martes, 12 de abril de 2005

Destierro

El principito

En los cuentos de ninyos es una situación que se da mucho... el personaje malvado es desterrado, y los personajes buenos pueden volver a vivir felices comiendo perdices, libres al fin de las argucias del astuto rufián. Además, allá en la época de los cuentos nadie entendía de juicios justos ni del defensor del pueblo, bastaba una revisión por parte del rey hasta que la palabra salía de su boca, y entonces, como si de un dios se tratase, sólo quedaba hacer su voluntad, o solicitar clemencia si nos encontrábamos ante un rey piadoso.

Uno pensaría que era necesario hacer algo realmente malo para ser desterrado, y sí... a veces. Una noche intentas asesinar a tu padre el rey, y te estás jugando un destierro. Envenenas al gran visir? El destierro planea sobre tu vida. Urdes una alianza con el reino vecino, tradicional enemigo de éste? Amigo, vas a tener que irte a vivir a ese reino, que aquí se te habrá acabado el chollo.

Pero, curiosidades de los cuentos, no siempre es así... a veces basta con incomodar los planes de alguien, con estorbar, con sobrar... y te encuentras de frente con la palabra temida. DESTERRADO, sin comerlo ni beberlo.

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Pero oiga... si yo no he hecho nada!!

Nada excepto tener un hermano menor que quiere ascender al trono, claro. Nada excepto que hay un candidato mejor para tomar la mano de la princesa, enamorada en secreto de ti. Nada excepto incomodar los planes de alguien más poderoso.

Pero un Destierro lo soluciona todo. Se elimina el problema sin mancharse las manos. Hacía danyo al reino, dirán, era un peligro, ahora estamos todos más protegidos...

Y se irán el príncipe destronado, el fiel vasallo, el astrólogo demasiado hablador. Destierro. Que intenten encontrar una vida nueva partiendo de cero. Que busquen una tierra distinta y la hagan suya si son capaces, que creen vínculos nuevos si no están demasiado descorazonados, que tengan cuidado y no vuelvan a interponerse en nuestro camino... o el Destierro será poco.

Hoy, esta muchacha desterrada se encontró al anciano padre del rey en las fronteras de su antigua morada... y echó de menos su casa, su vida antes del destierro, tantas cosas en el camino. Hoy esta muchacha desterrada volvió a preguntarse las razones del exilio forzado. Hoy meneamos de nuevo la cabeza, el alma a los pies, el aliento perdido –tal vez él sí puede regresar a casa-.


[Escuchando "Out of Reach", de Gabrielle]

[PD: Hoy ha muerto la gatita de una amiga, y las lágrimas se suceden. No puedo evitar sentirme un poco miserable por la clase de cosas que hacen que pierda el aliento.]

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