Mi hermano dice que me estoy equivocando, y es de los que luego te saltan con el "ya te lo dije" que no sirve de nada pero se clava en quien lo escucha. Y puede que tenga razón y me esté equivocando... pero voy a seguir haciéndolo, sólo por probar, sólo por si acaso.
Él dice que uno debería protegerse siempre de quien le ha hecho mucho danyo, sin pensar en segundas, terceras o cuartas oportunidades. Que si hay treguas, sólo podrán ser treguas-trampa, quizás por cansancio o por conocerme mejor para que luego los ataques sean más certeros. Dice que me prepare, que vuelva a la armadura, que esté en guardia y no me acerque por terrenos pantanosos. Que el miedo no es bueno pero que protege, y que Juan Sin Miedo tuvo demasiados problemas por incauto, por no saber de precauciones. Dice que si me están regalando una manzana, inevitablemente estará envenenada, que la tire lejos, que no la tome de las mismas manos que ayer clavaban hasta la empunyadura espadas afiladas.
Yo sé que quiere protegerme, yo sé que me quiere y que la gente que haya podido ver el danyo pasado podría tener motivos para preocuparse ahora... pero hay mucho por ganar. Y él contesta que también mucho por perder, que mi estabilidad siempre es demasiado precaria, que no me arriesgue. Y yo pienso que si no arriesgas nunca, nunca ganas, aunque tampoco pierdas... y que lo que hay por perder (yo) es mucho menos importante que lo que habría por ganar.
Y veo la manzana en sus manos, roja, apetecible... y me acuerdo de Muerte en El Alto Coste de la Vida, cuando en ese único día que tiene cada cien anyos para disfrutarlo junto a los vivos y paladear sus sensaciones, toma una manzana y la muerde saboreándola bien, y le pregunta al chico si no le parece increíble cómo saben, y la textura; y cuando muerdes, crujen y el jugo te llena la boca; es del todo increíble.
Cierro los ojos, tomo la manzana de sus manos, la muerdo. Si mi hermano tiene razón, ya me acercaré al médico a por el antídoto, y tendré un "te avisé" de regalo esperándome en casa...
Él dice que uno debería protegerse siempre de quien le ha hecho mucho danyo, sin pensar en segundas, terceras o cuartas oportunidades. Que si hay treguas, sólo podrán ser treguas-trampa, quizás por cansancio o por conocerme mejor para que luego los ataques sean más certeros. Dice que me prepare, que vuelva a la armadura, que esté en guardia y no me acerque por terrenos pantanosos. Que el miedo no es bueno pero que protege, y que Juan Sin Miedo tuvo demasiados problemas por incauto, por no saber de precauciones. Dice que si me están regalando una manzana, inevitablemente estará envenenada, que la tire lejos, que no la tome de las mismas manos que ayer clavaban hasta la empunyadura espadas afiladas.
Yo sé que quiere protegerme, yo sé que me quiere y que la gente que haya podido ver el danyo pasado podría tener motivos para preocuparse ahora... pero hay mucho por ganar. Y él contesta que también mucho por perder, que mi estabilidad siempre es demasiado precaria, que no me arriesgue. Y yo pienso que si no arriesgas nunca, nunca ganas, aunque tampoco pierdas... y que lo que hay por perder (yo) es mucho menos importante que lo que habría por ganar.
Y veo la manzana en sus manos, roja, apetecible... y me acuerdo de Muerte en El Alto Coste de la Vida, cuando en ese único día que tiene cada cien anyos para disfrutarlo junto a los vivos y paladear sus sensaciones, toma una manzana y la muerde saboreándola bien, y le pregunta al chico si no le parece increíble cómo saben, y la textura; y cuando muerdes, crujen y el jugo te llena la boca; es del todo increíble.
Cierro los ojos, tomo la manzana de sus manos, la muerdo. Si mi hermano tiene razón, ya me acercaré al médico a por el antídoto, y tendré un "te avisé" de regalo esperándome en casa...