sábado, 28 de octubre de 2006

De meme en meme...

...meme mus¡cal.

Sigue la carestía de ideas, y además me pasan por partida doble (gracias, Deye, gracias Dark-ito) un nuevo meme... éste musical. Las reglas son elegir un artista o grupo favorito y contestar todas las preguntas sólo con títulos de sus canciones (estoy yo como para estrujarme las meninges ahora, vaya por Diox).

Nfins... ahí va. El artista elegido es Joaquín Sabina (después de que con Shakira sólo consiguiera responder cuatro preguntas, ains!):

1.- ¿Eres hombre o mujer? Bruja

2.- Descríbete: Princesa

3.- ¿Qué sienten las personas acerca de ti? Locos de atar

4.- ¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental? Qué demasiao

5.- Describe tu actual relación con tu pareja: Ganas de...

6.- ¿Dónde quisieras estar ahora? Postal de La Habana

7.- ¿Cómo eres respecto al amor? Amores eternos

8.- ¿Cómo es tu vida? Calle Melancolía

9. ¿Qué pedirías si tuvieras un solo deseo? Y si amanece por fin

10. Escribe una cita o frase sabia: Yo también sé jugarme la boca

11. Ahora despídete: Quédate a dormir

Hala, esto es todo lo que he podido sacar. Y esta vez sí que voy a pasar el meme, con lo que me ha costado... se lo paso a Fernando*, a Guille y a Iralow. Tres eran tres las hijas de Inés.

De meme en meme...

...meme mus¡cal.

Sigue la carestía de ideas, y además me pasan por partida doble (gracias, Deye, gracias Dark-ito) un nuevo meme... éste musical. Las reglas son elegir un artista o grupo favorito y contestar todas las preguntas sólo con títulos de sus canciones (estoy yo como para estrujarme las meninges ahora, vaya por Diox).

Nfins... ahí va. El artista elegido es Joaquín Sabina (después de que con Shakira sólo consiguiera responder cuatro preguntas, ains!):

1.- ¿Eres hombre o mujer? Bruja

2.- Descríbete: Princesa

3.- ¿Qué sienten las personas acerca de ti? Locos de atar

4.- ¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental? Qué demasiao

5.- Describe tu actual relación con tu pareja: Ganas de...

6.- ¿Dónde quisieras estar ahora? Postal de La Habana

7.- ¿Cómo eres respecto al amor? Amores eternos

8.- ¿Cómo es tu vida? Calle Melancolía

9. ¿Qué pedirías si tuvieras un solo deseo? Y si amanece por fin

10. Escribe una cita o frase sabia: Yo también sé jugarme la boca

11. Ahora despídete: Quédate a dormir

Hala, esto es todo lo que he podido sacar. Y esta vez sí que voy a pasar el meme, con lo que me ha costado... se lo paso a Fernando*, a Guille y a Iralow. Tres eran tres las hijas de Inés.

miércoles, 25 de octubre de 2006

Meme... hics... borrachuzo

Hace ya algunos días que Guillermo me pasó este meme que aún no había contestado. Y hoy que ando escasa de ideas, me animo con él, a ver qué sale.

1. ¿Con qué te gusta emborracharte y dónde sueles hacerlo?

A ver... NO me gusta emborracharme, bebo muy poco (sí, senyores escépticos, bebo poco), y si acaso me gusta cogerme el puntillo, pero no emborracharme, que luego lo sufro. Pero si contesto a qué me gusta beber... pues vodka o licor 43 con red bull, licor 43 con leche (la bebida alcoholizante a la par que nutritiva!) y rusos blancos, que llevan una parte de vodka, otra de licor de café y otra de leche (a mí es que mi mamá me metió muy en serio la idea del vaso de leche antes de irse a la cama). Y respecto a dónde... pues en general prefiero beber tranquilamente en casa de alguien que irme de bares... pero bueno, hay gloriosas excepciones, o sabias combinaciones de las dos cosas.

2. ¿Qué no soportas cuando estás un poco/muy mamado?

Pues aparte de las mismas cosas que no soporto normalmente... mmmm... me sienta especialmente mal que la mitad de las calles estén en obras o con socavones. Como si una estuviera para acrobacias en esos momentos...

3. ¿Qué rasgo de tu personalidad aflora cuando estás mamado?

Si estoy mamada como dice la pregunta, el suenyo atroz, mi gen marmota. Si sólo estoy contenta... pues me vuelvo más dicharachera y risuenya (aunque ya lo soy normalmente).

