Son más de diez anyos, nueve con su correspondiente etiqueta. Empiezan a estar borrosos los recuerdos de cómo era antes de estar enferma, y eso es triste. Pasé de ser una ninya a bordear los límites entre cordura y locura, no ha habido nunca una Gacela adulta sana, dicen los manuales que no va a haberla.
Cuesta un mundo luchar contra algo que está dentro de ti, que eres tú. Tienes todas las de perder cuando el enemigo está siempre alerta a cualquier bajada de guardia. Cuesta cuidarse cuando una parte enorme de ti prefiere hacerse danyo, o simplemente abandonar una partida que lleva perdiendo anyos. Cuesta protegerse cuando sólo queda una pequenya parte lúcida, sana, intentando detener el maremoto que se le viene encima y que sabe perfectamente que la inunda y ahoga, Neptuno enfurecido.
Demasiado tarde, demasiado tarde... Lo que queda con fuerzas de ti busca alternativas, y el Tú grande y feroz se enfada aún más por lo absurdo de la búsqueda. Lo que queda con fuerzas de ti se agota, y el Tú grande y hambriento senyala caminos que nadie entiende, y no importa tanto, no son sus caminos, son los tuyos.
No puedes luchar siempre, anyos y anyos, batalla eterna. No puedes insistir siempre en llevar la contraria a la parte más grande de ti. Si te quedas de pie bajo una tormenta que no cesa, tarde o temprano te alcanzará alguno de sus rayos. No tiene sentido seguir buscando refugio, ninya, no puedes esconderte de ti, no hay huida posible, te llevas siempre contigo.
Se me va la cabeza. Y todavía estoy preocupada, pero sé cómo funciono, sé que estoy a dos pasos y medio de que no me importe, de lanzarme y qué más da. Me queda un trocito chiquito que busca alternativas y llora, y busca de nuevo y llora más, y se asusta de lo que le viene encima... pero ese trocito tiene los días contados, el otro siempre es más fuerte y acaba tomando las decisiones que en el fondo benefician a los dos. Hoy todavía busco soluciones en el fango, pero cuando paro para tomar aliento me sorprendo con la cabeza perdida en círculos de suenyo y calma. Y cuesta un mundo arrancarme de esos pensamientos, y no coger calendarios donde senyalar un número, y sé que hoy todavía lo consigo y tuerzo el rumbo que será inevitable manyana, pasado, al otro... Se me va de las manos, me pierdo, me rompo.
Al final muchos problemas son una cuestión de Fe. De creer. Creer en un futuro, creer en la calidez de un hipotético manyana, creer en ti, creer en tus posibilidades. Pero no crees, y eso no se puede forzar, igual que no puedes creer en un Dios que no sientes. "Cree" - te dirán. Pero cómo, si lo que sale de dentro es distinto? No, no crees, no puedes, no sabes creer.
Y se asienta la certeza que te ha guiado otras veces. Frente al deber de darse nuevas oportunidades, se alza también el derecho a descansar. Y casi siempre se puede andar un paso más, uno pequenyo, aunque no sepas dónde te lleva. Pero el "casi" se está creciendo, mi ninya. Te come.
(Gritos en silencio, para nadie, para nada. Comopuedesdecireso's)
[La imagen que encabeza el post vuelve a ser de Luke Chueh, "The Eruption", encuentras su galería AQUÍ]
Cuesta un mundo luchar contra algo que está dentro de ti, que eres tú. Tienes todas las de perder cuando el enemigo está siempre alerta a cualquier bajada de guardia. Cuesta cuidarse cuando una parte enorme de ti prefiere hacerse danyo, o simplemente abandonar una partida que lleva perdiendo anyos. Cuesta protegerse cuando sólo queda una pequenya parte lúcida, sana, intentando detener el maremoto que se le viene encima y que sabe perfectamente que la inunda y ahoga, Neptuno enfurecido.
Demasiado tarde, demasiado tarde... Lo que queda con fuerzas de ti busca alternativas, y el Tú grande y feroz se enfada aún más por lo absurdo de la búsqueda. Lo que queda con fuerzas de ti se agota, y el Tú grande y hambriento senyala caminos que nadie entiende, y no importa tanto, no son sus caminos, son los tuyos.
No puedes luchar siempre, anyos y anyos, batalla eterna. No puedes insistir siempre en llevar la contraria a la parte más grande de ti. Si te quedas de pie bajo una tormenta que no cesa, tarde o temprano te alcanzará alguno de sus rayos. No tiene sentido seguir buscando refugio, ninya, no puedes esconderte de ti, no hay huida posible, te llevas siempre contigo.
Se me va la cabeza. Y todavía estoy preocupada, pero sé cómo funciono, sé que estoy a dos pasos y medio de que no me importe, de lanzarme y qué más da. Me queda un trocito chiquito que busca alternativas y llora, y busca de nuevo y llora más, y se asusta de lo que le viene encima... pero ese trocito tiene los días contados, el otro siempre es más fuerte y acaba tomando las decisiones que en el fondo benefician a los dos. Hoy todavía busco soluciones en el fango, pero cuando paro para tomar aliento me sorprendo con la cabeza perdida en círculos de suenyo y calma. Y cuesta un mundo arrancarme de esos pensamientos, y no coger calendarios donde senyalar un número, y sé que hoy todavía lo consigo y tuerzo el rumbo que será inevitable manyana, pasado, al otro... Se me va de las manos, me pierdo, me rompo.
Al final muchos problemas son una cuestión de Fe. De creer. Creer en un futuro, creer en la calidez de un hipotético manyana, creer en ti, creer en tus posibilidades. Pero no crees, y eso no se puede forzar, igual que no puedes creer en un Dios que no sientes. "Cree" - te dirán. Pero cómo, si lo que sale de dentro es distinto? No, no crees, no puedes, no sabes creer.
Y se asienta la certeza que te ha guiado otras veces. Frente al deber de darse nuevas oportunidades, se alza también el derecho a descansar. Y casi siempre se puede andar un paso más, uno pequenyo, aunque no sepas dónde te lleva. Pero el "casi" se está creciendo, mi ninya. Te come.
(Gritos en silencio, para nadie, para nada. Comopuedesdecireso's)
[La imagen que encabeza el post vuelve a ser de Luke Chueh, "The Eruption", encuentras su galería AQUÍ]
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