miércoles, 17 de diciembre de 2008

La vida secreta de las palabras

Hace pocos días volví a verla. Es una delicia de película, con momentos duros y algunos inmensamente tiernos. Necesaria.

Allá por el final, llegamos de nuevo a mi escena favorita. Aprenderé a nadar, Hannah, te lo juro, aprenderé a nadar. Palabras bálsamo sobre las (muchas, infinitas) heridas. Y, aunque ya lo traje al blog en su día, hoy quería volver a traerlo, transcribir ese trocito de película. Así que aquí va:

Joseph: He pensado que... tú y yo... podríamos ir a algún sitio, juntos... uno de estos días. Hoy. Ahora mismo. Ven conmigo, Hannah.

Hannah: No, yo... creo que no va a ser posible.

J: ¿Por qué no?

H: Mmmm... porque si decidiéramos irnos a algún lugar juntos, me da miedo que un día... hoy no, quizás... quizás manyana tampoco, pero un día, de repente, puede que empiece a llorar y llorar, y que llore tanto que nada ni nadie pueda pararme, y que las lágrimas llenen la habitación, y que me falte el aire, y que te arrastre conmigo, y que nos ahoguemos los dos.

J: Aprenderé a nadar, Hannah. Te lo juro. Aprenderé a nadar.

Buf. Hay que ver toda la película para entender la magnitud de ese "aprenderé a nadar". Hay que verla entera, también, para comprender cuántas lágrimas tiene guardadas dentro Hannah, y lo importante que puede ser para ella encontrarse frente a alguien que pueda quererla con todo su llanto. Hay que ver esta película, recrearse en ella, sufrir y disfrutar, estremecerse con ese "Hope there's someone", la canción de Antony and the Johnsons que forma parte de la banda sonora... Para aprender a sobrevivir al pasado, a convivir con él, a hacer que cicatricen las heridas por dolorosas que éstas sean. Para creer que se puede. Para poder.

[La película "La vida secreta de las palabras" es una obra de Isabel Coixet, llegas a la página oficial de la película haciendo click en el título.]

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