4. ¿Cuáles son las fases de tus borracheras?

Contaré la última, y se puede extrapolar más o menos...

Uno: No, si yo no bebo. (Sonrisa)
Dos: Bueno, una Coronita, eso no hace danyo a nadie. (Más sonrisa)
Tres: ¿Cómo? ¿Que en este sitio hacen rusos blancos? Habrá que pedirse uno! (Amplia sonrisa)
Cuatro: Con este tanque no voy a poder... (Aaaaaaamplia sonrisa + sospechosa risa floja)
Cinco: Hombre, pues he podido! Bueno, a esta ronda invito yo... pero tú te desabrochas los botones de la camisa.

Y en ese punto, ya soy excesivamente carinyosa, excesivamente parlanchina... y me han tumbado. Tengo poco aguante, qué se le va a hacer...

5. ¿Cómo suelen ser tus resacas y cuáles son tus trucos para superarlas?

La cabeza casi nunca me ha dolido después de beber, alguna vez contada y se va con un Ibuprofeno. Pero si me he pasado bebiendo, seguro que tengo el estómago destrozado, así que toca un par de días a base de arroz, caldos, manzanillas y Almax, mucho Almax.

Y esto es todo. No soy ninguna experta, y además la mayoría de las bebidas no me gustan (odio el whisky, no me gusta el vino y la cerveza sólo si es Coronita o canya con limón...) y he tenido pocas borracheras memorables (una que sabe beber, no como esta juventud, ay, senyor... :-P ), pero se hace lo que se puede.

Espero haber satisfecho tu curiosidad, Guille... ;-)

[Este post no lleva imagen encabezando porque no he sabido escoger entre todas las que tiene el Vodka Absolut... qué wena que es su publicidad!]

Meme... hics... borrachuzo

Hace ya algunos días que Guillermo me pasó este meme que aún no había contestado. Y hoy que ando escasa de ideas, me animo con él, a ver qué sale.

1. ¿Con qué te gusta emborracharte y dónde sueles hacerlo?

A ver... NO me gusta emborracharme, bebo muy poco (sí, senyores escépticos, bebo poco), y si acaso me gusta cogerme el puntillo, pero no emborracharme, que luego lo sufro. Pero si contesto a qué me gusta beber... pues vodka o licor 43 con red bull, licor 43 con leche (la bebida alcoholizante a la par que nutritiva!) y rusos blancos, que llevan una parte de vodka, otra de licor de café y otra de leche (a mí es que mi mamá me metió muy en serio la idea del vaso de leche antes de irse a la cama). Y respecto a dónde... pues en general prefiero beber tranquilamente en casa de alguien que irme de bares... pero bueno, hay gloriosas excepciones, o sabias combinaciones de las dos cosas.

2. ¿Qué no soportas cuando estás un poco/muy mamado?

Pues aparte de las mismas cosas que no soporto normalmente... mmmm... me sienta especialmente mal que la mitad de las calles estén en obras o con socavones. Como si una estuviera para acrobacias en esos momentos...

3. ¿Qué rasgo de tu personalidad aflora cuando estás mamado?

Si estoy mamada como dice la pregunta, el suenyo atroz, mi gen marmota. Si sólo estoy contenta... pues me vuelvo más dicharachera y risuenya (aunque ya lo soy normalmente).

4. ¿Cuáles son las fases de tus borracheras?

Contaré la última, y se puede extrapolar más o menos...

Uno: No, si yo no bebo. (Sonrisa)
Dos: Bueno, una Coronita, eso no hace danyo a nadie. (Más sonrisa)
Tres: ¿Cómo? ¿Que en este sitio hacen rusos blancos? Habrá que pedirse uno! (Amplia sonrisa)
Cuatro: Con este tanque no voy a poder... (Aaaaaaamplia sonrisa + sospechosa risa floja)
Cinco: Hombre, pues he podido! Bueno, a esta ronda invito yo... pero tú te desabrochas los botones de la camisa.

Y en ese punto, ya soy excesivamente carinyosa, excesivamente parlanchina... y me han tumbado. Tengo poco aguante, qué se le va a hacer...

5. ¿Cómo suelen ser tus resacas y cuáles son tus trucos para superarlas?

