domingo, 26 de febrero de 2006

Naufragio

Naufragio de los patitos de goma

Trazas un plan, lo piensas detenidamente, lo repiensas hasta que reúnes suficiente valor como para lanzarte de cabeza y finalmente te decides. Emprendes el viaje, sonrisa en los labios, maleta en la mano, destino senyalizado sobre el mapa, estrellita roja que dibujas en la ciudad que te espera. No te has lanzado nunca antes al mar así, pero lo haces porque crees en el viaje.

Y llega la tormenta, de noche, como hacen todas las tormentas, traidoras. Piensas si debiste de haberlo supuesto, si el cielo gris debiera haber sido senyal de alarma, piensas en lo que debiste ver y no viste. Pero no importa ya, la tormenta está sobre tu cabeza, sobre tu barco que se hace chiquito y parece mucho más endeble de lo que supusiste al subir en él.

Y naufragas, claro. El barco se anega, lloras de miedo y tus lágrimas suben aún más rápido el nivel del agua, las velas se rasgan y el timón se pierde -y tú con él-. Te golpeas contra la pared, te clavas una madera rota que te hace sangrar, el viento arrecia y en una de las sacudidas acabas lanzada a las aguas heladas de un mar embravecido, asesino.

Piensas que está todo perdido. No lamentas haber emprendido el viaje porque creías en él, pero sabes que la ciudad ya no te espera, no vas a llegar. Te preguntas cómo será dormirse arrastrada por la corriente, cómo será la sensación de tus pulmones cambiando oxígeno por agua. Primero tienes miedo, luego sólo eres tristeza, más tarde resignación. Te hundes, te ahogas, te vas.

...pero no sabes cómo, no podrías explicar cómo lo hiciste, cómo encontraste la manera después de rendirte... pero te descubres flotando. Sin rumbo, por supuesto, no pides imposibles... pero flotas. Y a veces una ola viene y te pasa por encima, y toses, agua en la nariz, ojos que pican... pero flotas. Sorprendente. Sabes nadar, incluso en un mar hostil.

Y así pasa tiempo, y más tiempo y más tiempo aún. En el que simplemente flotas sin saber hacia dónde, sólo navegas a la deriva sin hundirte, a veces luchando contra un mar que se alza salvaje, a veces dejándote mecer por las olas suaves que deciden tu camino.

Y tras mucho tiempo, y más tiempo y más tiempo aún... sorprendes la costa en la lejanía. Sin poder creerlo, ves que las olas te arrastran hacia allí. Te miras y ya no eres la Tú que emprendió el viaje ilusionada, estás descolorida, cansada, has dejado mucho de ti en el Naufragio... pero no te has perdido -no del todo-. Seguiste el camino de la única manera que encontraste, sólo flotando, y hoy llegas a un destino que no era el inicial, pero que también sabe acogerte.

Porque cuando pierdes tu Destino, quizá -sólo quizá-, hay otros Destinos que puedes hacer propios. Porque incluso tras un Naufragio quizá -sólo quizá- hay maneras de reemprender tu Viaje. Me lo ha dicho un patito de goma...

[En enero de 1992, un barco cargado de patitos de goma amarillos, entre otros juguetes, naufragó en el Atlántico en medio de una tormenta, perdiendo parte de su carga. Desde entonces, los patitos comenzaron un viaje alternativo al inicialmente previsto, flotando sin rumbo, dejándose llevar por las corrientes marinas. Un grupo de oceanógrafos siguió su pista, y se valieron del camino que trazaban los patos para estudiar dichas corrientes marinas, contando con la colaboración popular de gente anónima que informaba cuando en una costa se producían nuevos hallazgos de patitos de goma amarillos varados en la arena, finalizado su viaje.

Catorce anyos después, sigue habiendo patos provenientes de aquel naufragio que tocan tierra en distintos puntos del planeta. Siguiendo su camino, se ha visto que han cruzado placas de hielo, el Atlántico entero, muchos han llegado a Alaska y más allá... y seguro que más de uno ha provocado una sonrisa, patito que encuentra su Destino allá donde no pensó llegar, ninyo que descubre un regalo inesperado entre las olas.

Post obviamente inspirado por la historia real del naufragio de los patitos de goma, según cuenta el anuncio de la última campanya de Seat, y según han recogido artículos de periódicos o varios blogs.]

Naufragio

Naufragio de los patitos de goma

Trazas un plan, lo piensas detenidamente, lo repiensas hasta que reúnes suficiente valor como para lanzarte de cabeza y finalmente te decides. Emprendes el viaje, sonrisa en los labios, maleta en la mano, destino senyalizado sobre el mapa, estrellita roja que dibujas en la ciudad que te espera. No te has lanzado nunca antes al mar así, pero lo haces porque crees en el viaje.

Y llega la tormenta, de noche, como hacen todas las tormentas, traidoras. Piensas si debiste de haberlo supuesto, si el cielo gris debiera haber sido senyal de alarma, piensas en lo que debiste ver y no viste. Pero no importa ya, la tormenta está sobre tu cabeza, sobre tu barco que se hace chiquito y parece mucho más endeble de lo que supusiste al subir en él.

Y naufragas, claro. El barco se anega, lloras de miedo y tus lágrimas suben aún más rápido el nivel del agua, las velas se rasgan y el timón se pierde -y tú con él-. Te golpeas contra la pared, te clavas una madera rota que te hace sangrar, el viento arrecia y en una de las sacudidas acabas lanzada a las aguas heladas de un mar embravecido, asesino.

Piensas que está todo perdido. No lamentas haber emprendido el viaje porque creías en él, pero sabes que la ciudad ya no te espera, no vas a llegar. Te preguntas cómo será dormirse arrastrada por la corriente, cómo será la sensación de tus pulmones cambiando oxígeno por agua. Primero tienes miedo, luego sólo eres tristeza, más tarde resignación. Te hundes, te ahogas, te vas.

...pero no sabes cómo, no podrías explicar cómo lo hiciste, cómo encontraste la manera después de rendirte... pero te descubres flotando. Sin rumbo, por supuesto, no pides imposibles... pero flotas. Y a veces una ola viene y te pasa por encima, y toses, agua en la nariz, ojos que pican... pero flotas. Sorprendente. Sabes nadar, incluso en un mar hostil.

Y así pasa tiempo, y más tiempo y más tiempo aún. En el que simplemente flotas sin saber hacia dónde, sólo navegas a la deriva sin hundirte, a veces luchando contra un mar que se alza salvaje, a veces dejándote mecer por las olas suaves que deciden tu camino.

Y tras mucho tiempo, y más tiempo y más tiempo aún... sorprendes la costa en la lejanía. Sin poder creerlo, ves que las olas te arrastran hacia allí. Te miras y ya no eres la Tú que emprendió el viaje ilusionada, estás descolorida, cansada, has dejado mucho de ti en el Naufragio... pero no te has perdido -no del todo-. Seguiste el camino de la única manera que encontraste, sólo flotando, y hoy llegas a un destino que no era el inicial, pero que también sabe acogerte.

Porque cuando pierdes tu Destino, quizá -sólo quizá-, hay otros Destinos que puedes hacer propios. Porque incluso tras un Naufragio quizá -sólo quizá- hay maneras de reemprender tu Viaje. Me lo ha dicho un patito de goma...

[En enero de 1992, un barco cargado de patitos de goma amarillos, entre otros juguetes, naufragó en el Atlántico en medio de una tormenta, perdiendo parte de su carga. Desde entonces, los patitos comenzaron un viaje alternativo al inicialmente previsto, flotando sin rumbo, dejándose llevar por las corrientes marinas. Un grupo de oceanógrafos siguió su pista, y se valieron del camino que trazaban los patos para estudiar dichas corrientes marinas, contando con la colaboración popular de gente anónima que informaba cuando en una costa se producían nuevos hallazgos de patitos de goma amarillos varados en la arena, finalizado su viaje.

Catorce anyos después, sigue habiendo patos provenientes de aquel naufragio que tocan tierra en distintos puntos del planeta. Siguiendo su camino, se ha visto que han cruzado placas de hielo, el Atlántico entero, muchos han llegado a Alaska y más allá... y seguro que más de uno ha provocado una sonrisa, patito que encuentra su Destino allá donde no pensó llegar, ninyo que descubre un regalo inesperado entre las olas.

Post obviamente inspirado por la historia real del naufragio de los patitos de goma, según cuenta el anuncio de la última campanya de Seat, y según han recogido artículos de periódicos o varios blogs.]

sábado, 25 de febrero de 2006

Carta a la ciencia


Querida doctora,

De sobra es conocida su docta sapiencia en lo que a tumores y otros pesares del alma y del corazón se refiere. Su fama es manifiesta en todos los confines del globo y la comunidad científica la avala con todos y cada uno de los constantes premios, reconocimientos y honores, - todos ellos sobradamente merecidos- con los que le dispensa y honra.

Yo padezco de un mal que, con lo dicho, confío usted identifique al instante. Es por este motivo y tras comprobar como mi desmerecido cuerpo no responde a ninguno de los repetidos tratamientos y fármacos a los que, cual conejillo de indias, estoy siendo sometido desde ya va para dos meses, por lo que me he atrevido a ponerme en contacto con usted, para dejar en sus manos mi sanación definitiva, o en el peor de los casos, una notable y duradera mejoría.

