Andaba yo perdida en un libro estupendo de Eduardo Galeano, buceando en sus letras, cuando me encontré con algo que me llamó la atención (bueno, eso lo hace a cada párrafo... quería decir que me llamó más la atención). Era este trocito:
Y luego se perdían mis pensamientos. Pensaba en el amarillo de Bereni-c del otro día, en los colores de los que hablaba Dmon... y en los míos propios.
Yo nací entre roja y azul, con un mes de antelación, a medio hacer. Desde entonces...
Pero sobre todo vuelvo al rojo y azul con que nací. Soy roja avergonzada muchas veces, pómulos ardientes y palabras que se vuelven tartamudeo; roja de un corazón alineado con la mente, ambos a la izquierda, ahí donde encontrarás a quien te tache de extremista; roja pasión y rojo deseo no-me-reconozco pero reflejado en mis ojos que brillan, en mis manos que buscan, en mi lengua que prueba, en mi cuerpo que responde siempre antes que yo, felino, agradecido; roja furia algunas veces en las que no sé manejarme y acaba volviendo a estrellarse contra mí en boomerang inútil; roja sangre cuando hemos cedido a mi cabeza y no encontramos otra vía; rojo fuego que quema y ante el que no sabes si acercarte hipnotizado o alejarte por peligroso.
Y soy azul. Azul-mar inmenso que permanece fiel, esperando a que vuelvas a buscarle, que él no se va a ir, lamiendo suave la arena. Azul calmado y sensato, azul-cielo leal, constante, donde le dejaste, mismo cielo albergue luna y estrellas o sol, cielo eterno incluso aunque se cubra de nubarrones: tras ellos sigue el celeste de siempre. Azul-agua que salpica en gotas, o lago en que zambullirse y descubrir rincones tras aquella roca, fresco, limpio, transparente.
A lo mejor por eso, mezcla de azul y rojo, mi color acaba siendo siempre el malva, morado, lila, burdeos si me apuras, toda esa gama. Porque son mis dos Yo (o dos de ellos), porque mezcla pasión con tranquilidad y rabia con calma, desenfreno con control, impulsividad con paciencia, locura con amonía sensata, fuego y agua.
Siempre me gustó que de la mezcla del sol cálido y la lluvia fresca saliera algo tan hermoso como un arco iris. En vez de pelearse y ganar uno de los dos, vencedores y vencidos, crean una nueva forma de la mano, una forma que además lo guarda todo, colores saltando a la comba. Y me busco en el arco iris, encontrándome en el morado; y me busco aún más allá, Over The Rainbow... y también me encuentro, sonyando los mismos mundos que Dorothy en los que es posible pedir deseos... y que se cumplan.
[La imagen que encabeza el post es de Katie072, puedes encontrar su galería de flickr AQUÍ. El libro al que hago mención, de Galeano, es "La escuela del mundo al revés", lo encuentras en la columna de la derecha del blog. La canción de Over The Rainbow es la que aparece en la película "El mago de Oz", que pezhammer me recordó el otro día hablando de musicales... y Dorothy siempre será Judy Garland en mi cabeza]
(...) En la India, quienes llevan luto visten de blanco.Lo leía y me quedaba pensando en esas asociaciones. La primera, esa de la que habla el autor en este capítulo, la del blanco por encima del negro, blanco luminoso, negro oscuro, blanco bueno, negro malo. Blanco vida, bautizos, bodas... negro muerte, entierros, luto. Puntos de vista, como dice Galeano.
En la Europa antigua, el negro, color de la tierra fecunda, era el color de la vida; y el blanco, color de los huesos, era el color de la muerte.
Según los viejos sabios de la región colombiana del Chocó, Adán y Eva eran negros, y negros eran sus hijos Caín y Abel. Cuando Caín mató a su hermano de un garrotazo, tronaron las iras de Dios. Ante las furias del Senyor, el asesino palideció de culpa y de miedo, y tanto palideció que blanco quedó hasta el fin de sus días. Los blancos somos, todos, hijos de Caín. (...)
Y luego se perdían mis pensamientos. Pensaba en el amarillo de Bereni-c del otro día, en los colores de los que hablaba Dmon... y en los míos propios.