La cabeza casi nunca me ha dolido después de beber, alguna vez contada y se va con un Ibuprofeno. Pero si me he pasado bebiendo, seguro que tengo el estómago destrozado, así que toca un par de días a base de arroz, caldos, manzanillas y Almax, mucho Almax.

Y esto es todo. No soy ninguna experta, y además la mayoría de las bebidas no me gustan (odio el whisky, no me gusta el vino y la cerveza sólo si es Coronita o canya con limón...) y he tenido pocas borracheras memorables (una que sabe beber, no como esta juventud, ay, senyor... :-P ), pero se hace lo que se puede.

Espero haber satisfecho tu curiosidad, Guille... ;-)

[Este post no lleva imagen encabezando porque no he sabido escoger entre todas las que tiene el Vodka Absolut... qué wena que es su publicidad!]

viernes, 20 de octubre de 2006

Sobre amores verdaderos (o no)

Estoy suscrita a un servicio que cada día me manda al correo una cita o un refrán, y aunque muchas pasan sin pena ni gloria, algunas otras me hacen pensar, ya sea porque estoy de acuerdo con ellas o por lo contrario.

El otro día la que me llegó era de un tal Paolo Mantezzaga (por lo que he buscado, un antropólogo y médico italiano del siglo XIX), y decía: “Rara vez el primer amor es el verdadero”.
Y es una de esas frases con las que no estoy de acuerdo, por muchos matices, pero sobre todo por eso de “el verdadero”, como si sólo hubiera un amor verdadero y los demás… fueran tiempo perdido, o fracasos, o amores desvirtuados.

La mayoría de las relaciones tienen un principio y un fin, y una reacción muy típica al finalizar es echar basura sobre la relación que acaba, como una forma de hacernos más sencillo el seguir adelante. Por eso pensamos que hemos estado perdiendo el tiempo, que esa persona no nos merecía, nos sentimos defraudados y decidimos que ese amor no era “el verdadero”.

¿Pero es que acaso tiene que haber un único amor verdadero? ¿No lo son todos cuando te entregas de corazón, aunque al final las cosas no salgan como esperabas? ¿Por qué nos olvidamos de los buenos momentos sólo porque al final haya habido algunos malos? Sí, lo sé, porque sería mucho más difícil continuar pensando “esta relación es una de las cosas que más me ha aportado en los últimos tiempos y que más feliz me ha hecho, y ahora me toca encontrar esa felicidad en otro lado”… pero normalmente los tiros van más por ahí que por otro lado.

Yo recuerdo mi primer amor (y todas las –pocas- veces que he estado enamorada) con un carinyo inmenso, y no creo que fueran falsos sólo porque terminaran en algún momento. La idea del amor definitivo me resulta un tanto ajena, igual que la del alma gemela o la media naranja… creo más bien en distintas personas que te acompanyan una parte de tu camino, con las que compartes sensaciones importantísimas… y que la mayoría de las veces acaban separándose un trecho más allá, cuando los caminos se bifurcan. Y aún así, si tienes suerte, puedes seguir estando cerca, acompanyándoos de otra manera, cada uno en su propio camino.

Y creo, sobre todo, que cada amor entregado es el verdadero, aunque se sucedan unos a otros, aunque unos duren más y otros menos, aunque en algún momento derrames lágrimas por la persona que te hacía sonreír. Pero eso no los hace más pequenyos ni menos reales… y no es justo que echemos basura sobre lo que ayer era un jardín.

[La imagen que encabeza este post es de Diego Satara, puedes acceder a una galería de sus fotos AQUÍ]

Sobre amores verdaderos (o no)

Estoy suscrita a un servicio que cada día me manda al correo una cita o un refrán, y aunque muchas pasan sin pena ni gloria, algunas otras me hacen pensar, ya sea porque estoy de acuerdo con ellas o por lo contrario.

El otro día la que me llegó era de un tal Paolo Mantezzaga (por lo que he buscado, un antropólogo y médico italiano del siglo XIX), y decía: “Rara vez el primer amor es el verdadero”.
Y es una de esas frases con las que no estoy de acuerdo, por muchos matices, pero sobre todo por eso de “el verdadero”, como si sólo hubiera un amor verdadero y los demás… fueran tiempo perdido, o fracasos, o amores desvirtuados.

La mayoría de las relaciones tienen un principio y un fin, y una reacción muy típica al finalizar es echar basura sobre la relación que acaba, como una forma de hacernos más sencillo el seguir adelante. Por eso pensamos que hemos estado perdiendo el tiempo, que esa persona no nos merecía, nos sentimos defraudados y decidimos que ese amor no era “el verdadero”.