Perdone por tanto mi audacia al osar escribirle estas líneas, pensando que tamaña eminencia como usted, quizá pueda perder su valioso tiempo con un miserable paciente de la talla de un servidor. Pero el desconsuelo me embarga al ver como los síntomas de mi mal no sólo no remiten, sino que por el contrario, parece que se acrecentan por momentos. Créame por tanto si le digo que estoy desesperado. Ninguno de sus colegas a los que visité previamente dieron con la solución de mis penas, a pesar de que el diagnóstico coincide en todos por igual: “Tumor maligno del alma, con tupido enraizado en las paredes del corazón“. Pero no he encontrado a dos que comulguen con el mismo tratamiento. Así, mientras unos abogan por un tratamiento de shock, basándose en radiaciones permanentes y brutales de enfrentamiento ínter partes (o lo que según me explicaron quiere decir; mirar de frente y tratar de tú a tú a la célula cancerígena primigenia hasta, o bien conseguir domarla -dicho sea en términos científicos- o bien erradicarla del organismo); Otros sin embargo, defienden la teoría de que es mucho más aconsejable una desintoxicación paulatina, basada en grandes dosis de olvido y alejamiento sistemático, hasta conseguir que el cerebro se desprenda totalmente de la vertiente somática de mi mal. Ninguno de esos ilustres doctores compromete su prestigio asegurando el éxito definitivo, algo comprensible viendo los pobres avances logrados. Por ello, estoy hecho un verdadero embrollo.

Tratando de avanzarle alguna referencia de cuales son los síntomas de mi enfermedad -por si al final decide atender mi caso- con el ánimo de ser tan gráfico como me sea posible, le cuento, que estoy atravesando una fase de la afección de lo más extraña. Mientras durante muchas horas e incluso días, parece que la dolencia remite a pasos agigantados, de repente, cogiendo en franco descuido a mis defensas, el tumor se manifiesta con una virulencia brutal y despiadada y con una voracidad cruel y sanguinaria, noto como me devora las entrañas hasta dejarme a las puertas de la mayor de las ruinas que persona alguna haya visto jamás. No atiende a ningún patrón ni pauta comprensible, simplemente viene, ataca y, horas más tarde, desaparece dejándome entumecido y al borde del definitivo abandono.

Ante tal situación entenderá como me encuentro, ya no sólo en lo que al sufrimiento físico y mental se refiere, sino también, en cuanto a las repercusiones que en el ámbito familiar, laboral y de autoestima, el mal manifiesta.

Comienzo a pensar, doctora, que mi enfermedad carece de remedio conocido, que la ciencia, tan espectacular y ruidosa en otros campos, ha fallado estrepitosamente al tratar de encontrar la solución definitiva de este mal que, por lo que tengo entendido y siempre con dispares manifestaciones, es común entre los mortales hasta alcanzar a veces tintes epidémicos.

Querida doctora, en sus expertas manos me confío. La desesperación es tal, que le adelanto que jamás encontrará un paciente más disciplinado como yo y que sus consejos y curas, por amargas que éstas fueran, serán para mí puras órdenes.

Sin más, esperando que mi sincero dolor conmueva su conciencia, le haga perdonar mi osadía y descaro y, al mismo tiempo, la convenza para aceptar el reto de mi salvación, se despide de usted, su más ferviente admirador y amigo, que lo es.

miércoles, 22 de febrero de 2006

Qué le pasa al viento.


Necesidades, obligaciones, respetos.
Cachitos de sueños, de miradas, de compañía gastada,... todo retales de vida traídos por el viento que, violento e inmisericorde, de vez en cuando azota mi playa violando la tranquilidad de la arena y alterando la carencia binaria del mecer de mis palmeras.

El viento me trae,
el viento me lleva
y me hiere mentando tu nombre...
gélido nombre de fémina.

Dime donde te escondes,
viento,
no recuerdo ya tu nombre.

martes, 21 de febrero de 2006

Como Ártax en el pantano

Tristeza

A veces no hay angustia, controlas el aire que entra y sale sin huidas, sin esconderse; a veces no hay tormenta, sacudidas, miedo y danyo, ni cuerpo que tiembla en la noche, asustado.

A veces no hace falta. A veces es distinto.

Sólo es la tristeza que, como ayer, como manyana, se instala dentro de nuevo. Que desde su hogar dulce hogar, te roba la sonrisa y convierte tus intentos en muecas. Sólo es la pesadez, el suspiro. La arena que se derrama alrededor tuyo sin que te des cuenta a tiempo de la amenaza que representa -son sólo granos de arena-, atrapados después tus pies, tu cuerpo entero inmovilizado más tarde, sin salida, como el caballo de Atreyu en un pantano que anega tus ojos.

Y como Ártax atrapado en el pantano, apenas haces movimientos para salir. Quizá al principio sí, recuperes esa canción que usas como escudo, o busques una sonrisa ajena con la que poder rescatar la tuya, en reflejo. Pero sólo al principio. Poco a poco la tristeza te va superando, y para cuando el nivel del pantano te llega al pecho (no tienes la culpa de ser chiquita ni de que Ella sea grande) ya apenas te mueves, te resignas, te abandonas.

Cuando te pesa tanto, cuando te pesas así, ni siquiera buscas companyía, ni siquiera pides un abrazo, porque casi te da igual, estás demasiado dentro de ti y las palabras se oyen desde muy lejos, los abrazos sólo tocan tu piel sin tocarte a ti. Olvidas los números de teléfono. No encuentras el volumen de los altavoces. Dejas de buscarlo.

Y te enroscas como un caracol en su concha, sin saber si esperar que llegue el Sol al que sacar los cuernos o si cerrar los ojos para no verlo si aparece. Te acabas durmiendo acurrucada horas después de acostarte. Y apenas te das cuenta, pero para cuando llega el suenyo ya sí que han venido a verte las lágrimas que se resistían a fluir, y tienes la cara húmeda, llorando en silencio. Otra vez. Como ayer, como manyana.

A veces no hay dramas, ni grandes batallas entre todos los Tú que te habitan, ni descontrol ni peligro. No hace falta. Es sólo que a veces no eres más que tristeza. Y pesa(s) tanto...

[La imagen que encabeza el post está sacada de la Galería "Tears" de Carolyn Sandstrom] [Ya tengo enyes, pero, siguiendo una lógica muy particular, me pone (aún más) triste usarlas, así que lo he dejado para otro día/mes/anyo]

Como Ártax en el pantano

Tristeza

A veces no hay angustia, controlas el aire que entra y sale sin huidas, sin esconderse; a veces no hay tormenta, sacudidas, miedo y danyo, ni cuerpo que tiembla en la noche, asustado.

A veces no hace falta. A veces es distinto.

Sólo es la tristeza que, como ayer, como manyana, se instala dentro de nuevo. Que desde su hogar dulce hogar, te roba la sonrisa y convierte tus intentos en muecas. Sólo es la pesadez, el suspiro. La arena que se derrama alrededor tuyo sin que te des cuenta a tiempo de la amenaza que representa -son sólo granos de arena-, atrapados después tus pies, tu cuerpo entero inmovilizado más tarde, sin salida, como el caballo de Atreyu en un pantano que anega tus ojos.

Y como Ártax atrapado en el pantano, apenas haces movimientos para salir. Quizá al principio sí, recuperes esa canción que usas como escudo, o busques una sonrisa ajena con la que poder rescatar la tuya, en reflejo. Pero sólo al principio. Poco a poco la tristeza te va superando, y para cuando el nivel del pantano te llega al pecho (no tienes la culpa de ser chiquita ni de que Ella sea grande) ya apenas te mueves, te resignas, te abandonas.

Cuando te pesa tanto, cuando te pesas así, ni siquiera buscas companyía, ni siquiera pides un abrazo, porque casi te da igual, estás demasiado dentro de ti y las palabras se oyen desde muy lejos, los abrazos sólo tocan tu piel sin tocarte a ti. Olvidas los números de teléfono. No encuentras el volumen de los altavoces. Dejas de buscarlo.

Y te enroscas como un caracol en su concha, sin saber si esperar que llegue el Sol al que sacar los cuernos o si cerrar los ojos para no verlo si aparece. Te acabas durmiendo acurrucada horas después de acostarte. Y apenas te das cuenta, pero para cuando llega el suenyo ya sí que han venido a verte las lágrimas que se resistían a fluir, y tienes la cara húmeda, llorando en silencio. Otra vez. Como ayer, como manyana.

A veces no hay dramas, ni grandes batallas entre todos los Tú que te habitan, ni descontrol ni peligro. No hace falta. Es sólo que a veces no eres más que tristeza. Y pesa(s) tanto...

