viernes, 25 de marzo de 2005

Surrealismo I: Ropa de verano

Cuánta consideración. Mi ropa de verano, oh, con la falta que me hacía. Ahora sí que me va a ir mucho mejor la vida, teniendo una maleta en casa con mi ropa de verano. No hay color, mucho mejor, sin duda. Qué alivio, oye. Qué sensación de felicidad que va abriéndose paso según desdoblo pantalones cortos. Qué gran tipo eres, mi bienestar y el tuyo son uno y ahora sí que puedes respirar tranquilo sabiendo que me has arreglado la vida porque al fin tengo mi ropa de verano, sin cuya companyía era incapaz de conciliar el suenyo. Estoy por dejar la terapia o no tomar más medicación, porque ahora que la ropa de verano está en mi casa, creo que no los necesito, tan llena de felicidad y calma me encuentro.

En efecto, no es más sensato dirigirme la palabra, intentar normalizar una situación tan absurda como insostenible que ademas afecta a muchas más de las dos personas implicadas, mandar un mensaje diciendo que se necesita más tiempo pero que esto no va a ser eterno, intentar encontrar un camino de encuentro como siempre hemos sabido hacer... no, oye. Para qué intentar hacer nada de eso pudiendo arreglarlo todo devolviendo una maleta llena de ropa de verano mediante un intermediario amigo común? Eso sí que es sabio!!

Si van a tener razón, yo he perdido la cabeza del todo y mi contacto con la realidad es inexistente, la locura es mi camino. Porque para mí esto ya tinye de surrealismo una situación con poquito sentido de por sí. Y donde otros ven buena voluntad, yo veo... no sé. Comodidad, tranquilizar las conciencias con migajas de pan? Ridiculez?

O estoy loca del todo, o lo está el ninyo que devuelve maletas en silencio para que yo me encuentre mejor. O alguien se ha dado un golpe. Ya se sabe, los golpes en la cabeza causan estragos.

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