Buscando visa, la necesidad,
buscando visa, qué rabia me da,
buscando visa, golpe de poder,
buscando visa, qué más puedo hacer,
buscando visa para naufragar,
buscando visa, carne de la mar,
buscando visa, la razón de ser,
buscando visa para no volver...
Buscando visa para un suenyo...
Demasiadas veces tenemos mala memoria. Olvidamos que ayer nosotros éramos los que buscábamos construirnos un futuro más allá de donde se nos negaba. Olvidamos que hubo tierras más allá de la propia (¿qué tierra puede sernos ajena y por qué? ¿cómo nos atrevemos a dividirla y ponerle duenyos?) donde encontramos refugio, o trabajo, o suenyos por alcanzar. Y empecinados en nuestro olvido, construimos vallas cada vez más altas, alambres cada vez más afilados y danyinos, ponemos más seguridad, mil ojos velando porque nuestro territorio permanezca a salvo como si habláramos de la amenaza de depredadores en vez de personas como nosotros, y mandamos al Ejército cuando la marea humana de desesperanza parece desbordar nuestras fronteras, nuestras rayas en el mapa, aquí eres legal, aquí te conviertes en ilegal.
Pero quieres ver dónde estábamos ayer? Estábamos aquí. En el barco que zarpa entre miedos y esperanzas, estómagos vacíos, madres que buscan un futuro, algún futuro, para sus hijos, incluso a veces haciéndoles viajar en sus vientres. Qué hay que sentir para lanzarse a un mar bravo a bordo de tres maderas mal unidas? Yo no lo sé, tú no lo sabes, pero ayer lo sabíamos. Ayer lo sentíamos en nuestras carnes, ayer perseguíamos un manyana distinto y unas veces lo encontrábamos, otras veces nuestras ganas chocaban contra los que decidían que la tierra era más suya que nuestra.
Nuestros abuelos, nuestros padres, también se fueron a buscar un futuro diferente dejando todo lo conocido, abandonando sus ciudades, jugando a una partida de todo o nada. Y en algunos sitios les abrazaron y les dieron oportunidades, esas que hoy nos negamos a dar a tanta gente que busca una esperanza. Hoy que la suerte nos viene de cara, se la negamos a quien la necesita de su lado...
Hace unos días me enviaron esta foto recordatorio. Mayo de 1949, 160 inmigrantes canarios apresados en Venezuela a bordo de La Elvira. Suenyos rotos en el camino. Hoy el Estrecho está alfombrado de suenyos perdidos, ahogados en un mar que es nuestro primer policía. Las alambradas se elevan tocando el cielo para que otros se queden en sus infiernos. Ayer fuimos Ellos. Hoy tenemos que elegir qué queremos que ellos lleguen a ser, si les damos la oportunidad buscada o se la negamos. Está en nuestras manos. Pero no podemos hacerlo desde el olvido.
[El comienzo de este post es parte de la canción "Visa para un suenyo", de Juan Luis Guerra. La foto y el titular está rescatada de una hemeroteca que deberíamos tener presente.]
buscando visa, qué rabia me da,
buscando visa, golpe de poder,
buscando visa, qué más puedo hacer,
buscando visa para naufragar,
buscando visa, carne de la mar,
buscando visa, la razón de ser,
buscando visa para no volver...
Buscando visa para un suenyo...
Demasiadas veces tenemos mala memoria. Olvidamos que ayer nosotros éramos los que buscábamos construirnos un futuro más allá de donde se nos negaba. Olvidamos que hubo tierras más allá de la propia (¿qué tierra puede sernos ajena y por qué? ¿cómo nos atrevemos a dividirla y ponerle duenyos?) donde encontramos refugio, o trabajo, o suenyos por alcanzar. Y empecinados en nuestro olvido, construimos vallas cada vez más altas, alambres cada vez más afilados y danyinos, ponemos más seguridad, mil ojos velando porque nuestro territorio permanezca a salvo como si habláramos de la amenaza de depredadores en vez de personas como nosotros, y mandamos al Ejército cuando la marea humana de desesperanza parece desbordar nuestras fronteras, nuestras rayas en el mapa, aquí eres legal, aquí te conviertes en ilegal.
Pero quieres ver dónde estábamos ayer? Estábamos aquí. En el barco que zarpa entre miedos y esperanzas, estómagos vacíos, madres que buscan un futuro, algún futuro, para sus hijos, incluso a veces haciéndoles viajar en sus vientres. Qué hay que sentir para lanzarse a un mar bravo a bordo de tres maderas mal unidas? Yo no lo sé, tú no lo sabes, pero ayer lo sabíamos. Ayer lo sentíamos en nuestras carnes, ayer perseguíamos un manyana distinto y unas veces lo encontrábamos, otras veces nuestras ganas chocaban contra los que decidían que la tierra era más suya que nuestra.
Nuestros abuelos, nuestros padres, también se fueron a buscar un futuro diferente dejando todo lo conocido, abandonando sus ciudades, jugando a una partida de todo o nada. Y en algunos sitios les abrazaron y les dieron oportunidades, esas que hoy nos negamos a dar a tanta gente que busca una esperanza. Hoy que la suerte nos viene de cara, se la negamos a quien la necesita de su lado...
Hace unos días me enviaron esta foto recordatorio. Mayo de 1949, 160 inmigrantes canarios apresados en Venezuela a bordo de La Elvira. Suenyos rotos en el camino. Hoy el Estrecho está alfombrado de suenyos perdidos, ahogados en un mar que es nuestro primer policía. Las alambradas se elevan tocando el cielo para que otros se queden en sus infiernos. Ayer fuimos Ellos. Hoy tenemos que elegir qué queremos que ellos lleguen a ser, si les damos la oportunidad buscada o se la negamos. Está en nuestras manos. Pero no podemos hacerlo desde el olvido.
[El comienzo de este post es parte de la canción "Visa para un suenyo", de Juan Luis Guerra. La foto y el titular está rescatada de una hemeroteca que deberíamos tener presente.]
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