¿Pero es que acaso tiene que haber un único amor verdadero? ¿No lo son todos cuando te entregas de corazón, aunque al final las cosas no salgan como esperabas? ¿Por qué nos olvidamos de los buenos momentos sólo porque al final haya habido algunos malos? Sí, lo sé, porque sería mucho más difícil continuar pensando “esta relación es una de las cosas que más me ha aportado en los últimos tiempos y que más feliz me ha hecho, y ahora me toca encontrar esa felicidad en otro lado”… pero normalmente los tiros van más por ahí que por otro lado.

Yo recuerdo mi primer amor (y todas las –pocas- veces que he estado enamorada) con un carinyo inmenso, y no creo que fueran falsos sólo porque terminaran en algún momento. La idea del amor definitivo me resulta un tanto ajena, igual que la del alma gemela o la media naranja… creo más bien en distintas personas que te acompanyan una parte de tu camino, con las que compartes sensaciones importantísimas… y que la mayoría de las veces acaban separándose un trecho más allá, cuando los caminos se bifurcan. Y aún así, si tienes suerte, puedes seguir estando cerca, acompanyándoos de otra manera, cada uno en su propio camino.

Y creo, sobre todo, que cada amor entregado es el verdadero, aunque se sucedan unos a otros, aunque unos duren más y otros menos, aunque en algún momento derrames lágrimas por la persona que te hacía sonreír. Pero eso no los hace más pequenyos ni menos reales… y no es justo que echemos basura sobre lo que ayer era un jardín.

[La imagen que encabeza este post es de Diego Satara, puedes acceder a una galería de sus fotos AQUÍ]

lunes, 16 de octubre de 2006

Postales II: Gacela en Granada

Todo empezó con la oferta de una amiga de regalarnos unos bonos de hotel que le daban en su trabajo, por eso de que no caducaran y porque compartir es sano, o algo (y porque es buena gente también, y esto NO ES peloteo por si cae alguno de los bonos del talonario del anyo que viene, no piensen mal). Así que tocaba buscar destino... y mis ojos bajaron por el mapa hasta Granada, que sólo había visitado una vez (y mi acompanyante ninguna), que disfruté un montón de esa única visita y donde tengo algún amigo al que hacía demasiado que no le daba un buen abrazo.

Segundo paso: contactar con los amigos de Granada para ver qué fin de semana les venía mejor. Cuadrar fechas, este finde no puedo, éste otro tampoco... hasta el adjudicado. Y poco más: preparar maletas, echar gasolina en el coche, sacarse un par de mapas de la ruta a seguir, escoger la música para el viaje, y carretera y manta.

Ése fue el comienzo para un fin de semana estupendo, de recargar pilas, la burbuja perfecta, irisada, de la que hablaba en otro post. Desde el viaje, genial companyía, buena música -no todos opinarían lo mismo, lo sé-, y el siempre tranquilizador run-run del coche en marcha... hasta cada momento en Granada, el hotelazo que nos acogió, el otro hotelito lleno de encanto en el que disfrutamos de cervezas y buen jamón, la catedral, la Alhambra, impresionante, magnífica, resplandeciente Alhambra... y las risas, conocer a la hija de mi amigo -la primera vez que le vi en persona sólo era novio de su actual mujer y madre de su hija!-, la noche de fiesta, el cálido abrazo de despedida... todo. Redondo.

Granada es una ciudad para vivir, para pasearla, para evitar el coche -por todos los medios, por favor, el centro está lleno de calles en obras y todo son direcciones prohibidas, es im-po-si-ble moverse en coche!-; para disfrutar de los rincones, de las teterías de alrededor de la calle Elvira, en pleno Albaicín; de las calles que rodean a la catedral y que te transportan a otras tierras, donde los relojes ya no importan y simplemente dejas que tus pies te vayan llevando atraídos por unas telas allí, unas babuchas allá... Es una ciudad donde te podrías ir a estudiar un anyo de carrera, perfectamente, sin pensártelo dos veces -claro que para eso tendría que estar estudiando una carrera!-, tiene vida nocturna y vida por el día...