[La imagen que encabeza el post está sacada de la Galería "Tears" de Carolyn Sandstrom] [Ya tengo enyes, pero, siguiendo una lógica muy particular, me pone (aún más) triste usarlas, así que lo he dejado para otro día/mes/anyo]

domingo, 19 de febrero de 2006

De ladrones, cielos e infiernos

Mientras esta muchacha pasaba un fin de semana delicioso en tierras valencianas, en la capital del reino otro grupo de gente se daba al alcohol. En la noche de conversaciones, entre copa y copa surgió un reto: un relato a partir de una idea propuesta en el momento. Y Terminus recogió el testigo, pero pensó que sería mejor idea implicar a más gente: le pasó el reto a Dark. El ninyo dulce cumplió su parte y pensó que por qué no enmarronar también a la pobre Gacela, que, aclaremos, ni pasaba por allí, ni tuvo parte en la conversación alcohólica de esa noche, ni estaba siquiera en la misma ciudad la noche de autos, ni escribe relatos en su blog, ni nada de nada de nada. Pero ya se sabe, de injusticias está el mundo lleno... y que todas sean como ésta.

Así que nada, aquí va. Cambia el estilo, porque no sé si se han dado cuenta pero yo es que siempre escribo igual :-) Pero vamos, que he hecho lo que he podido. Los que no lo hayáis leído antes, supongo que deberíais remontaros al principio, tres posts en uno:

PATCHWORK DE MANDAOS (título cortesía del ninyo rubio)

1) Al ladrón le robaron...
2) Ladrón robado

Parte III

Estatua del Angel Caido, en el Retiro - Madrid

Se sintió desnudo, claro, desprotegido, por supuesto, coraza perdida en dos palabras. Tartamudeó, se volvió chiquito, ninyo perdido sacado del país de Nunca Jamás. Y aún así, sin saber cómo, sin saber quién encontraba las palabras por él, consiguió hablar, construyó una conversación, se sorprendió unos minutos mas tarde con el auricular ya mudo en la mano y un encuentro programado.

Tuvo miedo, claro, mar de dudas, por supuesto. Pero tampoco podía hacer ninguna otra cosa que acudir al lugar establecido, y esperar. Y asumir que la pelota no estaba en su tejado, que tendría que funcionar dejando de lado su desesperante necesidad de control, la misma que seguramente le había llevado a ser el mejor en lo suyo, el ladrón nunca sorprendido, dedos invisibles metiéndose en vidas ajenas sin pedir permiso, como hoy lo hacían con la suya.

Pero ningún nunca dura eternamente (ni ningún siempre, sólo son ilusiones de permanencia). Esta vez no controlaría, no sería duenyo de la situación. Iría preguntándose por qué ella sabía cosas de él que no había elegido compartir, iría sabiendo que esta vez ella escribía el guión. Podía ser su perdición, pero también podía salvarse.

Y ahí está nuestro hombre. De pie al lado de la estatua del Retiro, preguntándose si habrá Demonios Alzados que encuentran el camino al cielo, a la inversa del Ángel Caído representado en la estatua. Sin saber si él es más ángel o demonio, si va camino del cielo o el infierno, qué deja atrás, qué camino se abre frente a él. Sin acostumbrarse a la falta de control que está presidiendo su vida. Confuso, claro, perdido, por supuesto. Pero sin arrepentirse del todo de haberle permitido a aquella mujer entrar en su vida, todo ironía, él quería robar su cartera y ella le arrebata el timón.

Pero basta de divagaciones. Ella se acerca por el camino. Él respira hondo, reprende a un corazón que se acelera sin sentido. Y no habrá timón, pero este barco no va a naufragar. No todavía.

(Esto es lo que hay... Caballero Pezhammer, todo indica que es usted el siguiente. Me disculparía si lo sintiera lo más mínimo, en serio)

De ladrones, cielos e infiernos

Mientras esta muchacha pasaba un fin de semana delicioso en tierras valencianas, en la capital del reino otro grupo de gente se daba al alcohol. En la noche de conversaciones, entre copa y copa surgió un reto: un relato a partir de una idea propuesta en el momento. Y Terminus recogió el testigo, pero pensó que sería mejor idea implicar a más gente: le pasó el reto a Dark. El ninyo dulce cumplió su parte y pensó que por qué no enmarronar también a la pobre Gacela, que, aclaremos, ni pasaba por allí, ni tuvo parte en la conversación alcohólica de esa noche, ni estaba siquiera en la misma ciudad la noche de autos, ni escribe relatos en su blog, ni nada de nada de nada. Pero ya se sabe, de injusticias está el mundo lleno... y que todas sean como ésta.

Así que nada, aquí va. Cambia el estilo, porque no sé si se han dado cuenta pero yo es que siempre escribo igual :-) Pero vamos, que he hecho lo que he podido. Los que no lo hayáis leído antes, supongo que deberíais remontaros al principio, tres posts en uno:

PATCHWORK DE MANDAOS (título cortesía del ninyo rubio)

1) Al ladrón le robaron...
2) Ladrón robado

Parte III

Estatua del Angel Caido, en el Retiro - Madrid

Se sintió desnudo, claro, desprotegido, por supuesto, coraza perdida en dos palabras. Tartamudeó, se volvió chiquito, ninyo perdido sacado del país de Nunca Jamás. Y aún así, sin saber cómo, sin saber quién encontraba las palabras por él, consiguió hablar, construyó una conversación, se sorprendió unos minutos mas tarde con el auricular ya mudo en la mano y un encuentro programado.

Tuvo miedo, claro, mar de dudas, por supuesto. Pero tampoco podía hacer ninguna otra cosa que acudir al lugar establecido, y esperar. Y asumir que la pelota no estaba en su tejado, que tendría que funcionar dejando de lado su desesperante necesidad de control, la misma que seguramente le había llevado a ser el mejor en lo suyo, el ladrón nunca sorprendido, dedos invisibles metiéndose en vidas ajenas sin pedir permiso, como hoy lo hacían con la suya.

Pero ningún nunca dura eternamente (ni ningún siempre, sólo son ilusiones de permanencia). Esta vez no controlaría, no sería duenyo de la situación. Iría preguntándose por qué ella sabía cosas de él que no había elegido compartir, iría sabiendo que esta vez ella escribía el guión. Podía ser su perdición, pero también podía salvarse.

Y ahí está nuestro hombre. De pie al lado de la estatua del Retiro, preguntándose si habrá Demonios Alzados que encuentran el camino al cielo, a la inversa del Ángel Caído representado en la estatua. Sin saber si él es más ángel o demonio, si va camino del cielo o el infierno, qué deja atrás, qué camino se abre frente a él. Sin acostumbrarse a la falta de control que está presidiendo su vida. Confuso, claro, perdido, por supuesto. Pero sin arrepentirse del todo de haberle permitido a aquella mujer entrar en su vida, todo ironía, él quería robar su cartera y ella le arrebata el timón.

Pero basta de divagaciones. Ella se acerca por el camino. Él respira hondo, reprende a un corazón que se acelera sin sentido. Y no habrá timón, pero este barco no va a naufragar. No todavía.

(Esto es lo que hay... Caballero Pezhammer, todo indica que es usted el siguiente. Me disculparía si lo sintiera lo más mínimo, en serio)

Historia de una princesa con cola de pez

ÉRASE una vez, una princesa que vivía en la torre más alta de un enorme castillo. Sus cabellos eran del color dorado del primer sol amable de una mañana de primavera; sus ojos adquirían por momentos la tonalidad pardusca de la tierra mojada o el brillo glauco de los mares lejanos; y sus labios tenían permanentemente la textura de la pulpa de una fruta madura, dispuesta para ser devorada de un caprichoso bocado.
Un día, cercano el fin de un invierno de los más secos y ásperos que se recuerdan, la princesa se decidió a bajar de su morada y acordó salir a dar un calmado paseo por los amplios confines de su reino.
En aquella tarde soleada, el seco azote invernal que llevaban soportando aquellas tierras parecía remitir y, quizá, se respiraba un ambiente más húmedo. La hermosa princesa reía excitada. Notaba en sus pulmones la llegada de una templada y refrescante primavera y por fin, después de mucho tiempo, en lo más adentro de su ser híbrido, sentía la cercanía de una salada brisa marina; el esperado graznido de las gaviotas; y el espumoso ruido del romper de las olas contra la agreste costa. Y eso era así, a pesar de que la princesa jamás había disfrutado de la visión del mar, encerrada entre los gruesos muros de su exquisita educación real, nunca había conseguido hacer carne sus deseos; remojar sus pies en las heladas aguas de cualquiera de las playas que quedaban entre sus posesiones, o tener que entornar sus ojos ante la cegadora transparencia del océano soñado. Ese era su dolor y la más triste de sus realidades. Siendo así sin embargo, a pesar de su incumplido anhelo a la princesa difícilmente se la veía compungida. Mujer de amable carácter y ánimo resuelto, se entretenía en imaginar a todas horas lo que sería su primer día chapoteando sobre las aguas de un mar calmo y eterno...

viernes, 17 de febrero de 2006

Silencio


Silencio, silencio, silencio.
Aparco mi ira y mi desazón y me bajo del mundo, este lunes silencioso.
Me niego a continuar gritando un nombre que no sea el mío.
Me quiero en silencio, en silencio me amo.
Cierro los ojos al mundo por un momento. Los vuelvo a abrir, y me escudriño por dentro y me creo. Y me deseo a mi mismo ser silencio, ser mar cadencioso, ser ola binaria y apacible; y no marea embrabecida y devoradora.
Yo me callo y a mi alrededor, todo también se calla como por arte de magia. Es el triunfo de la paz individual sobre la vorágine colectiva.
Ahora, desde mi callada, podré escuchar el caer silencioso de la lluvia, la muda carcajada del niño, el silencioso despertar de cualquier corazón enamorado.

jueves, 16 de febrero de 2006

Tópicos III: CumpleBlog

Blow your candle

Supongo que no tenía muy claro lo de celebrar mi cumpleblog. Ya hice un post típico de balance del anyo pasado, luego otro post tópico de deseos para el anyo que empezaba... y buf, otro post de "he cumplido un anyo" me echaba un poco para atrás.

