miércoles, 16 de febrero de 2005

Introducción, por ejemplo

Se juntan muchas cosas para empezar a escribir. En general, se juntan siempre muchas cosas en la pequenya cabecita loca que lleva una encima de los hombros -por llevarla en algún lado, más que nada.

Alguien me dijo que escribiera, cosa que nunca me ha hecho mal, ha sido vía de escape muchas noches, con luna o sin ella. Pero me siento oscura, demasiado oscura como para que otros vean lo que hay dentro. Últimamente colecciono abandonos de todo tipo porque o la gente es muy débil o yo soy mucho más monstruosa de lo que tengo conciencia. Y es verdad que escribo en varios sitios de Internet, en foros, en algún grupo... pero ahí he creado vínculos, lazos... y hay cosas que no puedo -no quiero?- compartir con gente con la que me he vinculado tanto. Cosas que sé que no querrían oír, partes de mí que no quiero que vean o que ellos no querrían ver. Alguna gente que simplemente se asomó... se fue. Y llevo demasiadas despedidas sobre mis hombros. Odio las despedidas. Me rompen, me desgarran. Si la vida, el mundo, es una continua despedida... a mí me interesa bien poquito. Va a ser uno de los problemas.

Así que escribiré, sí...pero sin nombre, sin cara, sin lazos, sin heridas ni reproches, sin cuidar lo que digo porque esto no es adecuado, esto hace danyo a X, esto es demasiado sucio. Escribir sin freno y sin máscaras. Nadie que venga a decirme "cómo me haces esto". Nadie que venga a echarme en cara que no estoy siendo justa. Llevo mucho tiempo siendo justa, siendo cuidadosa... y juraría que a la Vida no le da por premiar ese comportamiento.

Tal vez en un futuro las cosas sean distintas. Tal vez no haya mucho futuro por delante. Importa poco.

Así que éste es mi principio. Sin enyes, por cierto, por exigencia del teclado. Sin vínculos. Sin miradas desaprobadoras. Letras perdidas, para nadie, para nada.

(Escuchando "Alguien que cuide de mí", de Christina Rosenvinge)

No hay comentarios:

Publicar un comentario