...y las tapas. Ese irte de canyas al mediodía y comer simplemente con las tapas que te ponen. Un plato de migas, o de paella, unas alitas de pollo... así porque sí. Una canya, una tapa. Y si no te la ponen automáticamente, haces como hacía nuestro amigo granaíno, la pides tú, y siguen sin cobrártela.

Y Granada tiene algo más, claro. La Alhambra. Impresionante. Una manyana entera para verla, disfrutarla, patear cada rincón. El Generalife, los Palacios Nazaríes, la Alcazaba. Grande, grande. El rumor del agua siempre presente, el agua de la vida. Los arcos, las paredes, los techos tallados, el yeso esculpido... una obra de Arte inmensa. Y unas vistas de la ciudad, abajo, a los pies del palacio... precioso. Aunque ya la conocía -en parte, porque la vez anterior la visité por la noche y no la abren al completo- volvió a dejarme boquiabierta primero, y con una enorme sonrisa en los labios después. Y paseando por ahí casi entendías la tristeza de Boabdil renunciando a su ciudad y entregando las llaves... todo un trauma!

Y esto fue (un poquito de) mi fin de semana en Granada. Hace ya unas semanas de él y sin embargo, aún consigue tenerme un rato sonriendo, como al escribir este post, recordando momentos y ordenándolos en mi cabeza. O cuando me pierdo entre las imágenes, y seguro que más aún cuando consiga hacerme un CD con las fotos que quiero llevar a la tienda para tenerlas en papel y guardarlas en un álbum (sigo teniendo carinyo a las fotos de toda la vida, qué le vamos a hacer, en el ordenador... no es lo mismo).

Y poco más. Que lo rescato ahora porque forma parte de esa otra parte de mí que a veces queda relegada atrás en favor de la parte más gris, más oscura, más triste. Y porque no quiero que se pierdan esos buenos momentos... y porque quería compartirlos un poco con quienes me leeis :-)

Postales II: Gacela en Granada

Todo empezó con la oferta de una amiga de regalarnos unos bonos de hotel que le daban en su trabajo, por eso de que no caducaran y porque compartir es sano, o algo (y porque es buena gente también, y esto NO ES peloteo por si cae alguno de los bonos del talonario del anyo que viene, no piensen mal). Así que tocaba buscar destino... y mis ojos bajaron por el mapa hasta Granada, que sólo había visitado una vez (y mi acompanyante ninguna), que disfruté un montón de esa única visita y donde tengo algún amigo al que hacía demasiado que no le daba un buen abrazo.

Segundo paso: contactar con los amigos de Granada para ver qué fin de semana les venía mejor. Cuadrar fechas, este finde no puedo, éste otro tampoco... hasta el adjudicado. Y poco más: preparar maletas, echar gasolina en el coche, sacarse un par de mapas de la ruta a seguir, escoger la música para el viaje, y carretera y manta.

Ése fue el comienzo para un fin de semana estupendo, de recargar pilas, la burbuja perfecta, irisada, de la que hablaba en otro post. Desde el viaje, genial companyía, buena música -no todos opinarían lo mismo, lo sé-, y el siempre tranquilizador run-run del coche en marcha... hasta cada momento en Granada, el hotelazo que nos acogió, el otro hotelito lleno de encanto en el que disfrutamos de cervezas y buen jamón, la catedral, la Alhambra, impresionante, magnífica, resplandeciente Alhambra... y las risas, conocer a la hija de mi amigo -la primera vez que le vi en persona sólo era novio de su actual mujer y madre de su hija!-, la noche de fiesta, el cálido abrazo de despedida... todo. Redondo.

Granada es una ciudad para vivir, para pasearla, para evitar el coche -por todos los medios, por favor, el centro está lleno de calles en obras y todo son direcciones prohibidas, es im-po-si-ble moverse en coche!-; para disfrutar de los rincones, de las teterías de alrededor de la calle Elvira, en pleno Albaicín; de las calles que rodean a la catedral y que te transportan a otras tierras, donde los relojes ya no importan y simplemente dejas que tus pies te vayan llevando atraídos por unas telas allí, unas babuchas allá... Es una ciudad donde te podrías ir a estudiar un anyo de carrera, perfectamente, sin pensártelo dos veces -claro que para eso tendría que estar estudiando una carrera!-, tiene vida nocturna y vida por el día...

...y las tapas. Ese irte de canyas al mediodía y comer simplemente con las tapas que te ponen. Un plato de migas, o de paella, unas alitas de pollo... así porque sí. Una canya, una tapa. Y si no te la ponen automáticamente, haces como hacía nuestro amigo granaíno, la pides tú, y siguen sin cobrártela.