Pero hoy ha llegado alguien y me ha dicho algo bonito, y he sonreído como una tonta, y he pensado que querría rescatar eso si hiciera un post de aniversario. Y aquí estoy. Rescatando:

67 posts

606 comentarios

Innumerables sentimientos expuestos ante desconocidos

Sensaciones que rara vez soy capaz de describir despues de leerte

...y tantas otras cosas que ahora no me salen...

Gracias por compartir un trocito de tu vida durante todo este año

FELICIDADES

(Y yo sólo puedo decir GRACIAS, claro. Porque este mensaje me volvió blandita y me dejó sin palabras, y eso que a Gacela le cuesta callarse)
________________________________________

Me he encontrado muchas cosas que me han gustado. También alguna que no, pero la mayoría valen la pena. Y aunque tendría mucho por agradecer, no puedo dejar de dar tres "gracias" que han marcado el resto. A mi ninya valenciana porque me animó a escribir, a recomenzar por aquí, a volcarme de nuevo como tantas veces. Gracias. Al ninyo rubio que me llamó bicho suave, porque necesitaba la caricia y sobre todo la sonrisa, y eso es lo que importa y no hay quien me lo quite. Gracias. Al capitán de barco que encallaba por aquí en sus viajes, porque me dejó dos mensajes que él habrá olvidado pero yo no, y me dieron fuerzas entonces y me las siguen dando hoy. Gracias.

Y claro que habría más, pero sin estos tres primeros, no podría haberlos habido.

Y algo más. Cuando empecé el blog, lo hice desde la no-vinculación, con la no implicación por bandera. No sé cómo me creí, yo misma debería de haberme reído de mis intenciones, conociéndome :-) Hoy ha pasado un anyo, posts, blogs, comments, personas tras la pantalla y delante de ella... y bueno, puedo comerme con patatas una parte importante de mis intenciones de entonces. Pero me alegro, que es la parte buena.

Como prueba, una tontería en la que he desperdiciando un rato largo esta tarde. Espero que alguien de vosotros haga ESTE TEST y, por lo menos, reconocer que sí, yo he caído en la trampa... pero en la trampa estáis todos metidos hasta el cuello!!

Y otra cosa, y parece tontería, pero no: Se está a gusto aquí. Errrrr... sí. Con vosotros, digo.

(Nada de acostumbrarse a post como éste, que lo mío son las palabras para nadie y para nada, los llantos de colores y cosas así. Advierto).

[Test Bloguilandia, por ejemplo, gracias a la web de QuizYourFriends. Preguntas puestas... yo qué sé, las que se me han ocurrido con mis neuronas de vacaciones, como suele pasar]

Tópicos III: CumpleBlog

Blow your candle

Supongo que no tenía muy claro lo de celebrar mi cumpleblog. Ya hice un post típico de balance del anyo pasado, luego otro post tópico de deseos para el anyo que empezaba... y buf, otro post de "he cumplido un anyo" me echaba un poco para atrás.

Pero hoy ha llegado alguien y me ha dicho algo bonito, y he sonreído como una tonta, y he pensado que querría rescatar eso si hiciera un post de aniversario. Y aquí estoy. Rescatando:

67 posts

606 comentarios

Innumerables sentimientos expuestos ante desconocidos

Sensaciones que rara vez soy capaz de describir despues de leerte

...y tantas otras cosas que ahora no me salen...

Gracias por compartir un trocito de tu vida durante todo este año

FELICIDADES

(Y yo sólo puedo decir GRACIAS, claro. Porque este mensaje me volvió blandita y me dejó sin palabras, y eso que a Gacela le cuesta callarse)
________________________________________

Me he encontrado muchas cosas que me han gustado. También alguna que no, pero la mayoría valen la pena. Y aunque tendría mucho por agradecer, no puedo dejar de dar tres "gracias" que han marcado el resto. A mi ninya valenciana porque me animó a escribir, a recomenzar por aquí, a volcarme de nuevo como tantas veces. Gracias. Al ninyo rubio que me llamó bicho suave, porque necesitaba la caricia y sobre todo la sonrisa, y eso es lo que importa y no hay quien me lo quite. Gracias. Al capitán de barco que encallaba por aquí en sus viajes, porque me dejó dos mensajes que él habrá olvidado pero yo no, y me dieron fuerzas entonces y me las siguen dando hoy. Gracias.

Y claro que habría más, pero sin estos tres primeros, no podría haberlos habido.

Y algo más. Cuando empecé el blog, lo hice desde la no-vinculación, con la no implicación por bandera. No sé cómo me creí, yo misma debería de haberme reído de mis intenciones, conociéndome :-) Hoy ha pasado un anyo, posts, blogs, comments, personas tras la pantalla y delante de ella... y bueno, puedo comerme con patatas una parte importante de mis intenciones de entonces. Pero me alegro, que es la parte buena.

Como prueba, una tontería en la que he desperdiciando un rato largo esta tarde. Espero que alguien de vosotros haga ESTE TEST y, por lo menos, reconocer que sí, yo he caído en la trampa... pero en la trampa estáis todos metidos hasta el cuello!!

Y otra cosa, y parece tontería, pero no: Se está a gusto aquí. Errrrr... sí. Con vosotros, digo.

(Nada de acostumbrarse a post como éste, que lo mío son las palabras para nadie y para nada, los llantos de colores y cosas así. Advierto).

[Test Bloguilandia, por ejemplo, gracias a la web de QuizYourFriends. Preguntas puestas... yo qué sé, las que se me han ocurrido con mis neuronas de vacaciones, como suele pasar]

Aquí estoy


NECESITANDO servirme, necesitando.
Necesitando expresarme, llenar mi Alma Difusa, explicarla mediante palabras más o menos familiares, más o menos conocidas.
Recién venido de las Ruinas, y camino del Deseo, me paro aquí. Aquí me detengo, y hago noche esperando las luces del alba, esperando la claridad de la mañana para emprender de nuevo un camino que espero, deseo y necesito que sea corto, plácido, y que deambule por paisajes soñados.
Aquí estoy, entonces. necesitando.
Tenedme.

lunes, 13 de febrero de 2006

The Tin Man´s Wish

Todo está controlado, si (casi) no duele...

Corazones de bombón, corazones de piruleta, corazones en los puntos de las íes.

Corazones de los que quisieron al cien por cien, con todo el alma, con todas las ganas... y se agotaron, y se agostaron, y se gastaron, incapaces de querer a nadie más.

Corazones que se nos multiplican dentro, uno para cada persona que se lo gana, todo para ella, companyero de las otras decenas de corazones que albergamos, sin pelearse nunca por su espacio, cada uno rey de su jardín.

Corazones que siguen sangrando por flechas clavadas hace tanto tiempo que quien la disparó ni siquiera lo recuerda, aunque el duenyo del corazón sea absolutamente incapaz de olvidar.

Corazones a los que le faltan todos los trocitos que eligieron entregar y jamás recuperaron, porque siempre que das un trozo del corazón es sin vuelta. Corazones como mantas a parches de colores, completados con trozos de otros corazones que también eligieron darse. Corazones que cuentan historias, corazones rotos que hablan de lunas que un día nos prometieron y temblamos cuando la vimos aparecer tullida en el cielo, rota ella como nuestro amor. Corazones acorazados que nadie atraviesa, a los que nadie llega, corazones con llaves secretas que guardamos bajo cien candados, llenos de miedo, llenos de ganas de que alguien nos pille dormidos y nos arranque la clave secreta en suenyos (aunque jamás admitiríamos un deseo del que tal vez ni siquiera somos conscientes). Corazones latiendo fuerte fuerte en el pecho, acelerados, nerviosos. Corazones que mandan por encima de las razones, por favor, siempre por encima, a un par de metros al menos del suelo. Corazones miedosos, fieles, entregados, indecisos, aventureros, dormidos, helados, en flor. Tantos como personas, y en una misma persona, tantos como Historias, como estaciones, como momentos.

[Hace (pocos) anyos yo era de esas que sí, horror y drama, celebraban esta fecha en el calendario. No porque veneráramos al Corte Inglés, ni porque necesitáramos fechas para recordarnos que nos queríamos ni para tener detalles especiales (nótese que especial no significa caro, ni comprado). Lo único es que no éramos del otro lado, de los que pueden tener detalles con su pareja cualquier día... siempre y cuando no sea 14 de febrero, puagh. Por eso, hace anyos hubo dibujos de los que inevitablemente hacían sonreír, o correos en el buzón que derramaban azúcar y ganas, o notas amarillas pegadas por la casa.

