domingo, 2 de noviembre de 2008

Relojes de arena

El tiempo pasa l-e-e-e-e-n-t-o, avanza despacio, se va desgranando a pasitos de tortuga.

Yo parezco ir más allá, siempre dos pasos más allá, pensando en qué haré, en qué ocuparé todo ese tiempo que pesa sobre mis hombros. Pero me suele ganar la batalla, al final veo cómo se escapa la arena entre mis manos sin haber hecho lo que de verdad quería -más bien debería-.

Hoy he sonyado con relojes de arena, como los que el Raistlin de la Dragonlance tenía en sus ojos, como los que la Muerte del Mundodisco guarda en estanterías que se multiplican en su casa de grises y negros. He sonyado con relojes de arena, y en vez de levantarme activa, con mil cosas por hacer, aprovechando cada minuto... la cama me abrazaba más que de costumbre, el edredón me prometía el calor que no encontraría fuera, y he dejado pasar el tiempo, t-i-e-m-p-o, tiiiiiieeeempooooo. Despacio, pausado, a cámara lenta.

No sé si es la estación, este otonyo en que todo parece apagarse para ir acorde con el cielo plomizo. O la pereza, mi pecado capital por excelencia. O el frío, que hace que lo último que apetezca sea salir de debajo del edredón. O que tú me faltas demasiado.

Pero el tiempo pasa tan despacio...

[La imagen que encabeza este post es de la galería que Seamus 1372 tiene en Flickr. Puedes acceder a ella haciendo click en su nombre]

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