Y Granada tiene algo más, claro. La Alhambra. Impresionante. Una manyana entera para verla, disfrutarla, patear cada rincón. El Generalife, los Palacios Nazaríes, la Alcazaba. Grande, grande. El rumor del agua siempre presente, el agua de la vida. Los arcos, las paredes, los techos tallados, el yeso esculpido... una obra de Arte inmensa. Y unas vistas de la ciudad, abajo, a los pies del palacio... precioso. Aunque ya la conocía -en parte, porque la vez anterior la visité por la noche y no la abren al completo- volvió a dejarme boquiabierta primero, y con una enorme sonrisa en los labios después. Y paseando por ahí casi entendías la tristeza de Boabdil renunciando a su ciudad y entregando las llaves... todo un trauma!

Y esto fue (un poquito de) mi fin de semana en Granada. Hace ya unas semanas de él y sin embargo, aún consigue tenerme un rato sonriendo, como al escribir este post, recordando momentos y ordenándolos en mi cabeza. O cuando me pierdo entre las imágenes, y seguro que más aún cuando consiga hacerme un CD con las fotos que quiero llevar a la tienda para tenerlas en papel y guardarlas en un álbum (sigo teniendo carinyo a las fotos de toda la vida, qué le vamos a hacer, en el ordenador... no es lo mismo).

Y poco más. Que lo rescato ahora porque forma parte de esa otra parte de mí que a veces queda relegada atrás en favor de la parte más gris, más oscura, más triste. Y porque no quiero que se pierdan esos buenos momentos... y porque quería compartirlos un poco con quienes me leeis :-)

jueves, 12 de octubre de 2006

Vacío

Sentimiento crónico de vacío y desesperanza.

Seis palabras sólo y se quedan tan anchos. Habrá épocas en las que te sientas mejor y otras en las que te sientas peor, pero toma ya, sentimiento crónico de vacío y desesperanza.

Y lo malo es que tienen razón. Que algo te pasa por lo que nunca te sientes completa. Tú lo achacas a ese echar de menos que te caracteriza, pero seguramente siempre encontrarías algo distinto que echar en falta, algo que te traiga lágrimas a los ojos, algo por lo que dolerte y reotrcerte en un cuarto oscuro cuando cae el sol. Y no puedes evitarlo, aun a pesar de tu inmensa capacidad de disfrutar, de sonreír a la mínima, de reírte como una ninya pequenya, ojos brillantes y pincitas en el pelo.

Pero nunca estás completa, pese a lo que te den, que en este momento es bastante, pese a lo que tú misma te des, que hoy te cuidas más y mejor que ayer. Pero el vacío que llevas dentro no se llena, a veces parece que eres una esponja con capacidad ilimitada de absorber, y tomas y tomas y siempre falta más, siempre más... y te asustas porque sabes que la gente que te rodea acaba frustrada, cansada de dar y que siempre siga faltando, cansada de que pidas y de que incluso cuando estás en silencio sin pedir nada... en el fondo sigues pidiendo, sigues necesitando y hay un clamor mudo que ellos siguen escuchando.

Sentimiento crónico de vacío y desesperanza. Y se espera que convivas con ello, los diez anyos que ya llevas y los que se tercien, que en algún momento, allá por los cuarenta y cinco quizás, pesará menos... y mientras, total, son sólo seis palabras tristes, deberías poder con ellas. Pero pesan, ahí en lo profundo de ese estómago que traga sin saciarse, ahí en esos pies cansados de andar sin saber dónde se dirigen (y conscientes de la necesidad de seguir andando, de no pararse), ahí en las noches en que duermes sola, acompanyada de tu peluche favorito y del vacío y la desesperanza que son tan companyeros tuyos como las que más.

Y no es cuestión de ver el vaso medio lleno o medio vacío, que ya sabes que estás en buena racha, que está medio lleno. Es cuestión de sentirlo, es cuestión de que la angustia no se agarre a las entranyas, de que el futuro no se vea siempre tan borroso, de que no nos dé miedo cada paso a lo desconocido. Es cuestión de creerse capaz. Y de que las dichosas seis palabras, sentimiento crónico de blablablá, puedan ser eso, un blablablá que no marque los días. Una realidad que esté ahí de fondo si quiere, pero que no mediatice permanentemente tu vida.