Hace dos anyos, en estas fechas, lo que iba a ser un reencuentro buscado en tierras germanas acabó turbio. El Fin de Semana Más Difícil del Universo Marvel. El Fin de Semana Negro de la Tercera Edad. Quizás Él no se acuerde de que, incluso entonces, le buscamos nombres que nos hicieran sonreír, buscando hacernos más fácil la cuesta arriba que empezaba, buscando maneras nuevas de construir sonrisas juntos aunque se tinyeran de melancolía en quince segundos. Desde hace dos anyos, estas fechas -porque yo soy muy de fechas-, me ponen triste. Me hacen pensar en esos corazones que no dejan nunca de sangrar, que no se reconstruyen jamás del todo, que siempre lucen sus agujeros o que se vuelven pétreos, incapaces de latir por nadie más. Y me da miedo que el mío sea uno de ellos.

Pero luego lo miro... y bueno, está ahí el pobre, rojo -como yo-, pequenyo, con mezcla de casi todos los que he descrito, porque tiene agujeros y zurcidos, y trozos que no son suyos, y una cerradura que debió de aislarle en el pasado, y sabe dulce, y tiene miedo, y no sabe - no contesta, y guarda trozos de hielo en un rincón y en otro asoma un tallo verde...

Y pienso que de alguna manera el corazón debe de ser como las lagartijas y sus rabos, que se regeneran. Aunque el 14 de febrero sólo pueda ponerme triste. Este anyo, el pasado, sí. Pero que me den (más) tiempo.]

[La imagen que encabeza el post está sacada de la galería AntiSanValentín -que es que me pone triste, hombre ya!- que encuentras AQUÍ. El título del post, "El deseo del hombre de hojalata", obviamente hace referencia a la película/libro (de la peli tengo recuerdo más claro) de "El mago de Oz". Y que (no) conste que me he tenido que contener para no ponerle de título al post "Hola corazones" como si fuera Anne Igartialgo. Cursi sí, pero dentro de un orden]

The Tin Man´s Wish

Todo está controlado, si (casi) no duele...

Corazones de bombón, corazones de piruleta, corazones en los puntos de las íes.

Corazones de los que quisieron al cien por cien, con todo el alma, con todas las ganas... y se agotaron, y se agostaron, y se gastaron, incapaces de querer a nadie más.

Corazones que se nos multiplican dentro, uno para cada persona que se lo gana, todo para ella, companyero de las otras decenas de corazones que albergamos, sin pelearse nunca por su espacio, cada uno rey de su jardín.

Corazones que siguen sangrando por flechas clavadas hace tanto tiempo que quien la disparó ni siquiera lo recuerda, aunque el duenyo del corazón sea absolutamente incapaz de olvidar.

Corazones a los que le faltan todos los trocitos que eligieron entregar y jamás recuperaron, porque siempre que das un trozo del corazón es sin vuelta. Corazones como mantas a parches de colores, completados con trozos de otros corazones que también eligieron darse. Corazones que cuentan historias, corazones rotos que hablan de lunas que un día nos prometieron y temblamos cuando la vimos aparecer tullida en el cielo, rota ella como nuestro amor. Corazones acorazados que nadie atraviesa, a los que nadie llega, corazones con llaves secretas que guardamos bajo cien candados, llenos de miedo, llenos de ganas de que alguien nos pille dormidos y nos arranque la clave secreta en suenyos (aunque jamás admitiríamos un deseo del que tal vez ni siquiera somos conscientes). Corazones latiendo fuerte fuerte en el pecho, acelerados, nerviosos. Corazones que mandan por encima de las razones, por favor, siempre por encima, a un par de metros al menos del suelo. Corazones miedosos, fieles, entregados, indecisos, aventureros, dormidos, helados, en flor. Tantos como personas, y en una misma persona, tantos como Historias, como estaciones, como momentos.

[Hace (pocos) anyos yo era de esas que sí, horror y drama, celebraban esta fecha en el calendario. No porque veneráramos al Corte Inglés, ni porque necesitáramos fechas para recordarnos que nos queríamos ni para tener detalles especiales (nótese que especial no significa caro, ni comprado). Lo único es que no éramos del otro lado, de los que pueden tener detalles con su pareja cualquier día... siempre y cuando no sea 14 de febrero, puagh. Por eso, hace anyos hubo dibujos de los que inevitablemente hacían sonreír, o correos en el buzón que derramaban azúcar y ganas, o notas amarillas pegadas por la casa.

Hace dos anyos, en estas fechas, lo que iba a ser un reencuentro buscado en tierras germanas acabó turbio. El Fin de Semana Más Difícil del Universo Marvel. El Fin de Semana Negro de la Tercera Edad. Quizás Él no se acuerde de que, incluso entonces, le buscamos nombres que nos hicieran sonreír, buscando hacernos más fácil la cuesta arriba que empezaba, buscando maneras nuevas de construir sonrisas juntos aunque se tinyeran de melancolía en quince segundos. Desde hace dos anyos, estas fechas -porque yo soy muy de fechas-, me ponen triste. Me hacen pensar en esos corazones que no dejan nunca de sangrar, que no se reconstruyen jamás del todo, que siempre lucen sus agujeros o que se vuelven pétreos, incapaces de latir por nadie más. Y me da miedo que el mío sea uno de ellos.

Pero luego lo miro... y bueno, está ahí el pobre, rojo -como yo-, pequenyo, con mezcla de casi todos los que he descrito, porque tiene agujeros y zurcidos, y trozos que no son suyos, y una cerradura que debió de aislarle en el pasado, y sabe dulce, y tiene miedo, y no sabe - no contesta, y guarda trozos de hielo en un rincón y en otro asoma un tallo verde...

Y pienso que de alguna manera el corazón debe de ser como las lagartijas y sus rabos, que se regeneran. Aunque el 14 de febrero sólo pueda ponerme triste. Este anyo, el pasado, sí. Pero que me den (más) tiempo.]

[La imagen que encabeza el post está sacada de la galería AntiSanValentín -que es que me pone triste, hombre ya!- que encuentras AQUÍ. El título del post, "El deseo del hombre de hojalata", obviamente hace referencia a la película/libro (de la peli tengo recuerdo más claro) de "El mago de Oz". Y que (no) conste que me he tenido que contener para no ponerle de título al post "Hola corazones" como si fuera Anne Igartialgo. Cursi sí, pero dentro de un orden]

jueves, 9 de febrero de 2006

Reflejada en otras letras

A mí no se me puede hacer esto, hombre. A mí, que subrayo los libros -hereje, sacrílega, todo junto porque yo lo valgo- porque siempre me encuentro cosas que me marcan, con las que me siento identificada. A mí, que tengo tantos libros en mi minicasa que aún hay parte que esperan en cajas porque no hay espacio suficiente...

Pero Bereni-C y Awake no pensaron en esos inconvenientes y me pasaron el encargo de escribir aquí un párrafo de un libro con el que me sintiera identificada o que me hubiera marcado. Y hala, Gacela se rompe la cabeza descartando y descartando. Afortunadamente, ya Isthar ha escogido El lobo estepario de Hesse, así que no será ése el que yo traiga. Y la propia Bere ponía un párrafo de Beatriz y los cuerpos celestes, de Lucía Etxebarría, lo que me ahorra otro.

Y al final volvemos donde siempre. Buscamos en las cajas y lo encontramos. La Vieja Sirena, de Jose Luis Sampedro. Glauka, Krito, Ahram. Libro de cabecera, libro subrayado y re-subrayado porque cuando lo releo subrayo cosas nuevas según el momento que paso. Y si el libro me identifica muchísimo, leer mi edición -sólo la he prestado una vez- es leerme, Gacela más libro abierto que nunca, volcada entre las sensaciones que se derraman en sus páginas.

No encontraba párrafo porque es la historia completa, un párrafo sólo lo desvirtúa. Es la fuerza de Glauka, la intensidad amante de la mujer-no-más-sirena, la enorme capacidad de disfrutar y de sufrir... y la certeza final de que ha valido la pena. Qué descansada Muerte... después de haber Vivido, con mayúsculas. Pero habiendo que elegir, traigo un retazo:
...no tengo poderes mágicos, no soy adivina, una pobre esclava sin infancia siquiera, mi abismo interior enorme!, qué será de mí? Y esperé un cambio en mi vida! Soy una ilusa, para qué? qué va a ser de mí? cómo vivir con un vacío tan tremendo? Tanto desasosiego y no derrumbarme, vivir sin estar ardiendo no es vivir, esta torre está más viva que yo, caldeada por un hombre vivo, concavidad de horno, y dentro yo estoy fría... o no lo estoy? por qué seguimos adelante sin estar vivos?
Y lo que hace del libro algo tan mágico... es que Glauka, la protagonista, siempre sigue, siempre encuentra la manera, y ama como nadie, se entrega como nadie, sufre como nadie... y le vale la pena.

Pero no podía traer sólo a Glauka por aquí. Tenía que trampear un poco para incluir otro párrafo de otro libro (también subrayado, también libro de cabecera). El arte de amar, de Erich Fromm. Aquí ha sido más fácil escoger uno de los subrayados:
Respetar significa preocuparse por que la otra persona crezca y se desarrolle tal como es. Quiero que la persona amada crezca y se desarrolle por sí misma, en la forma que le es propia, y no para servirme. Si amo a la otra persona, me siento uno con ella, pero con ella tal cual es, no como yo necesito que sea, un objeto para mi uso.

