viernes, 15 de diciembre de 2006

La ventana

La chica se sienta frente a la ventana, piernas encogidas, brazos rodeando las piernas. Desnuda, en una habitación sin muebles, sin nada... sólo con una única ventana en una de las paredes, por la que asomarse al exterior. Fuera, tras el cristal, hay todo un mundo que le genera sensaciones encontradas, la primera de todas, miedo.

Miedo a no poder aguantar de pie el más mínimo contratiempo, miedo a que cualquier momento bueno sólo sea un paréntesis, miedo a no llegar, a estar sola, incluso a sentirse sola sin estarlo y no saber ver a la gente a su alrededor.

Pero no es el miedo lo único que encuentra al mirarse dentro... También, aunque en menor medida, hay ganas, ganas de hacer cosas, de sonreír -es una chica de sonrisa fácil, hasta risuenya, cuando sus demonios la dejan-, ganas de salir a ese mundo que teme y poder hacerse con él sin que las lágrimas surquen sus mejillas cada noche que pasa sola.

La chica se revuelve, se levanta para mirar más allá y vuelve a sentarse en su sitio, temerosa de que alguien la vea y le adjudique alguna de las etiquetas que ella misma se creyó hace tiempo: inútil, loca, infantil, falta de voluntad... Para la gente es difícil entender que ella prefiera estar resguardada en un cuarto oscuro a salir afuera, donde espera la luz, el movimiento, la vida. Y no es que ella lo prefiera... es que no sabe salir, es que el miedo la paraliza, es que hay demasiados es que's.

Y aún así, quizá algo dentro de ella se esté transformando, quizá se esté preparando para sacar los miedos, doblarlos bien dobladitos y dejarlos en una esquina de la habitación, y abrir la ventana, aun desnuda, aun con los nuevos miedos creciéndole dentro, y gritar. Quizá descubra, después de tanto tiempo, que está en un bajo y que un pequenyo salto basta para salir del cuarto oscuro. Quizá esté en un noveno y no pueda salir sin ayuda de bomberos... pero habrá dado el paso de querer salir.

Y tal vez lo haga pronto... o tal vez se consuma en el cuarto, muerta de miedo, frío y soledad. De momento, por si acaso, intenta recordar los versos del poema de Benedetti, aquel de la alegría tirando piedritas a la ventana... para animarse a abrirla.

[La imagen que encabeza este post está sacada de la galería que DWRowan tiene en flickr. El poema de Benedetti al que hace referencia el texto os lo copio aquí debajo, porque es uno de esos imprescindibles que espero que disfrutéis tanto como yo... y la chica que está en el cuarto oscuro]

* * * * *

PIEDRITAS EN LA VENTANA

De vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que está ahí esperando

pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme la cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas
quién sabe dónde quedan mis próximas huellas
ni cuando mi historia va a ser computada
quién sabe qué consejos voy a inventar aún
y qué atajos hallaré para no seguirlos

está bien no jugaré al desahucio
no tatuaré al recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca

está bien me doy por persuadido
que la alegría no tire más piedras
abriré la ventana

(Mario Benedetti)

No hay comentarios:

Publicar un comentario