domingo, 3 de abril de 2005

Cómo puedes decir eso (II)

Delirium, de Sue Anna Joe

No dejo de hacer planes insanos, es mi vía de escape, la salida que da descanso a mi cabeza demasiado activa. Hoy como ayer se pierde mi mente contando píldoras de colores, haciendo cálculos, sonyando con dormirse, sonyando con dejar de sonyar. Descanso, paz.

Hace poco estuve en una conversación en la que aseguraban que los suicidas siempre se arrepienten justo antes de morir. Yo me he quedado dormida pensando que no despertaría más, y lo que recuerdo es una sensación de paz que no he vuelto a tener desde entonces, una paz intensa, un "ya pasó, mi ninya" que no he vuelto a encontrar. Han pasado nueve anyos y dos intentos más -pero siempre pillo a la Dama ocupada, una es torpe hasta para esto-, y ni en los brazos más protectores, ni en los días más luminosos he encontrado esa sensación de calma, que nada tenía que ver con el arrepentimiento.

Cuando llegas a este punto, te encuentras con un problema. No estás muerta, porque los muertos no teclean en el portátil de su ex, eso seguro. Pero no acabas de estar viva, porque vives atenuado. Estás en una especie de limbo, y desde él no puedes reengancharte a la Vida, los días pasan y llegan a ti tamizados, no estás del todo presente en ningún sitio, te ves desde fuera en las conversaciones y no te centras en una vida que sientes ajena. Mi mundo ajeno, una vez más...

Pero no estás muerta. Aunque te sientas así muchas veces, aunque lo desees tantas otras.

Cómo puedes decir eso.

Es que es mi blog y digo lo que me da la gana, va a ser por eso, lo que tiene mi espacio de desahogo. Además viene bien clarito arriba: "palabras que nadie quiere oír, gritos en silencio, para nadie, para nada". Reclamaciones al maestro armero, por favor. Y sigo...

Diazepam: 1200 mg (240 círculos amarillos)
Zolpidem: 1800 mg (180 palitos blancos)
Lormetazepam: 120 mg (120 círculos blancos)
Cloracepato dipotásico: 750 mg (110 rosablancas, rosazules)
Doxilamina: 400 mg (16 cielos azules)
666 entre unos y otros (esto fue irónicamente casual, no se pretendía ser especialmente satánica). Su leche, su Primperán-no-vomites-ninya. No peso 50 kilos. Una no debería estar aquí.

No debería estar aquí.

Y sin poder quitarse esa idea de la cabeza, la idea y la sensación, es realmente difícil reengancharse al tren de la vida. Pues va a ser que no, que dirían los anuncios.

[Imagen: "Delirium", de Sue Anna Joe]

[Escuchando "Baby, can I hold you tonight", de Tracy Chapman]

No hay comentarios:

Publicar un comentario