Es obvio que el respeto sólo es posible si yo he alcanzado independencia; si puedo caminar sin muletas, sin tener que dominar ni explotar a nadie. El respeto sólo existe sobre la base de la libertad: "l'amour est l'enfant de la liberté", dice una vieja canción francesa; el amor es hijo de la libertad, nunca de la dominación.
Porque sí, yo creo que hay maneras mejores y peores de amar, amores que limitan al otro y amores que les dan alas y les hacen crecer, amores con miedo que marcan caminos y amores generosos que ofrecen pedazos nuevos de cielo por los que volar, incluso aunque volando se alejen un poco. Y a amar también se aprende...

Estas son mis dos elecciones... pero soy lo peor y me falta media más, una frase de El amor armado, de Jose María Mendiluce (lástima que tras este libro escribiera siete iguales): El amor, armado, puede ser más fuerte que las armas del odio. Y tiene que serlo...

Ahora vamos a variar un poco la tradición en estas cadenas. NO le paso el meme a Glassy, porque además de que no le gustan los memes y siempre ha encontrado cosas interesantes que escribir sin necesidad de ellos, ha cerrado -temporalmente, espero- la ventana a la que se asomaba y a la que nos gustaba asomarnos a los demás, que además tenía muchos más colores de los que ella veía. NO le paso el meme a Nuala porque piensa que los memes son el cáncer de la blogosfera -y no anda del todo desencaminada, pero si buscan un ejemplo de coherencia creo que hay alguno todo recto y a la izquierda, aquí no-. NO le paso el meme a K. porque no he visto nunca uno en su blog y porque los tipos huranyos, asociales y encantadores a la vez seguro que no los contestan. Y finalmente NO le paso el meme a Lord Jim, el capitán contador de historias, a pesar de que su respuesta es de las que más curiosidad me despierta, porque lo tendría difícil entre todos los libros que han pasado por sus manos, y porque creo que ya me odia suficiente después de haberle pasado el anterior, y prefiero que me quieran (un poco) a que me odien y me hagan vudú. Hala.

Reflejada en otras letras

A mí no se me puede hacer esto, hombre. A mí, que subrayo los libros -hereje, sacrílega, todo junto porque yo lo valgo- porque siempre me encuentro cosas que me marcan, con las que me siento identificada. A mí, que tengo tantos libros en mi minicasa que aún hay parte que esperan en cajas porque no hay espacio suficiente...

Pero Bereni-C y Awake no pensaron en esos inconvenientes y me pasaron el encargo de escribir aquí un párrafo de un libro con el que me sintiera identificada o que me hubiera marcado. Y hala, Gacela se rompe la cabeza descartando y descartando. Afortunadamente, ya Isthar ha escogido El lobo estepario de Hesse, así que no será ése el que yo traiga. Y la propia Bere ponía un párrafo de Beatriz y los cuerpos celestes, de Lucía Etxebarría, lo que me ahorra otro.

Y al final volvemos donde siempre. Buscamos en las cajas y lo encontramos. La Vieja Sirena, de Jose Luis Sampedro. Glauka, Krito, Ahram. Libro de cabecera, libro subrayado y re-subrayado porque cuando lo releo subrayo cosas nuevas según el momento que paso. Y si el libro me identifica muchísimo, leer mi edición -sólo la he prestado una vez- es leerme, Gacela más libro abierto que nunca, volcada entre las sensaciones que se derraman en sus páginas.

No encontraba párrafo porque es la historia completa, un párrafo sólo lo desvirtúa. Es la fuerza de Glauka, la intensidad amante de la mujer-no-más-sirena, la enorme capacidad de disfrutar y de sufrir... y la certeza final de que ha valido la pena. Qué descansada Muerte... después de haber Vivido, con mayúsculas. Pero habiendo que elegir, traigo un retazo:
...no tengo poderes mágicos, no soy adivina, una pobre esclava sin infancia siquiera, mi abismo interior enorme!, qué será de mí? Y esperé un cambio en mi vida! Soy una ilusa, para qué? qué va a ser de mí? cómo vivir con un vacío tan tremendo? Tanto desasosiego y no derrumbarme, vivir sin estar ardiendo no es vivir, esta torre está más viva que yo, caldeada por un hombre vivo, concavidad de horno, y dentro yo estoy fría... o no lo estoy? por qué seguimos adelante sin estar vivos?
Y lo que hace del libro algo tan mágico... es que Glauka, la protagonista, siempre sigue, siempre encuentra la manera, y ama como nadie, se entrega como nadie, sufre como nadie... y le vale la pena.

Pero no podía traer sólo a Glauka por aquí. Tenía que trampear un poco para incluir otro párrafo de otro libro (también subrayado, también libro de cabecera). El arte de amar, de Erich Fromm. Aquí ha sido más fácil escoger uno de los subrayados:
Respetar significa preocuparse por que la otra persona crezca y se desarrolle tal como es. Quiero que la persona amada crezca y se desarrolle por sí misma, en la forma que le es propia, y no para servirme. Si amo a la otra persona, me siento uno con ella, pero con ella tal cual es, no como yo necesito que sea, un objeto para mi uso.

Es obvio que el respeto sólo es posible si yo he alcanzado independencia; si puedo caminar sin muletas, sin tener que dominar ni explotar a nadie. El respeto sólo existe sobre la base de la libertad: "l'amour est l'enfant de la liberté", dice una vieja canción francesa; el amor es hijo de la libertad, nunca de la dominación.
Porque sí, yo creo que hay maneras mejores y peores de amar, amores que limitan al otro y amores que les dan alas y les hacen crecer, amores con miedo que marcan caminos y amores generosos que ofrecen pedazos nuevos de cielo por los que volar, incluso aunque volando se alejen un poco. Y a amar también se aprende...

Estas son mis dos elecciones... pero soy lo peor y me falta media más, una frase de El amor armado, de Jose María Mendiluce (lástima que tras este libro escribiera siete iguales): El amor, armado, puede ser más fuerte que las armas del odio. Y tiene que serlo...

Ahora vamos a variar un poco la tradición en estas cadenas. NO le paso el meme a Glassy, porque además de que no le gustan los memes y siempre ha encontrado cosas interesantes que escribir sin necesidad de ellos, ha cerrado -temporalmente, espero- la ventana a la que se asomaba y a la que nos gustaba asomarnos a los demás, que además tenía muchos más colores de los que ella veía. NO le paso el meme a Nuala porque piensa que los memes son el cáncer de la blogosfera -y no anda del todo desencaminada, pero si buscan un ejemplo de coherencia creo que hay alguno todo recto y a la izquierda, aquí no-. NO le paso el meme a K. porque no he visto nunca uno en su blog y porque los tipos huranyos, asociales y encantadores a la vez seguro que no los contestan. Y finalmente NO le paso el meme a Lord Jim, el capitán contador de historias, a pesar de que su respuesta es de las que más curiosidad me despierta, porque lo tendría difícil entre todos los libros que han pasado por sus manos, y porque creo que ya me odia suficiente después de haberle pasado el anterior, y prefiero que me quieran (un poco) a que me odien y me hagan vudú. Hala.

lunes, 6 de febrero de 2006

De lágrimas y espadas

Una de las sensaciones que siempre llevo conmigo es la de tener que estar permanentemente en guardia. Controlando siempre los pensamientos para que no se alcen contra mí y tomen el fuerte, se hagan duenyos del castillo y depongan a mi parte lúcida y razonable. Atenta siempre a que la melancolía no rebose, se derrame, me inunde, me ahogue. Pendiente de mantener una voz en mi cabeza que acalle a las otras que siempre, siempre, susurran por lo bajo, y que sólo esperan su oportunidad de lanzarse a construir discursos enteros que me sepulten, perdida mi voz real entre tanto grito.

Es muy cansado, porque incluso cuando estoy disfrutando tengo esa musiquilla de fondo, y debo estar alerta. Una mano siempre cerca de la empunyadura de la espada por si hace falta desenvainarla. En guardia ninya, controla cielo, atenta pequenya, cuidado princesa. Siempre. Y agota.

Como es de esperar, al final siempre hay algún fallo. No te has dado cuenta y has mirado demasiadas fotos. Has recordado demasiado, o te has dejado llevar, o has pensado lo que no debías o te has dejado mecer por una canción que no tocaba, o te has distraído y has escuchado de nuevo la frase-punyal que nunca dejó de estar clavada, pero a veces obvias la herida abierta. No siempre es igual, podrías resumirlo en que a veces bajas la guardia un segundo y ahí estás. Cercada. Atrapada por una cabecita loca que no controlas. Tormenta y demonios. Lágrimas transparentes en el rostro, lágrimas encarnadas en el cuerpo. Voces. Te pierdes y te da miedo, te vas y te das miedo.