Que duela un poco menos, vamos. Que tampoco me parece pedir la luna.

(Tenía que hacer este post o el de "Gacela en Granada". Hoy ha ganado éste la partida, pero el otro encontrará su hueco, seguro, porque ya digo siempre que soy dos, con muchas caras, y no voy a renunciar a la que mejor me hace sentir)

Vacío

Sentimiento crónico de vacío y desesperanza.

Seis palabras sólo y se quedan tan anchos. Habrá épocas en las que te sientas mejor y otras en las que te sientas peor, pero toma ya, sentimiento crónico de vacío y desesperanza.

Y lo malo es que tienen razón. Que algo te pasa por lo que nunca te sientes completa. Tú lo achacas a ese echar de menos que te caracteriza, pero seguramente siempre encontrarías algo distinto que echar en falta, algo que te traiga lágrimas a los ojos, algo por lo que dolerte y reotrcerte en un cuarto oscuro cuando cae el sol. Y no puedes evitarlo, aun a pesar de tu inmensa capacidad de disfrutar, de sonreír a la mínima, de reírte como una ninya pequenya, ojos brillantes y pincitas en el pelo.

Pero nunca estás completa, pese a lo que te den, que en este momento es bastante, pese a lo que tú misma te des, que hoy te cuidas más y mejor que ayer. Pero el vacío que llevas dentro no se llena, a veces parece que eres una esponja con capacidad ilimitada de absorber, y tomas y tomas y siempre falta más, siempre más... y te asustas porque sabes que la gente que te rodea acaba frustrada, cansada de dar y que siempre siga faltando, cansada de que pidas y de que incluso cuando estás en silencio sin pedir nada... en el fondo sigues pidiendo, sigues necesitando y hay un clamor mudo que ellos siguen escuchando.

Sentimiento crónico de vacío y desesperanza. Y se espera que convivas con ello, los diez anyos que ya llevas y los que se tercien, que en algún momento, allá por los cuarenta y cinco quizás, pesará menos... y mientras, total, son sólo seis palabras tristes, deberías poder con ellas. Pero pesan, ahí en lo profundo de ese estómago que traga sin saciarse, ahí en esos pies cansados de andar sin saber dónde se dirigen (y conscientes de la necesidad de seguir andando, de no pararse), ahí en las noches en que duermes sola, acompanyada de tu peluche favorito y del vacío y la desesperanza que son tan companyeros tuyos como las que más.

Y no es cuestión de ver el vaso medio lleno o medio vacío, que ya sabes que estás en buena racha, que está medio lleno. Es cuestión de sentirlo, es cuestión de que la angustia no se agarre a las entranyas, de que el futuro no se vea siempre tan borroso, de que no nos dé miedo cada paso a lo desconocido. Es cuestión de creerse capaz. Y de que las dichosas seis palabras, sentimiento crónico de blablablá, puedan ser eso, un blablablá que no marque los días. Una realidad que esté ahí de fondo si quiere, pero que no mediatice permanentemente tu vida.

Que duela un poco menos, vamos. Que tampoco me parece pedir la luna.

(Tenía que hacer este post o el de "Gacela en Granada". Hoy ha ganado éste la partida, pero el otro encontrará su hueco, seguro, porque ya digo siempre que soy dos, con muchas caras, y no voy a renunciar a la que mejor me hace sentir)

miércoles, 4 de octubre de 2006

Hoy muerdo

No te acerques demasiado... hoy muerdo.

Muerdo porque me canso de que me pisen, de que se aprovechen de que intento no enredar más las cosas, de proteger a quien luego me da patadas. Muerdo porque llevo dos días llenos del curro más aburrido del mundo mientras mi companyera, la de las miradas despreciativas y los comentarios hirientes que se clavan como cuchillos... mientras ella pasa las horas en la página del IKEA buscando muebles para su hogar, dulce hogar. Y me canso, porque yendo de buenas, todavía, pero a las malas... acabo harta.

Y muerdo. Porque el trabajo que no hace ella me toca a mí, porque lo hago aun a pesar de las risitas mal disimuladas, a pesar de que no lo merece, a pesar de que lo que se gana a pulso es otra cosa.

Otros días salgo del trabajo muy triste, cansada de ser invisible cuando no destinataria de punyales, y lloro un rato al llegar a casa hasta que un abrazo me hace desconectar y sonreír, o hasta que consigo aislar un poco mi mente y centrarla en otras cosas, alguna nueva adquisición para mi biblioteca, las palabras desperdigadas por la blogosfera... Otros días soy un lobo, pero ese que aúlla a la luna melancólicamente.