Yo nací entre roja y azul, con un mes de antelación, a medio hacer. Desde entonces...
Soy blanca casi todo el anyo, clarita, lechosa, pálida como hija de Caín.
Soy levemente dorada en septiembre tras un verano de sol acariciándome, rayos cálidos pintando mi piel de color.
Soy negra perdida en pensamientos oscuros que rebotan contra las paredes de mi cabecita loca.
Soy rosa, ninya ingenua de pincitas en el pelo, piruletas en forma de corazón y algodones de azúcar.
Soy naranja cuando me pones un ninyo cerca y nos copiamos las sonrisas, y parece que el corazón está de fiesta y hay risas brillantes en cascada.
Soy verde cuando me tumbo sobre el césped con el Sol en el cielo, mimetizada con los tréboles, ninya camaleón.
Soy levemente dorada en septiembre tras un verano de sol acariciándome, rayos cálidos pintando mi piel de color.
Soy negra perdida en pensamientos oscuros que rebotan contra las paredes de mi cabecita loca.
Soy rosa, ninya ingenua de pincitas en el pelo, piruletas en forma de corazón y algodones de azúcar.
Soy naranja cuando me pones un ninyo cerca y nos copiamos las sonrisas, y parece que el corazón está de fiesta y hay risas brillantes en cascada.
Soy verde cuando me tumbo sobre el césped con el Sol en el cielo, mimetizada con los tréboles, ninya camaleón.
Pero sobre todo vuelvo al rojo y azul con que nací. Soy roja avergonzada muchas veces, pómulos ardientes y palabras que se vuelven tartamudeo; roja de un corazón alineado con la mente, ambos a la izquierda, ahí donde encontrarás a quien te tache de extremista; roja pasión y rojo deseo no-me-reconozco pero reflejado en mis ojos que brillan, en mis manos que buscan, en mi lengua que prueba, en mi cuerpo que responde siempre antes que yo, felino, agradecido; roja furia algunas veces en las que no sé manejarme y acaba volviendo a estrellarse contra mí en boomerang inútil; roja sangre cuando hemos cedido a mi cabeza y no encontramos otra vía; rojo fuego que quema y ante el que no sabes si acercarte hipnotizado o alejarte por peligroso.
Y soy azul. Azul-mar inmenso que permanece fiel, esperando a que vuelvas a buscarle, que él no se va a ir, lamiendo suave la arena. Azul calmado y sensato, azul-cielo leal, constante, donde le dejaste, mismo cielo albergue luna y estrellas o sol, cielo eterno incluso aunque se cubra de nubarrones: tras ellos sigue el celeste de siempre. Azul-agua que salpica en gotas, o lago en que zambullirse y descubrir rincones tras aquella roca, fresco, limpio, transparente.
A lo mejor por eso, mezcla de azul y rojo, mi color acaba siendo siempre el malva, morado, lila, burdeos si me apuras, toda esa gama. Porque son mis dos Yo (o dos de ellos), porque mezcla pasión con tranquilidad y rabia con calma, desenfreno con control, impulsividad con paciencia, locura con amonía sensata, fuego y agua.
Siempre me gustó que de la mezcla del sol cálido y la lluvia fresca saliera algo tan hermoso como un arco iris. En vez de pelearse y ganar uno de los dos, vencedores y vencidos, crean una nueva forma de la mano, una forma que además lo guarda todo, colores saltando a la comba. Y me busco en el arco iris, encontrándome en el morado; y me busco aún más allá, Over The Rainbow... y también me encuentro, sonyando los mismos mundos que Dorothy en los que es posible pedir deseos... y que se cumplan.
[La imagen que encabeza el post es de Katie072, puedes encontrar su galería de flickr AQUÍ. El libro al que hago mención, de Galeano, es "La escuela del mundo al revés", lo encuentras en la columna de la derecha del blog. La canción de Over The Rainbow es la que aparece en la película "El mago de Oz", que pezhammer me recordó el otro día hablando de musicales... y Dorothy siempre será Judy Garland en mi cabeza]
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