Pero a veces... es curioso, y no lo entiendes, y te asombra. Y es que a veces, cuando todo este proceso se ha desatado, cuando, insensata, bajaste la guardia sin darte cuenta y los lobos que albergas dentro saltaron sobre ti preparándose para el festín, y era demasiado tarde para encontrar tu espada, y te rendías a una noche de furia desatada, Bestia suelta, batalla perdida, pulmones sin aire, lágrimas rojas...

...a veces te encuentras con que cuando has cerrado los ojos para recibir el golpe, tu propio golpe, éste no llega. Y subes la mirada extranyada para ver una espada que brilla y que no es tuya. Y sigues el filo con la mirada y acaba en unas manos fuertes que la empunyan segura, y que tampoco te pertenecen. Porque no eres tú, sino alguien que ha decidido quedarse contigo esa noche, con tu Bestia, tus monstruos y tus demonios, y peleárselos aunque le sean ajenos. Y sus ojos dicen "hoy no estás sola, ninya, hoy me quedo contigo, hoy yo me peleo esto", y te llena de ternura porque ni siquiera sabe contra qué lucha, pero lucha porque te hace danyo. Y no entiendes, te asombra que prefiera quedarse con tu tormenta desatada antes que refugiarse en la calidez de su edredón, pero se está quedando. Aunque no entiendas. Aunque te asombre.

Cuando eras chiquita, en los tiempos de batas de médico y pasillos verdes, decían que eras una ninya valiente, pero siempre-siempre necesitabas un minuto en el que le pedías a mamá que te secara las lágrimas antes del pinchazo, antes de la anestesia, antes de lo que fuera. Hoy no lo pides, pero cuando alguien que te ve llorar te seca las lágrimas, es un regalo. Porque odias llorar, pero sobre todo odias llorar sola. Y tus monstruos te aterran, pero cuando se quedan contigo, parecen mucho más pequenyos.

Esta gente no suele ser consciente de lo valioso de su gesto, del tesoro de su companyía. Se escudan en los "es lo que haría cualquiera", cuando sabes que de cualquieras el mundo está lleno, y la gente que se pelea monstruos ajenos porque sí, sin estar obligado, sin pedir nada... se cuentan con los dedos de una mano. Pero seguramente, parte de lo especiales que son radica en que no saben que lo son.

Y este post que -marca de la casa- no termina nunca, es suyo, claro. De quien secó lágrimas, de quien se quedó conmigo. De la ninya valenciana que ha acompanyado tantas veces, sabiendo siempre como nadie frenar cualquier voz con la suya, infinitamente más poderosa. De la muchacha que nunca leerá esto y que aguantó una noche entera en Santander al pie del canyón. Del ninyo que aprendió a manejar la espada mejor que cualquier caballero, haciendo figuras en el aire, manteniendo a raya a cualquier demonio, aunque a veces le pesara tanto.

Y tuyo, claro.



Powered by Castpost

[La imagen que encabeza el post es de una Galería que encuentras AQUÍ. La canción, si he conseguido dominar a Castpost, es una Joya de Ismael Serrano llamada "No estarás sola", del disco de Los Paraísos Desiertos. Puedes ver la letra AQUÍ]

De lágrimas y espadas

Una de las sensaciones que siempre llevo conmigo es la de tener que estar permanentemente en guardia. Controlando siempre los pensamientos para que no se alcen contra mí y tomen el fuerte, se hagan duenyos del castillo y depongan a mi parte lúcida y razonable. Atenta siempre a que la melancolía no rebose, se derrame, me inunde, me ahogue. Pendiente de mantener una voz en mi cabeza que acalle a las otras que siempre, siempre, susurran por lo bajo, y que sólo esperan su oportunidad de lanzarse a construir discursos enteros que me sepulten, perdida mi voz real entre tanto grito.

Es muy cansado, porque incluso cuando estoy disfrutando tengo esa musiquilla de fondo, y debo estar alerta. Una mano siempre cerca de la empunyadura de la espada por si hace falta desenvainarla. En guardia ninya, controla cielo, atenta pequenya, cuidado princesa. Siempre. Y agota.

Como es de esperar, al final siempre hay algún fallo. No te has dado cuenta y has mirado demasiadas fotos. Has recordado demasiado, o te has dejado llevar, o has pensado lo que no debías o te has dejado mecer por una canción que no tocaba, o te has distraído y has escuchado de nuevo la frase-punyal que nunca dejó de estar clavada, pero a veces obvias la herida abierta. No siempre es igual, podrías resumirlo en que a veces bajas la guardia un segundo y ahí estás. Cercada. Atrapada por una cabecita loca que no controlas. Tormenta y demonios. Lágrimas transparentes en el rostro, lágrimas encarnadas en el cuerpo. Voces. Te pierdes y te da miedo, te vas y te das miedo.

Pero a veces... es curioso, y no lo entiendes, y te asombra. Y es que a veces, cuando todo este proceso se ha desatado, cuando, insensata, bajaste la guardia sin darte cuenta y los lobos que albergas dentro saltaron sobre ti preparándose para el festín, y era demasiado tarde para encontrar tu espada, y te rendías a una noche de furia desatada, Bestia suelta, batalla perdida, pulmones sin aire, lágrimas rojas...

...a veces te encuentras con que cuando has cerrado los ojos para recibir el golpe, tu propio golpe, éste no llega. Y subes la mirada extranyada para ver una espada que brilla y que no es tuya. Y sigues el filo con la mirada y acaba en unas manos fuertes que la empunyan segura, y que tampoco te pertenecen. Porque no eres tú, sino alguien que ha decidido quedarse contigo esa noche, con tu Bestia, tus monstruos y tus demonios, y peleárselos aunque le sean ajenos. Y sus ojos dicen "hoy no estás sola, ninya, hoy me quedo contigo, hoy yo me peleo esto", y te llena de ternura porque ni siquiera sabe contra qué lucha, pero lucha porque te hace danyo. Y no entiendes, te asombra que prefiera quedarse con tu tormenta desatada antes que refugiarse en la calidez de su edredón, pero se está quedando. Aunque no entiendas. Aunque te asombre.

Cuando eras chiquita, en los tiempos de batas de médico y pasillos verdes, decían que eras una ninya valiente, pero siempre-siempre necesitabas un minuto en el que le pedías a mamá que te secara las lágrimas antes del pinchazo, antes de la anestesia, antes de lo que fuera. Hoy no lo pides, pero cuando alguien que te ve llorar te seca las lágrimas, es un regalo. Porque odias llorar, pero sobre todo odias llorar sola. Y tus monstruos te aterran, pero cuando se quedan contigo, parecen mucho más pequenyos.

Esta gente no suele ser consciente de lo valioso de su gesto, del tesoro de su companyía. Se escudan en los "es lo que haría cualquiera", cuando sabes que de cualquieras el mundo está lleno, y la gente que se pelea monstruos ajenos porque sí, sin estar obligado, sin pedir nada... se cuentan con los dedos de una mano. Pero seguramente, parte de lo especiales que son radica en que no saben que lo son.

Y este post que -marca de la casa- no termina nunca, es suyo, claro. De quien secó lágrimas, de quien se quedó conmigo. De la ninya valenciana que ha acompanyado tantas veces, sabiendo siempre como nadie frenar cualquier voz con la suya, infinitamente más poderosa. De la muchacha que nunca leerá esto y que aguantó una noche entera en Santander al pie del canyón. Del ninyo que aprendió a manejar la espada mejor que cualquier caballero, haciendo figuras en el aire, manteniendo a raya a cualquier demonio, aunque a veces le pesara tanto.

Y tuyo, claro.



Powered by Castpost

[La imagen que encabeza el post es de una Galería que encuentras AQUÍ. La canción, si he conseguido dominar a Castpost, es una Joya de Ismael Serrano llamada "No estarás sola", del disco de Los Paraísos Desiertos. Puedes ver la letra AQUÍ]

jueves, 2 de febrero de 2006

Bonn tiene playa

Gaviota, gaviota, vals del equilibrio...

Puede ser que la vida te guíe hasta el Sol,
puede ser que el mar domine tus horas
o que toda tu risa le gane ese pulso al dolor...

Hace ya casi un mes que leí
un post en el blog de Bereni-C que me inundó con su mar, y pensé en escribir éste. Pero como no soy de post diario ni mucho menos, y los caminos de mi cabecita loca son inescrutables, la cosa se ha alargado hasta hoy.


En realidad ya traje esta ciudad a mi espacio hace un tiempo. Supongo que tantas visitas, sonrisas, glühwein*, Beethoven, batidos ohne sahne Bitte**... se hicieron un lugar en mí, y lo tienen también aquí como reflejo. Y si ayer hablé de aquel jardín del elefante y los monjes, hoy traigo otro recuerdo. De la tarde en que descubrimos que nuestra pequenya ciudad alemana no tenía nada que envidiarle a cualquier ciudad costera, de esas que, melosas, se dejan lamer por las olas disfrutando del ir y venir. Bonn tiene mar. Y no me importa lo que digan los mapas... quizás no estén bien dibujados. O quien los trazó no supo encontrarlo.

Si vas a buscarlo, tienes que encontrar antes un ninyo pequenyo que seguramente se esconde en alguna parte de tu cabeza, sonriente, esperándote con paciencia, llamándote para que juegues con él. Y encontrar el lugar donde nace la risa, abrir el grifo allá en una de las paredes del estómago. Y la confianza en el otro. Y las ganas de sonyar y descubrir.

