lunes, 27 de octubre de 2008

Maletas

Una de mis virtudes en el terreno de lo práctico es que se me da bien hacer maletas, y aún mejor si son ajenas, porque así me ahorro la parte de nervios previa a cualquier viaje propio.

Hace anyos ya, cuando el chico que entonces compartía mi camino decidió irse a vivir a tierras alemanas buscando doctorarse, fui yo quien le hizo las maletas para ese viaje. La maleta que he hecho hoy para el chico que va ahora de mi mano ha sido mucho más pequenya, apenas dos semanas de viaje... pero cuando la hacía he recordado esas otras maletas de ayer, aunque no haya en realidad comparación posible entre las dos situaciones.

Ahora, que él estará ya en el avión, yo empiezo a echarle de menos. Pero mi casa hoy no es oscura, las paredes son de los colores pastel que yo elegí, tengo mis libros, mis sábanas, mis revistas, mi música en el ordenador, mi casa no es ya la prisión que otras veces era. Hoy me siento a gusto en mi sofá, cercana a la sensación de Hogar, dulce hogar, que durante tanto tiempo sentí totalmente ajena.

Y voy a aprovechar esa sensación, no voy a dejar que me invadan la pereza o la tristeza, voy a estar activa y bien mientras él llena la maleta de arena de Qatar, de experiencias nuevas, de kilómetros bajo sus pies. Después, a la vuelta, podremos debatir sobre si el monumento que hay en Doha es una gacela o un ónix o qué sé yo, y veremos postales y fotos y quizás caramelos con forma de pelota de tenis. Y mientras... no pienso dejar que mi cabeza se rebele.

[La fotografía que encabeza este post es de Chema Madoz. Puedes visitar su web haciendo click en su nombre]

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