Hoy no estoy (tan) triste, hoy rabio un poco, hoy muerdo, hoy soy un lobo enfurecido. Y digo aquí lo que no he dicho en el trabajo, que a mí no me trates así que no te he hecho nada nunca, si acaso protegerte de tu ineptitud un par de veces o tres. Y que dejes de portarte como si tuvieras cinco anyos, ahora te ajunto, ahora no te ajunto... y que basta. Que yo también sé ladrar en vez de hablar, que yo también sé despreciar y tratar mal a los demás, que sólo con tus punyales tengo ya una colección para dar y tomar y lo mismo algún día me vuelvo igual de mala persona que tú y me da por clavártelos uno a uno. Pero callo...

Dicen de los animales agresivos que alguien ha tenido que ser agresivo con ellos para potenciar ese rasgo de su carácter. De un perro que ataca, que le han tenido que ensenyar a atacar, que le han tenido que forzar a que desarrollara su agresividad oculta. A mí no me gusta la rabia, la agresividad, yo no suelo responder cuando alguien la vuelca hacia mí, no me manejo bien rabiosa y no me gusto así. Prefiero hablar las cosas, o si esto no es posible, dejarlas correr como el agua que se va...

Pero hoy no hablaría nada. Hoy has rebasado mi paciencia, hoy estoy cansada de entender y justificar. Hoy no me importa no arreglar las cosas, no hacerlo todo bien, no ser la que concilia, la que lo intenta otra vez.

Hoy muerdo.

Hoy muerdo

No te acerques demasiado... hoy muerdo.

Muerdo porque me canso de que me pisen, de que se aprovechen de que intento no enredar más las cosas, de proteger a quien luego me da patadas. Muerdo porque llevo dos días llenos del curro más aburrido del mundo mientras mi companyera, la de las miradas despreciativas y los comentarios hirientes que se clavan como cuchillos... mientras ella pasa las horas en la página del IKEA buscando muebles para su hogar, dulce hogar. Y me canso, porque yendo de buenas, todavía, pero a las malas... acabo harta.

Y muerdo. Porque el trabajo que no hace ella me toca a mí, porque lo hago aun a pesar de las risitas mal disimuladas, a pesar de que no lo merece, a pesar de que lo que se gana a pulso es otra cosa.

Otros días salgo del trabajo muy triste, cansada de ser invisible cuando no destinataria de punyales, y lloro un rato al llegar a casa hasta que un abrazo me hace desconectar y sonreír, o hasta que consigo aislar un poco mi mente y centrarla en otras cosas, alguna nueva adquisición para mi biblioteca, las palabras desperdigadas por la blogosfera... Otros días soy un lobo, pero ese que aúlla a la luna melancólicamente.

Hoy no estoy (tan) triste, hoy rabio un poco, hoy muerdo, hoy soy un lobo enfurecido. Y digo aquí lo que no he dicho en el trabajo, que a mí no me trates así que no te he hecho nada nunca, si acaso protegerte de tu ineptitud un par de veces o tres. Y que dejes de portarte como si tuvieras cinco anyos, ahora te ajunto, ahora no te ajunto... y que basta. Que yo también sé ladrar en vez de hablar, que yo también sé despreciar y tratar mal a los demás, que sólo con tus punyales tengo ya una colección para dar y tomar y lo mismo algún día me vuelvo igual de mala persona que tú y me da por clavártelos uno a uno. Pero callo...

Dicen de los animales agresivos que alguien ha tenido que ser agresivo con ellos para potenciar ese rasgo de su carácter. De un perro que ataca, que le han tenido que ensenyar a atacar, que le han tenido que forzar a que desarrollara su agresividad oculta. A mí no me gusta la rabia, la agresividad, yo no suelo responder cuando alguien la vuelca hacia mí, no me manejo bien rabiosa y no me gusto así. Prefiero hablar las cosas, o si esto no es posible, dejarlas correr como el agua que se va...

Pero hoy no hablaría nada. Hoy has rebasado mi paciencia, hoy estoy cansada de entender y justificar. Hoy no me importa no arreglar las cosas, no hacerlo todo bien, no ser la que concilia, la que lo intenta otra vez.

Hoy muerdo.