A veces, no muchas, quizá hasta contadas con los dedos de la mano, pero aun así algunas veces... las cosas salen redondas. A pedir de boca. Perfectas, sin que se les pueda pedir nada más.
Como cuando soplas hasta conseguir esa burbuja perfecta, redonda, brillante, llena de colores en su interior, viva... y la miras embobada mientras recorre su camino. No dura mucho, pero tampoco se lo pides. Como esa felicidad consistente en no pedirle al instante que dure, sólo disfrutar de él.
Te llenas de energía, y recargas las pilas, y te llevas contigo un capazo repleto de sonrisas, de imágenes, de rumor de agua, de risas de bebé y de abrazos que alimentan, que abrigan, que llenan de luz las noches que acabarán viniendo, pero ahora qué importa, ahora en tus noches hay una luna inmensa que puede hacer palidecer de envidia al sol.
Y aquí estoy, con la sonrisa todavía en la cara y varios gracias que dar, primero a la flor sonriente que lo hizo posible, después al ninyo tierno que me acompanyó y por último, a otro ninyo que no leerá esto, pero que es el padre que cualquiera querría tener.
Un fin de semana redondo. Tan simple como eso.
[La imagen que encabeza este post está sacada de la galería "Vida de una burbuja", de Vipin Mayer, a la que puedes acceder AQUÍ]
Como cuando soplas hasta conseguir esa burbuja perfecta, redonda, brillante, llena de colores en su interior, viva... y la miras embobada mientras recorre su camino. No dura mucho, pero tampoco se lo pides. Como esa felicidad consistente en no pedirle al instante que dure, sólo disfrutar de él.
Te llenas de energía, y recargas las pilas, y te llevas contigo un capazo repleto de sonrisas, de imágenes, de rumor de agua, de risas de bebé y de abrazos que alimentan, que abrigan, que llenan de luz las noches que acabarán viniendo, pero ahora qué importa, ahora en tus noches hay una luna inmensa que puede hacer palidecer de envidia al sol.
Y aquí estoy, con la sonrisa todavía en la cara y varios gracias que dar, primero a la flor sonriente que lo hizo posible, después al ninyo tierno que me acompanyó y por último, a otro ninyo que no leerá esto, pero que es el padre que cualquiera querría tener.
Un fin de semana redondo. Tan simple como eso.
[La imagen que encabeza este post está sacada de la galería "Vida de una burbuja", de Vipin Mayer, a la que puedes acceder AQUÍ]
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