domingo, 5 de marzo de 2006

Anidando

Anido en la inmensidad de mi alma difusa. Encorvo mi cuerpo haciéndolo un ovillo en lo que quizás sea desdicha. De vez en cuando levanto la cabeza y asomo mis ojos vidriosos por encima de las hojas del zarzal dentro del cual me estoy construyendo a mí mismo. Miro, observo la distancia escudriñándome por dentro. La brisa, el sol ambale, hacen que a veces me venga la decisión de aventurarme a batir de nuevo mis escuálidas alas tiznadas de mugre, apelmazadas por el desuso. Esos momentos de alboroto emocional, acaban siempre por ser el inicio de otro encogimiento peor que al anterior, de otro volver a ser lo que sólo soy; un pájaro asustado por la luz.
Si tengo frío, anido.
Si tengo miedo, también anido.
Y de qué me alimento?.
Pues del recuerdo del pasado, únicamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario