca tan llenas.
Todo es culpa de Judit.
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