viernes, 29 de mayo de 2009

EXPOSICIÓN “ALAMEDA AHUMADA” DE BERNARDITA VATTIER


EN EL MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES 
 

Alameda Ahumada es la nueva exposición de la destacada artista chilena Bernardita Vattier que estará abierta al público desde el 26 de junio al 2 de agosto del año 2009, en el ala sur del 2º piso del Museo Nacional de Bellas Artes. 

Santiago está en una permanente metamorfosis. La Alameda y la calle Ahumada  han cambiado su fisonomía a través del tiempo. La escala es otra, antes era caminable en un par de horas, la vista de la cordillera de la Costa y de los Andes ofrecían un escenario idílico de algunas chimeneas en invierno, contrastando contra la nieve cercana de las montañas. Otro tiempo que fue pintado por Fernando Laroche con una Alameda de las Delicias en 1900: otoñal de lluvia y viento. La Calle Ahumada, pintada por el ex director del Museo, Enrique Lynch, muestra una perspectiva de adoquines y rieles de tranvía que alcanzan hasta la Catedral y la Plaza de Armas. Las personas parecen desplazarse sin prisa por  las calles, entre los carruajes y carros. 

Cien años después  Bernardita Vattier propone un nuevo “Ejercicio de Colección”: actualizar el diálogo entre ciudad, la calidad de vida y sus habitantes. La referencia son las pinturas, pero su obra surge desde la propia escala de quien vive y padece los defectos de la ciudad congestionada en otoño e invierno. Una especie de bruma que se apodera del paisaje y comienza a suavizar los bordes, un cierto desenfoque de la mirada producido por la polución ambiental, que sin duda establece un contrapunto directo con las pinturas. Ahora, es la gráfica la que se apodera de la imagen, ya no es el color de la pintura, es el gris y negro que Bernardita Vattier extiende sobre la superficie del mismo papel que es utilizado en los filtros de aire domésticos. Ese filtro progresivamente se va impregnando de la bruma santiaguina para impedir los ataques de asma de muchas personas. La nitidez de la mirada, coincide con la nitidez del aire que respiramos, por lo tanto, a mayor bruma, mayor contaminación, mayor opacidad del aire. 

Al centro de la sala se expone el contrapunto de las imágenes...es el volumen generado por la acumulación de 200 filtros de aire juntados desde el año 2000. Estos filtros establecen la tensión con las obras del perímetro: por una parte, señalan su distancia respecto del cromatismo de las pinturas y por otro lado, son la materia prima con la que la artista ha trabajado. La ironía es ver convertidos los filtros en un objeto de museo, no para reedificarlo, sino para señalarlo y recordar, desde su archivo, cómo la artista nos hace reconocer una realidad que por cotidiana y común no la percibimos. Un ejercicio de la mirada para establecer ahora la Alameda y la Calle Ahumada, no como una imagen del pasado, sino como una utopía. 

Gentileza de Barbara Becker Gana
 
 
 

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