Como hacíamos nosotros, descubriéndonos mundos cada día, tú dibujándolos después y yo atrapándolos en palabras. Como hicimos aquella tarde de ojos vendados y caminos nuevos, de ir sin más rumbo que nuestros pies haciendo suya la ciudad desconocida, de manos que tanteaban las plantas, los muros de la pared, la estatua de Beethoven en el parque. Jugando a ser ciegos y ver a través del otro. Jugando a dejarnos llevar donde el otro quisiera, confiando absolutamente en él, a ciegas y sin miedo porque estábamos en sus manos y no había lugar más seguro. Y así, camino arriba y abajo, esto es una flor y esto parece hiedra, subo la cuesta de tu mano, la bajo, me estás haciendo dar vueltas sin sentido...

Era verdad, yo no conocía la ciudad y no sabía dónde estábamos pero jugaba a guiarte con mi mano, con mi voz, y te dejabas guiar; y yo sabía que tus ojos cerrados brillarían felices en cuanto los abrieras, y tu sonrisa iluminaba mis rincones y los alemanes con los que nos cruzábamos nos miraban con cara de reproche porque no entendían que fuéramos ninyos de veintitantos anyos, pero tú no los veías y yo sólo veía tu risa.

En ese sin rumbo caminamos y caminamos, ojos cerrados, fe ciega, cascadas de besos, derramando sonrisas. Y acabó sorprendiéndonos un olor que tuvimos que seguir, un olor a humedad salada, a arena, un olor que se escapaba de algún rincón de la imaginación y nos arrastraba a su paso.

Yo lo vi antes, con mis ojos abiertos... te guié hasta la orilla, todavía sin ver aunque ya se anunciaban las gaviotas. Nos sentamos juntos en la roca y ahí sí, miraste. Para encontrarte frente a un brazo desconocido del Rhin, enorme, inmenso, orilla de arena y gaviotas, sal en el aire. Me miraste -ojos tan brillantes como imaginaba- y me diste las gracias por haberte regalado el mar donde no pensabas encontrarlo. No hace falta mucho para saber que nos regalamos tantas cosas que no pensábamos encontrar...

Y ese recuerdo, que transcrito queda inevitablemente mucho más pobre de lo que fue porque no consigo volcar aquí la ternura de la tarde, los colores de las risas, la aventura a ciegas perdidos en una ciudad de sonidos raros... ese momento pasé a guardarlo en mi cajita de recuerdos-tesoro que calientan cuando hace frío. Ahí sigue, dando calor cuando el edredón no basta, acudiendo a mí cuando leo sobre mares encontrados de manera insospechada, trayendo de la mano la sonrisa que ahora mismo se dibuja en mis labios. Supongo que porque Muerte, de los Eternos, tenía razón, y "lo que ilumina todo son los momentos. Esos momentos que vives sin darte cuenta... son lo mejor de tu vida"***.

Hay un punto en Bonn donde acarician mar y gaviotas. Para llegar sólo hay que cerrar los ojos, confiar y abandonarse en una mano que te guíe, aunque ni ella misma conozca el camino. Y después... disfrutar del momento.

[*El Glühwein es algo como vino caliente al que se le anyade zumo, canela... y depende de la zona, más o menos cosas. El sabor recuerda a la sangría y se agradece muchísimo tomarlo caliente-caliente en medio del frío :-)
**Nadie sabe por qué los alemanes tienen la manía de echarle nata (sahne) a todo. Para mí fue básico aprender a decir "sin nata, por favor", y seguramente fue una de las frases que más repetí en ese país.
***Esto es una cita sacada del cómic "Lo mejor de tu vida", de Neil Gaiman, una de las miniseries posteriores a Sandman que tienen a Muerte como protagonista.]


La imagen que encabeza el post la encontré en ESTA GALERÍA

Bonn tiene playa

Gaviota, gaviota, vals del equilibrio...

Puede ser que la vida te guíe hasta el Sol,
puede ser que el mar domine tus horas
o que toda tu risa le gane ese pulso al dolor...

Hace ya casi un mes que leí
un post en el blog de Bereni-C que me inundó con su mar, y pensé en escribir éste. Pero como no soy de post diario ni mucho menos, y los caminos de mi cabecita loca son inescrutables, la cosa se ha alargado hasta hoy.


En realidad ya traje esta ciudad a mi espacio hace un tiempo. Supongo que tantas visitas, sonrisas, glühwein*, Beethoven, batidos ohne sahne Bitte**... se hicieron un lugar en mí, y lo tienen también aquí como reflejo. Y si ayer hablé de aquel jardín del elefante y los monjes, hoy traigo otro recuerdo. De la tarde en que descubrimos que nuestra pequenya ciudad alemana no tenía nada que envidiarle a cualquier ciudad costera, de esas que, melosas, se dejan lamer por las olas disfrutando del ir y venir. Bonn tiene mar. Y no me importa lo que digan los mapas... quizás no estén bien dibujados. O quien los trazó no supo encontrarlo.

Si vas a buscarlo, tienes que encontrar antes un ninyo pequenyo que seguramente se esconde en alguna parte de tu cabeza, sonriente, esperándote con paciencia, llamándote para que juegues con él. Y encontrar el lugar donde nace la risa, abrir el grifo allá en una de las paredes del estómago. Y la confianza en el otro. Y las ganas de sonyar y descubrir.

Como hacíamos nosotros, descubriéndonos mundos cada día, tú dibujándolos después y yo atrapándolos en palabras. Como hicimos aquella tarde de ojos vendados y caminos nuevos, de ir sin más rumbo que nuestros pies haciendo suya la ciudad desconocida, de manos que tanteaban las plantas, los muros de la pared, la estatua de Beethoven en el parque. Jugando a ser ciegos y ver a través del otro. Jugando a dejarnos llevar donde el otro quisiera, confiando absolutamente en él, a ciegas y sin miedo porque estábamos en sus manos y no había lugar más seguro. Y así, camino arriba y abajo, esto es una flor y esto parece hiedra, subo la cuesta de tu mano, la bajo, me estás haciendo dar vueltas sin sentido...

Era verdad, yo no conocía la ciudad y no sabía dónde estábamos pero jugaba a guiarte con mi mano, con mi voz, y te dejabas guiar; y yo sabía que tus ojos cerrados brillarían felices en cuanto los abrieras, y tu sonrisa iluminaba mis rincones y los alemanes con los que nos cruzábamos nos miraban con cara de reproche porque no entendían que fuéramos ninyos de veintitantos anyos, pero tú no los veías y yo sólo veía tu risa.

En ese sin rumbo caminamos y caminamos, ojos cerrados, fe ciega, cascadas de besos, derramando sonrisas. Y acabó sorprendiéndonos un olor que tuvimos que seguir, un olor a humedad salada, a arena, un olor que se escapaba de algún rincón de la imaginación y nos arrastraba a su paso.

Yo lo vi antes, con mis ojos abiertos... te guié hasta la orilla, todavía sin ver aunque ya se anunciaban las gaviotas. Nos sentamos juntos en la roca y ahí sí, miraste. Para encontrarte frente a un brazo desconocido del Rhin, enorme, inmenso, orilla de arena y gaviotas, sal en el aire. Me miraste -ojos tan brillantes como imaginaba- y me diste las gracias por haberte regalado el mar donde no pensabas encontrarlo. No hace falta mucho para saber que nos regalamos tantas cosas que no pensábamos encontrar...

Y ese recuerdo, que transcrito queda inevitablemente mucho más pobre de lo que fue porque no consigo volcar aquí la ternura de la tarde, los colores de las risas, la aventura a ciegas perdidos en una ciudad de sonidos raros... ese momento pasé a guardarlo en mi cajita de recuerdos-tesoro que calientan cuando hace frío. Ahí sigue, dando calor cuando el edredón no basta, acudiendo a mí cuando leo sobre mares encontrados de manera insospechada, trayendo de la mano la sonrisa que ahora mismo se dibuja en mis labios. Supongo que porque Muerte, de los Eternos, tenía razón, y "lo que ilumina todo son los momentos. Esos momentos que vives sin darte cuenta... son lo mejor de tu vida"***.

Hay un punto en Bonn donde acarician mar y gaviotas. Para llegar sólo hay que cerrar los ojos, confiar y abandonarse en una mano que te guíe, aunque ni ella misma conozca el camino. Y después... disfrutar del momento.

[*El Glühwein es algo como vino caliente al que se le anyade zumo, canela... y depende de la zona, más o menos cosas. El sabor recuerda a la sangría y se agradece muchísimo tomarlo caliente-caliente en medio del frío :-)
**Nadie sabe por qué los alemanes tienen la manía de echarle nata (sahne) a todo. Para mí fue básico aprender a decir "sin nata, por favor", y seguramente fue una de las frases que más repetí en ese país.
***Esto es una cita sacada del cómic "Lo mejor de tu vida", de Neil Gaiman, una de las miniseries posteriores a Sandman que tienen a Muerte como protagonista.]


La imagen que encabeza el post la encontré en ESTA GALERÍA