jueves, 24 de agosto de 2006

Mentes rotas

Este verano me he releído "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero". Es un libro del neurólogo Oliver Sacks en el que recoge distintos casos neurológicos que han pasado por sus manos, explica los problemas que tenían pacientes y cómo intentaban darle soluciones, si no soluciones definitivas a los problemas, que muchas veces eran crónicos y no las tenían, sí al menos soluciones paliativas para poder llevar sus vidas de la mejor manera, y lo más independientemente posible.

Es un libro muy interesante si te atrae el funcionamiento de la mente humana, tanto en lo puramente biológico como en la inmensa capacidad que tenemos de encontrar maneras para aferrarnos a nuestra identidad y seguir adelante a pesar de las adversidades, dificultades y obstáculos múltiples con los que podamos encontrarnos. Además el autor (más conocido por su obra Awakenings - Despertares, en la que se basó la película de Robert de Niro y Robin Williams) es un médico increíblemente humano, cuyo trabajo va más allá de lo estrictamente médico y científico para llegar a ayudar de verdad a un paciente que otros muchos podrían haber dado por perdido.

Así, por ejemplo, tenemos el caso de Jimmie G., un hombre de cuarenta y nueve anyos que, debido a un síndrome de Korsakov agudo, era incapaz de recordar los últimos treinta años de su vida, y seguía pensando que tenía diecinueva hasta que cada día se miraba al espejo y veía un hombre mucho mayor. Jimmie se sentía perdido en un mundo que ni entendía ni le interesaba, y que se le escapaba de las manos a cada momento, teniendo, por ejemplo, que presentarle cada día a los médicos y pacientes de la residencia a los que la noche había hecho que olvidara. Ni siquiera podía recordar una larga conversación unos minutos después de haberla mantenido...

Es este caso uno de los más duros del libro, porque nosotros somos memoria, y sin ella parecemos condenados a perdernos, a que nuestra identidad desaparezca. "Una vida sin memoria no sería vida... Nuestra memoria es nuestra coherencia, nuestra razón, nuestro sentimiento. Sin ella no somos nada...", escribe Luis Bunyuel al respecto. Y el paciente (casi más paciente que persona para tantos médicos excepto para el autor del libro), se siente vacío, si es que siente algo. Copiando un extracto del libro...
Un día le pedí que me hablara no sobre su memoria o su pasado, sino sobre los sentimientos más simples y más elementales:

- ¿Cómo se siente?
- Cómo me siento -repitió y se rascó la cabeza-. No puedo decir que me sienta mal. Pero no puedo decir que me sienta bien. No puedo decir que me sienta de ninguna manera.
- ¿Es usted desgraciado? -continué.
- No puedo decir que lo sea.
- ¿Disfruta de la vida?
- No puedo decir que disfrute...

Vacilé, con miedo a estar yendo demasiado lejos, a estar desnudando a un hombre hasta dejar al descubierto alguna desesperación oculta, inadmisible, insoportable.

- No disfruta usted de la vida. ¿Cómo se siente usted, entonces, respecto a la vida?
- No puedo decir que sienta nada.
- ¿Pero se siente usted vivo?
- ¿Que si me siento vivo? En realidad no. Hace muchísimo tiempo que no me siento vivo.
Pero hasta en este caso especialmente difícil del hombre desmemoriado, perdido en el olvido, atrapado en un pasado que se le escurría entre los dedos, del hombre incapaz hasta de la desesperación, vacío, hueco... la mente encuentra su camino, ayudada por el doctor Sacks. Y descubren aficiones que le hacen sentir bien porque tienen cierto estatismo, como la jardinería, que avanza tan poquito a poco, o los oficios religiosos, que repiten siempre los mismos rituales... y en esos momentos Jimmie se siente completo, siente la pertenencia a algo, se siente ligado al mundo actual, pleno, lleno.

El libro me hizo pensar en algunas enfermedades crónicas que están destinadas a acompanyar siempre a quienes las padecen, y que, hasta en esos casos crónicos, hay maneras de seguir adelante, consiguiendo que la enfermedad mediatice lo menos posible la vida cotidiana. Si el hombre sin memoria, marinero errante de su presente, podía sentirse completo y feliz encontrando actividades que le satisfacieran, cómo no las van a encontrar otras personas que cuentan con una mente mucho menos danyada, mucho menos rota, aunque también lo esté en parte.

Los trastornos mentales y neurológicos tal vez son los que más miedo den porque con ellos te arriesgas a perder tu identidad, a perderte en una mente que no responde. Pero (casi) siempre hay caminos alternativos en los que ir encontrando retazos de ti, ir enfrentando miedos y obstáculos hasta salvarlos... y continuar andando, que al final siempre es la clave.

[Página oficial de Oliver Sacks, en inglés, AQUÍ]

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